Usted está aquí: martes 21 de agosto de 2007 Mundo Vuelve a cobrar fuerza la “siquiatría punitiva” contra opositores en Rusia

Liberan a periodista internada contra su voluntad

Vuelve a cobrar fuerza la “siquiatría punitiva” contra opositores en Rusia

juan pablo duch (corresponsal)

Moscú, 20 de agosto. Después de mes y medio de permanecer internada en una clínica siquiátrica, contra su voluntad y sin padecer ningún grave trastorno mental, la periodista Larisa Arap fue dada de alta este lunes y se encuentra ya en su casa en la ciudad de Murmansk, capital de la región con el mismo nombre, en el noroeste de Rusia.

Activista del opositor Frente Unido Civil (FUC), que encabeza Garry Kasparov, el ex campeón mundial de ajedrez, Arap fue ingresada por órdenes de la doctora Marina Rekish, el pasado 5 de julio, tras un examen rutinario para renovar su licencia de conducir, en la ciudad de Apatity, ubicada también en la Península de Kola, cerca de la frontera con Finlandia y Noruega.

Se da la circunstancia, considerada determinante por sus compañeros del FUC, que la periodista había publicado poco antes en la edición local de La Marcha de los Inconformes, bajo el título de Manicomio, un documentado reportaje sobre la deplorable situación de los pacientes en las clínicas siquiátricas de la región.

Con todos los visos de ser una venganza, Arap fue obligada a recibir “tratamiento” debido a que, según dijeron los responsables de la clínica siquiátrica, “su estado de salud nos preocupaba y no podíamos satisfacer su deseo de no ser internada por el artículo 124 del Código Penal de Rusia”, que implica responsabilidad penal por no atender a un enfermo, cuando existen razones de peso para suponer que ello pudiera empeorar su salud.

Los siquiatras, acostumbrados a actuar de manera impune y más cuando se trata de una activista de oposición, se valieron de este recurso legalista para aplicar contra la periodista los mismos métodos “curativos” que ella denunció en su reportaje.

En dos ocasiones, una corte local dio la razón a los médicos, pero los familiares y compañeros de Arap no cejaron en su movilización para rescatarla de la clínica. Al llevar su caso a la oficina de Vladimir Lukin, comisionado para los Derechos Humanos, designado por el Kremlin, el FUC puso especial énfasis en afirmar que en Rusia vuelve a cobrar fuerza la “siquiatría punitiva” contra la oposición, la misma aberración con que, en los tiempos soviéticos, se persiguió a los disidentes.

El comisionado envió desde Moscú a un grupo de expertos independientes que no confirmaron el diagnóstico de los médicos de Murmansk y, en lo que pareció una poco convincente fórmula de compromiso, concluyeron que Arap sí está algo enferma, pero “no representa peligro para otras personas y, por tanto, no requiere internación y puede seguir tratamiento en casa”.

Sin mediar disculpa, Larisa Arap pudo salir de la clínica hoy, 46 días después de haber sido ingresada contra su voluntad y, ahora, no piensa cejar hasta conseguir, en lo que sin duda será una larga batalla en tribunales, una indemnización por parte de los siquiatras que la encerraron.

 
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