Usted está aquí: martes 21 de agosto de 2007 Política EU me considera una “amenaza”, por eso me deportó: Elvira Arellano

Llama a que la gente se organice para lograr la legalización de millones de connacionales

EU me considera una “amenaza”, por eso me deportó: Elvira Arellano

Desde hace un año permanecía refugiada en la iglesia metodista unida Adalberto, en Chicago

ANTONIO HERAS (CORRESPONSAL)

Ampliar la imagen Elvira Arellano y su hijo Saúl Elvira Arellano y su hijo Saúl Foto: Ap

Tijuana, BC, 20 de agosto. “La lucha continúa”, pero es más importante que la gente se organice para lograr la legalización de millones de personas, expresó la michoacana Elvira Arellano, al afirmar que regresará a Estados Unidos una vez que cuente con documentos migratorios, y considerar que su caso sentará un precedente en la lucha en favor del reconocimiento de los derechos de los migrantes.

Esta mujer de 32 años de edad, de los cuales los últimos 10 permaneció allende la frontera, dice: “La migra quería deportarme lo más rápido posible, porque (para ellos) soy una amenaza, por lo que hice para levantar al pueblo y luchar por una legalización, y querían callarme”.

Señaló que en ese país no existe una política para que puedan trabajar legalmente los migrantes, por lo que “nuestra gente seguirá entrando sin papeles”, porque buscan mejores condiciones de vida que no encontraron en sus lugares de origen.

Dijo que se siente “contenta, feliz por lo que hice”, ya que no “me agarraron sentada ni cruzada de brazos; yo quería luchar sin importarme las consecuencias y estar libre para seguir con la lucha. Solamente doy gracias a Dios por haberme permitido luchar por la legalización de millones de personas”.

La población migrante, agregó, es uno de los pilares de la economía estadunidense, por lo que deben ser reconocidos sus derechos.

Deportada por alrededor de 15 agentes federales estadunidenses por la garita de San Ysidro-Tijuana, la michoacana advirtió que retornará para reunirse con su familia, pese a la prohibición que le hizo el gobierno del vecino país de ingresar a su territorio durante los próximos 20 años.

En 1997, cuando tenía 22 años, Elvira Arellano cruzó por Mexicali para adentrarse en territorio estadunidense; vivió en el estado de Washington –donde nació su primogénito Saúl, “la razón de mi vida– y en Illinois.

De 8 años de edad, Saúl llegará en las próximas horas a esta frontera para decidir si continúa en Chicago –donde se encuentra bajo el resguardo de Emma Lozano– o cruza la línea internacional para reunirse con Elvira.

Esta última permaneció en la iglesia metodista unida de Adalberto, ubicada en el barrio de Humboldt Park, desde el 15 de agosto de 2006, cuando decidió no presentarse a una corte federal luego de recibir una orden de deportación. Señaló que en Estados Unidos existen mejores condiciones para vivir que en México, por lo que dedicará su tiempo a enfrentar la decisión de las autoridades de expulsarla.

Sobre su detención, comentó que una patrulla de migración la siguió a ella, a Ema Lozano, “a quien quiero mucho”, y al pastor de la iglesia de Chicago, Walter Coleman, quienes “han sido un gran apoyo”. Los agentes aprovecharon que el religioso descendió del vehículo en el que viajaban para aprehenderla. “Migración iba por mí y, bueno, no iba a oponerme a que me detuvieran”. Recordó que esos momentos fueron difíciles, porque su hijo entró en pánico al presenciar la detención, por lo que pidió a los agentes federales un minuto para explicar a Saúl que todo estaría bien.

En una casa de la delegación Otay, al este de Tijuana, Arellano ofreció una conferencia de prensa en la que señaló que el gobierno de Estados Unidos se mostró “temeroso y maniatado” ante la realización de una gran marcha, a celebrarse el próximo 12 de septiembre en la ciudad de Wa-shington, contra la política migratoria del gobierno de George W. Bush.

Consideró que su caso adquirió dimensiones inusitadas cuando contó con apoyo de los grupos de defensa de derechos humanos de los migrantes; aunque, por el contrario, comenzó una insistente persecución en su contra que terminó en las últimas horas con su deportación a México.

Opinó que lo más importante es que el pueblo se ha levantado y no que ella regrese o no a Estados Unidos. Dijo que estaría contenta si su deportación sirve para que se unan líderes religiosos y sociales con el propósito de lograr la legalización de millones de personas.

“México debe tener una posición fuerte, y no como en el TLC (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), que ha afectado tanto a nuestro país, al que le hace falta una posición política más fuerte”, advirtió.

En tanto, el consulado de México en San Diego, California, se manifestó por que el gobierno de Estados Unidos presente un informe sobre la detención ilegal de Elvira Arellano, y su posterior deportación sin orden judicial y a través de autoridades administrativas.

Las autoridades diplomáticas advirtieron que con esta acción se violó lo estipulado en el Protocolo de Viena sobre Relaciones Consulares, ya que los oficiales estadunidenses desoyeron la solicitud de ayuda consular por parte de la migrante.

Ante medios de comunicación nacionales e internacionales, Elvira añadió: “Tengo vida y mientras la tenga también esperanza. Estoy contenta porque estoy en mi país, estoy libre, nadie me trata como criminal y tengo espíritu fuerte para seguir luchando hasta que haya una ley justa y humana para todos”. Por ello, instó a participar en la protesta masiva para exigir el reconocimiento de los derechos de los migrantes, el 12 de septiembre en Washington, a la cual acudirá su hijo Saúl.

Tibia reacción de la SRE

Por su parte, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) informó ayer en forma escueta que en la deportación de la mexicana indocumentada Elvira Arellano la actitud de las autoridades migratorias de Estados Unidos “no fue coincidente con el espíritu y los términos de los arreglos bilaterales en materia de repatriación segura y ordenada”.

Asimismo, el gobierno mexicano admitió que Washington impidió que se le brindara la asesoría consular, violando así leyes internacionales en la materia, y reiteró su preocupación por la deportación, las implicaciones de este suceso en relación con los derechos humanos de la migrante y los de su hijo menor de edad.

(Con información de José Antonio Román)

 
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