Usted está aquí: viernes 24 de agosto de 2007 Estados Habitantes de la comunidad Polinkín reabren caminos machete en mano

Residentes mayas esperan ayuda; pierden chozas y cultivos tras el paso del huracán

Habitantes de la comunidad Polinkín reabren caminos machete en mano

VICTOR BALLINAS

Comunidad de Polinkín, Felipe Carrillo Puerto, 23 de agosto. En esta comunidad maya habitan migrantes llegados hace más de dos décadas. Lo mismo hay gente originaria de Michoacán que de Veracruz, Jalisco, Yucatán, Tabasco, Guanajuato, Belice y Guatemala. A ellos, como a muchos otros, el huracán Dean los afectó. Algunos perdieron sus chozas y sus precarias propiedades.

La comunidad se organizó y los hombres, machete en mano, abrieron las brechas porque los fuertes vientos derribaron árboles, matorrales y arbustos sobre vialidades y caminos rurales. Estuvieron incomunicados y por ello iniciaron los trabajos por cuenta propia, para que la ayuda les llegue.

"Cuando llegamos aquí este era un pueblito. Había unas cuantas casitas; a todos nos trajeron por un proyecto de ganado y luego decidimos que era mejor quedarnos, y desde entonces aquí vivimos", comenta José Arano Pérez.

En esta localidad las viviendas son precarias, la mayor parte se vieron afectadas por los ventarrones que trajo Dean. Por todos lados se observan chozas sin techo y en algunos casos los árboles las aplastaron. "Mire, aquí vive un sordomudo, pero es muy necio, no se quiso salir y un árbol cayó sobre su choza, pero tuvo tanta suerte que no la derribó; al contrario, las ramas protegieron la choza del vendaval.

"Estaba dormido y, como no oye, ni cuenta se dio del huracán, pero cuando despertó se espantó porque un árbol estaba sobre su choza; ahora hasta se ríe porque no le pasó nada, tuvo mucha suerte", relata Gildo Uch.

Gilberto Mut recuerda: "nos dijeron que nos fuéramos a los albergues, a la primaria y a la telesecundaria. No quisimos irnos lejos porque había que cuidar nuestras propiedades, entonces unos nos fuimos con los vecinos que tienen casitas de material y otros a las escuelas. Se oía feo, el viento silbaba, las paredes eran azotadas, y se escuchaba cómo caían los árboles. Era mucho el ruido y venía con poca agua, pero chiflaba, y los techos de guano -de palma- eran arrancados".

Para llegar a esta comunidad maya pasa uno por caminos en los que se ven cientos de árboles de cedro y caoba derribados; además, gran parte de los cultivos se perdieron. El panorama es desolador.

Dos mujeres mayas se asoman en sus chozas, se cubren el rostro y cuando se les pregunta qué daños causó el huracán a sus viviendas se agachan, casi no hablan español; uno de los hombres se acerca y les traduce, entonces él da la respuesta de ellas: "aquí no es nuestra casa, aquí nos dieron un lugarcito, porque nuestras chozas se quedaron sin techo y se mojaron. Será que el gobierno nos querrá ayudar, no tenemos nada, no hay trabajo y no hay cultivos".

Más adelante, hombres y mujeres que ya abrieron el camino se preguntan si va a tardar en llegar la ayuda, las despensas, las láminas, los programas para el campo. Antonio Cruz, Natalio Balam, Leonardo Ayala, José Briceño y Raymundo Coid señalan: "no vamos a poder reconstruir pronto nuestras chozas. Miren, ya no hay palmas, no quedó ni una. Construir una casa cuesta entre seis mil y ocho mil pesos y no tenemos dinero ni trabajo, porque no habrá cultivos hasta el próximo año, las cosechas se echaron a perder".

En los predios hay mucha actividad, los hombres y los jóvenes con machete y con sierras cortan los árboles, los que cayeron sobre sus techos o en sus patios. Hombres y mujeres buscan entre los escombros, recuperan ropa mojada, trastes, papeles, y se ven refrigeradores tirados en el patio, dicen que ya no sirven, que se mojaron y que ya no funcionan.

En esta comunidad, al igual que otras en esta región maya, todavía no hay luz y las tiendas empiezan a abrir, pero tienen pocos productos. María Cahuih, Emili Balam y Pilar Huitzil comentan: "No hay muchas provisiones porque las pocas que había las compramos antes del huracán. Entonces, como estaba cerrado el camino, no han ido a comprar más, y muchos de esos alimentos se nos mojaron; por eso queremos que nos ayuden, que envíen despensas, agua, cobijas y láminas".

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.