Usted está aquí: viernes 24 de agosto de 2007 Opinión El tiempo

José Cueli

El tiempo

La existencia del sujeto (juego de fuerzas), si bien se manifiesta en exaltación, está enraizado en me-moria y en aquello que le subyace, sostiene y agita. Un lugar que acusa, porque siente el punto de gravedad y levedad donde yace el sentir originario desconocido. Sentir originario que consiste en sentirse.

Benjamin, Adorno, Derrida, Bataille, Foucault y Deleuze han escrito magistralmente en torno al sujeto. No tiene origen, porque el hombre no ha permanecido solo originalmente frente a su objeto. Lo que emerge es el momento de duda del ser o no ser de las cosas, de la llamada realidad y su capacidad de ordenar y hacer que lo que pasa y está pasando sea como si no fuera. De esta duda en la que se sitúa el origen del pensamiento.

Descartes hace emerger la existencia del sujeto pensante: “Dudo porque pienso, y si pienso existo como pensante”. Es un orden que mana del sujeto, mas a condición de que éste no se abandone a su capricho, a la imaginación, al arbitrio, y siga fielmente su condición de ser pensante.

Freud va más lejos de una consciencia basada en la razón que descansa en algo que envuelve al objeto. Tiene consciencia y no del tiempo, de la búsqueda de algo perdido, la falta, origen de la memoria, la memoria como la primera forma de visión que permanece como sostén y guía, por lo que se hace perentorio ver nuevamente.

Sin esta visión lo vivido no tendría en verdad carácter de novedad, aunque sorprendiera al llegar. Por tanto, asunto de traducción, trascripción y transliteración en una máquina apenas imaginable: el aparato síquico descrito por Freud en el proyecto de una sicología para neurólogos, sumado a la concepción del Block Maravilloso.

Todo lo vivido, toda la vida sería un simple y llano pasar sin renacer. Así el sicoanálisis es fluir del tiempo y memoria inasibles. Porque sin renacer nada del todo es vivido. Visión en el recuerdo gracias a una condensación del tiempo. La condensación de todo lo que reaparece en el tiempo necesita, para tener cierta forma, y todo lo velado por el tiempo requiere, para rasgar ese velo, de su fugacidad, velo sólo rasgado por algo que hiere al sujeto. Si no lo hiere la imagen que intente reaparecer quedará opacada por la marcha del tiempo, que al correr no permite que se haga presente, y entonces los sucesos pasan al pasado sin haber sido nunca presentes; entonces el tiempo no sería ni siquiera sentido.

Así surge el lenguaje, sólo tiempo perecedero y caedizo, sujeto a circunstancias y situaciones: tiempo que es la base del sicoanalisis, tiempo del cual ignoramos su origen.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.