Usted está aquí: sábado 25 de agosto de 2007 Opinión Desfiladero

Desfiladero

Jaime Avilés
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Que se salgan los diputados del PRD

Dejen hablando solo a Calderón, piden lectores

Impuesto a la gasolina: señal de crisis económica

Acapulco: represión contra opositores a La Parota

Ampliar la imagen En el Palacio Legislativo de San Lázaro En el Palacio Legislativo de San Lázaro Foto: José Carlo González

En opinión de usted, ¿qué deben hacer los diputados del PRD el próximo sábado: impedir que Felipe Calderón suba a la tribuna del Congreso o abandonar el salón y dejarlo hablando solo? Esa fue la pregunta que el sábado pasado esta columna planteó a sus lectores y las respuestas no tardaron en llegar. De un total de 34 cartas recibidas hasta el martes en la noche, la mayoría coincidió en una afirmación rotunda: que se salgan.

“Deben retirarse del salón de sesiones y dejarlo hablando solo con sus cómplices y compinches”, escribió intercambiosxxi-gandhi desde un enigmático buzón de yahoo! “Tomar la tribuna, además de predecible, podría darle más municiones a la derecha para desprestigiar a nuestro movimiento”, alertó Erich Moncada. “Los diputados deben salirse en ordenada fila como muestra del desprecio del pueblo de México”, propuso Angeles desde un espacio que ostenta el sugerente nombre de “pielsatinada”.

No cabe duda: la reunión secreta de Calderón con George WC en Canadá para discutir detalles previos a la introducción de un sistema de espionaje que ayudará al “gobierno” a leer nuestro correo electrónico hace que algunas personas comiencen a tomar providencias. “De ninguna manera debe permitirse a Calderón decir otra sarta de mentiras y estupideces”, afirmó por su parte Alejandro Rivera de Leija. “La bancada del PRD debe hacer caso omiso de la existencia del pobre diablo de Calderón y ni siquiera asistir a San Lázaro el 1º de septiembre”, propuso Eugenia Medinilla.

Si esta pequeña muestra es representativa de algo, a las bases del movimiento que dirige Andrés Manuel López Obrador no les causa entusiasmo la posibilidad de que el PRD impida la ceremonia. Y están en lo cierto: tras la clausura del décimo congreso extraordinario de ese partido, en que los Chuchos se robaron las elecciones internas para fabricarse una mayoría falsificada y con ella imponer líneas de trabajo para reconocer al espurio más temprano que tarde, los diputados perredistas no sólo no deberían ocupar la tribuna, pero tampoco retirarse del pleno, sino quedarse a escuchar y aplaudir a Calderón; algunas personas desean incluso mirar por televisión el espectáculo, seguramente grotesco, de un hombre que, al igual que Vicente Fox, cree que las palabras están hechas de ruiditos y no de significados, como lo ratificó el martes en Canadá al pronunciarse contra “quien irrumpe reglas institucionales”. ¡Orale!, dirán los niños del mañana: vamos a irrumpir la piñata.

Más allá de lo que suceda o no en San Lázaro, la gente lo que de verdad quiere es pasar la noche del Grito en el Zócalo, como hace un año, en una verdadera fiesta popular, en compañía de su presidente legítimo, tanto si éste se asoma al balcón del Gobierno del Distrito Federal para tocar la campana del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, o si tal honor corresponde a doña Rosario Ibarra de Piedra, a quien las cartas recibidas por esta columna proponen con más insistencia después de Andrés Manuel.

Y habrá que ver si Calderón, por su parte, comparece ante la multitud desde el balcón del Palacio Nacional, con el gorrito verde olivo que se puso el jueves para mezclarse con los damnificados del huracán, a efecto de recordarles que no está solo, porque a sus espaldas se encuentran las fuerzas armadas de México (y los marines y la US Air Force y WC y todo lo que pactó en Canadá para que este pueblo insumiso que no votó por él de una vez por todas lo respete).

Al margen del ritual del 1º y la catarsis del 15 de septiembre, los nubarrones de la crisis económica que se avecina siguen tornándose más oscuros. Señal de ello es la propuesta de los legisladores del PRI para aplicar un impuesto especial de 5 por ciento al precio de la gasolina. Claro, después de bajar el precio internacional del petróleo que le vende a Estados Unidos y de resentir lógicamente pérdidas graves en la captación de divisas por ese concepto (y por lo que han dejado de enviar los migrantes desde Estados Unidos), el “gobierno” necesita dinero fresco.

Y venderle petróleo barato a Bush y gasolina cara a los mexicanos es lo único que se le ocurre. Ahora bien, que la iniciativa provenga del PRI, para frenar un poco el deterioro de la imagen del panista, sugiere que las declaraciones del subsecretario de Gobernación, Juan de Dios Castro, la semana pasada, contra Ulises Ruiz, surtieron efecto: el orador se disculpó alegando que le había “ganado la pasión”, el asesino serial de Oaxaca suspiró más tranquilo y el PRI, henchido de gratitud, se sacó de la manga el nuevo impuesto a los energéticos.

(A propósito, ¿supo usted que hace unos días se reunieron en Manhattan algunos gobernadores mexicanos? Pues bien, un grupo de activistas llegó al restaurante donde brindaban comiendo y creyendo que adentro estaba Ulises Ruiz, organizaron una ruidosa protesta para exigirle que se fuera de la ciudad y recordarle el asesinato de Brad Will, el joven periodista neoyorquino. Al final, los activistas descubrieron que el chacal de Antequera no se hallaba presente, pero alguien grabó todo en video y le envió la cinta a Julio Hernández. Este la subió a Internet y ahora puede ser vista en www.astillero.tv.)

Y mientras un juez se dispone a dictar sentencia en el proceso que se sigue a los militares que violaron a 14 prostitutas en un tugurio de Castaños, Coahuila, veredicto que inquieta al obispo de Saltillo, Raúl Vera López, porque de ser favorable a los soldados “éstos podrían salir y vengarse de las mujeres matándolas”, y mientras en Montes Azules, Chiapas, varias comunidades zapatistas son desalojadas de sus tierras, en Acapulco, el gobernador perredista de Guerrero, Zeferino Torreblanca, ha iniciado una maniobra para criminalizar a los campesinos que se oponen a la construcción de la presa de La Parota.

El domingo antepasado, los ejidatarios de Cacahuatepec, bastión de la resistencia contra esa obra, discutían en asamblea cuando se presentó un dirigente de la Confederación Nacional Campesina, Evencio Romero Sotelo, con intenciones de hablar en favor del proyecto. Como no era miembro de la comunidad no le concedieron la palabra. Al día siguiente, a la vieja usanza priísta, el marrullero individuo ofreció una rueda de prensa con un parche en la cabeza y un brazo en cabestrillo para denunciar que le habían propinado una golpiza. Zeferino, conmovido, prometió investigar a los “agresores” y descargar sobre ellos “todo el peso de la ley”.

Políticos de cuarta abundan no sólo en México sino en América Latina. En Perú, después del terremoto que devastó la localidad sureña de Pisco hace una semana, el gobierno de Alan García ha decidido crear una marca especial de ese exquisito aguardiente de uva, que se llamará “Pisco 7.9”, para recordar la intensidad del sismo y agradecer a los extranjeros que brindaron su ayuda. Eso… mientras los habitantes de la región piden limosma en las carreteras.

 
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