Usted está aquí: sábado 25 de agosto de 2007 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez
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24 de Diciembre

Cuando un zapatista dice “sólo muertos nos sacan de esta tierra”, está diciendo la verdad. Este zapatista no habla con desesperación, y eso que está totalmente rodeado. A escasos 200 metros tiene un campamento del Ejército federal, a otros 200 metros dos camiones de policía estatal, frente a ellos una comunidad con una organización campesina que, en complicidad con el gobierno y sus aparatos represivos –acusan las autoridades autónomas– les quiere arrebatar estas tierras recuperadas con el levantamiento armado de 1994.

En la comunidad 24 de Diciembre, en la selva fronteriza, una mujer con su niño en brazos, que era niña cuando el Ejército entró a su casa en la ofensiva militar de 1995, relata: “Salimos de ahí porque el Ejército entró a nuestra comunidad. Nos sacaron porque somos zapatistas. Lo que querían ellos es que nos iban a agarrar y que nos iban a matar. Estuvimos fuera 10 años, sin tierra donde trabajar... Entonces vimos la necesidad, dijimos aquí está la tierra y es la hora de que la vamos a reconocer y vamos a vivir en ella”.

El 24 de diciembre de 2006 llegaron a formar el nuevo poblado y siete meses más tarde empezaron las agresiones: corte de caminos, tumba de milpas, cerco policiaco, amenazas de incendiar el poblado, contaminación del agua y un largo etcétera de provocaciones que hasta hoy no han parado. La resistencia aquí es, de tan cotidiana, casi invisible. La organización de las bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) toma fuerza frente a las agresiones y se expresa de mil formas, sin armas, con el recurso ilimitado de la resistencia y la convicción de quien defiende lo que le pertenece.

Esta es parte de la organización de los municipios en rebeldía: un cinturón de seguridad, organizado por la junta de buen gobierno de La Realidad y compuesto por turnos de 100 zapatistas de los poblados de toda la región (cada turno de cinco días), cuida y apoya a la comunidad. Ante tantas agresiones de la policía, del Ejército y de la organización Unión de Ejidos de la Selva (UES), la vigilancia previene que los propios zapatistas caigan en la trampa de las provocaciones: “A veces los compañeros de 24 de Diciembre no podemos ser serenos en nuestro terreno. Por eso vienen los compas de otros poblados, como para ponerse en medio de los dos. También vienen a ayudar a levantar las cosechas y a construir nuestras casas. Y también para resguardar nuestras casas, para que no las quemen. Nos mantenemos con cocinas colectivas, letrinas colectivas, cada quien aporta un poco de alimento; la Junta nos apoya con un poco de frijol y arroz y los compañeros de 24 de Diciembre nos encargamos de hacer el café en las mañanas y en las tardes para los compas, también de darles alojamiento en nuestras casas...”

La decisión del poblado “es permanecer aquí hasta que no sean quemadas las casas. Hasta que no seamos masacrados vamos a seguir resistiendo, aquí, con todas las amenazas”. Y un hombre, el más viejo, dice: “Que se reconozca nuestro terreno. Ya no somos jóvenes, ya somos ancianos. Tenemos la seguridad de que aquí vamos a permanecer”.

 
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