Usted está aquí: lunes 27 de agosto de 2007 Opinión El Informe y los conflictos de fondo

Editorial

El Informe y los conflictos de fondo

En vísperas de que la actual administración presente su primer Informe, y con la atención mediática centrada en la disputa por el aspecto ceremonial y por el enigma de si habrá o no encuentro entre el titular del Ejecutivo federal con los integrantes del Legislativo –asuntos menores y poco significativos de la vida política–, el calderonismo ha sido incapaz de desactivar los conflictos heredados del gobierno anterior y, por el contrario, ha generado nuevos focos de tensión que representan otros tantos focos rojos en el mapa geográfico, social y político del país.

Por principio de cuentas el actual grupo gobernante no ha conseguido superar, más allá del discurso, la crisis institucional surgida tras las elecciones de julio del año pasado, ni convencer de su legitimidad a una porción significativa del electorado. Tal es el asunto real que subyace en la polémica en torno al ritual que deba o no realizarse el próximo primero de septiembre; la persistencia de esa crisis explica que, a cuatro días de la fecha estipulada por la Constitución para la rendición del Informe escrito, no haya certeza sobre lo que ocurrirá ese día en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Por lo demás, el país no se reduce a ese recinto. El conflicto oaxaqueño dista de haber sido resuelto; a las causas originales del descontento contra Ulises Ruiz y contra la dirigencia charra del Sindicato Nacional de trabajadores de la Educación (SNTE) se suma ahora la indignación por los excesos represivos cometidos por las corporaciones municipales, estatales y federales en la represión de los inconformes y por la impunidad generalizada de los violadores de derechos humanos en la entidad; la alianza de conveniencia entre Los Pinos y la gubernatura de Oaxaca, lejos de ensanchar la base de apoyo de ambos poderes, incrementa el desprestigio de uno y otro.

Otro tanto ocurre en el ámbito de la educación, donde parece empezar a articularse el rechazo sindical a la cúpula dirigida por Elba Esther Gordillo. Por añadidura, el liderazgo gremial corrupto se encuentra en abierto enfrentamiento con la titular del ramo, Josefina Vázquez Mota, en lo que constituye un abierto desafío a Felipe Calderón. Las reformas al ISSSTE operadas por el calderonismo en estrecha alianza con el gordillismo fueron un factor clave para impulsar la inconformidad en las filas del SNTE. Y como ocurre en el caso oaxaqueño, la ostentación del pacto entre Los Pinos y Gordillo, en vez de atenuar el descontento, pone en evidencia ante la sociedad la persistencia de maneras deplorables –y supuestamente superadas– de hacer política.

A lo que puede verse, se gesta ahora una nueva confrontación, esta vez con el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, al cual se le pide “hacer a un lado” conquistas laborales con el propósito de sanear las finanzas de la institución, erosionadas por dos décadas de políticas económicas neoliberales, por la falta de rigor en el cobro a las empresas y por la corrupción inveterada en la administración pública.

Por otra parte, la actual administración no ha podido o no ha querido resolver el conflicto sindical que el foxismo desató en el sector minero, y que se expresa en huelgas en tres entidades. Es claro que para solucionar el problema laboral el gobierno federal tendría que empezar por meter en cintura al Grupo Industrial Minera México, cuya voracidad e insensibilidad quedaron al descubierto en febrero del año pasado, cuando 65 trabajadores murieron en Pasta de Conchos, Coahuila, en un accidente que muchos expertos atribuyen a la falta de medidas de seguridad laboral.

Por si no bastara con los problemas referidos, la explosividad cunde también en el agro, donde la inminencia de la liberación total de productos agrícolas prevista en el TLCAN puede generar una nueva catástrofe social. Pero el calderonismo no parece dispuesto a escuchar las expresiones de alerta formuladas por diversas organizaciones rurales como la Central Campesina Independiente, la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, la propia Confederación Nacional Campesina y otras. Pareciera que, por ahora, la ceremonia presidencial del informe, o la falta de ella, fuera el problema más trascendente que enfrenta el país, y ello da cuenta de la grave fractura entre el México formal y el país real, fractura que no ha dejado de ensancharse en los sexenios recientes.

 
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