Usted está aquí: lunes 27 de agosto de 2007 Política Rechaza titular del Imer que el cambio de programación se deba a la censura

“No estamos en los tiempos en que desde Gobernación se dictaba línea sobre los contenidos”

Rechaza titular del Imer que el cambio de programación se deba a la censura

alonso urrutia

Ampliar la imagen En el Imer lo ideal es que los espacios periodísticos no sean patrocinados por instituciones gubernamentales, señala su titular En el Imer lo ideal es que los espacios periodísticos no sean patrocinados por instituciones gubernamentales, señala su titular Foto: Yazmín Ortega Cortés

La renovación programática que ha comenzado el Instituto Mexicano de la Radio (Imer) en su oferta periodística no pretende convertirse en un retroceso en la pluralidad de sus contenidos, sino en un cambio de aquellas emisiones que tienen poca incidencia entre el auditorio.

“No estamos ya en aquellos tiempos en que se dictaba línea desde alguna área de la Secretaría de Gobernación para inducir los contenidos”, por lo que los cambios, sostiene el director del organismo, Héctor Villarreal, se insertan en la obligación que tienen los medios públicos de reflejar en sus programas la diversidad de actores sociales y políticos, en busca de una mayor incidencia.

En días pasados –el 13 de agosto–, el Imer comenzó la restructuración de sus programas de noticieros y emisiones de análisis, que provocó la salida del programa Café encuentros, que se difundía de lunes a viernes de 9 a 9:30 horas, lo que generó cuestionamientos sobre las pretensiones de censurar algunas voces de analistas; de ser una de las primeras medidas hacia una eventual privatización de las estaciones radiofónicas operadas por el gobierno, e incluso de regir la duración de los programas en función de criterios comerciales, como la búsqueda del rating.

Bajo un esquema que opera en la lógica de una radio pública, sostiene Villarreal, la búsqueda del rating “está lejos de ser una prioridad porque perseguimos otros objetivos. En el ámbito de lo periodístico existe la obligación de garantizar la pluralidad, y en otros rubros, por ejemplo, de impulsar una radio de servicio con otros programas que atiendan a sectores minoritarios que no interesan a los medios comerciales, pero que existen e importan a un medio público”.

A diferencia de los organismos públicos de comunicación que existen en otras democracias más consolidadas –esencialmente en Europa–, en México el Imer se rige como un organismo descentralizado. En los hechos, la legislación mexicana carece de cualquier alusión a este sistema y regula más bien medios de comunicación operados por el gobierno, entre ellos el Imer, que cuenta con 17 estaciones, 10 de las cuales operan en diversas ciudades del interior del país.

–Se señala que hubo censura detrás de la decisión de retirar del aire a Café encuentros.

–Eso es falso y calumnioso. Para nosotros es muy claro que el programa no tenía una incidencia, no era conocido, no era comentado, no generaba temas que repercutieran en otros medios; en fin, no era un referente periodístico y naturalmente en el Imer se aspira a una representación e incidencia mucho más amplia. Tenemos la obligación de que la oferta de opinión y análisis no se reduzca a 10 voces y por ello teníamos que generar las condiciones para ampliar esa posibilidad.

“A quienes conducían las emisiones –añade el director del Imer– no se les cerraron las opciones; se les plantearon otros esquemas de participación dentro de los programas periodísticos o de opinión. No es la lógica de este gobierno cerrar los espacios a los colaboradores de diversos perfiles, pero lo que sí rechazamos es que alguien vea los espacios como patrimonio propio, como una canonjía o un privilegio, lo cual no tiene nada que ver con cancelar la libertad de expresión, y más bien esas reacciones se encuadran en la resistencia a los cambios”.

Villarreal señala que el ideal sería tener esquemas similares a medios públicos de otras latitudes, en los cuales desde la legislación se definen procedimientos institucionalizados para operar las emisoras, donde existen órganos de gobierno perfectamente estructurados; líneas generales de acción para renovar la programación y definir los contenidos, entre otros. “Sería importante que en reformas al ámbito de los medios de comunicación se establecieran estas disposiciones que erradiquen la posibilidad de un manejo discrecional o de acuerdo con el talante de la administración”.

Sin embargo, bajo las condiciones actuales, existe la responsabilidad de hacer más eficiente la operación de los medios públicos que, sin bien no se rigen por los ratings, como los medios comerciales, sí tienen la obligación de lograr mayor incidencia en la sociedad. “No podemos hacer como que no hacemos nada, tenemos que mejorar la oferta periodística disponiendo de una autonomía editorial e independencia política para ofrecer contenidos equilibrados”.

En esta lógica, agrega, lo ideal es que los espacios periodísticos no sean patrocinados por una institución de gobierno o por empresas que difunden sus patrocinios a través de la radio pública. Las emisiones periodísticas deben tener garantizado el soporte económico a través de los recursos del propio Imer, a efecto de evitar que exista una idea de dependencia con respecto del patrocinador que eventualmente pudiera incidir en la línea editorial.

Un objetivo de los medios públicos, dice, “es ser factor de equilibrio con la oferta de análisis. Los medios privados, dentro de la legalidad, pueden perfectamente asumir una postura con respecto a los asuntos nacionales, pero en el caso de la radio pública, si bien no existen las objetividades absolutas –no puede haber un reflejo fiel de una sociedad tan compleja como esta–, sí debe existir la aspiración a difundir contenidos equilibrados”.

Durante la presente administración, además de la salida del aire de Café encuentros, se renovó en su totalidad la programación de la denominada Radio Ciudadana, que opera en la frecuencia de 660 desde hace casi cinco años.

Los proyectos de renovación del Imer incluyen la transformación de una de sus siete estaciones que operan desde el Distrito Federal, para que difunda sólo programación hablada y abarque diversos ámbitos para incorporar programas asociados a sectores minoritarios que, por esa misma razón, no interesan a medios comerciales.

 
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