Usted está aquí: sábado 1 de septiembre de 2007 Capital Hongos, ingrediente principal en la reactivación económica en Cuajimalpa

Participan 150 productores en la octava edición de la feria de dicho alimento

Hongos, ingrediente principal en la reactivación económica en Cuajimalpa

Doña Cata comenzó vendiendo setas a restaurantes de la zona; ahora exportará a varios países

Rocío González Alvarado

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Ampliar la imagen Más de 60 platillos diferentes elaborados con setas es la aportación de Catalina Martínez a la octava edición de la Feria del Hongo Cuajimalpa 2007, que culmina mañana Más de 60 platillos diferentes elaborados con setas es la aportación de Catalina Martínez a la octava edición de la Feria del Hongo Cuajimalpa 2007, que culmina mañana Foto: María Meléndrez Parada

De ser una actividad que por generaciones se limitó a la recolección para el autoconsumo, la producción de hongos ha comenzado a constituirse como un instrumento para activar la economía de los habitantes de los pueblos originarios de Cuajimalpa, que mediante pequeñas empresas familiares se dedican al cultivo de este vegetal característico en la época de lluvias.

Uno de los ejemplos más ilustrativos es el de la familia de Catalina Martínez Ambriz, propietaria de la granja La Paloma de Oro, quien, aunque hasta hace 10 años desconocía los secretos del llamado reino fungi, ahora es una de las más exitosas promotoras del consumo de setas, que siembra y promueve en más de 60 platillos de su propia creación, en los que este tipo de especie es el ingrediente principal.

De 68 años de edad, doña Cata, quien es apoyada por su esposo, Gregorio Segura, y sus cinco hijos, es de los 150 productores y recolectores que a partir de ayer y hasta mañana domingo, participarán en la octava edición de la Feria del Hongo Cuajimalpa 2007, en donde se espera una afluencia de 70 mil asistentes y una derrama económica de 6.5 millones de pesos.

“La necesidad nos obligó”

En un claro de los bosques del pueblo de Acopilco, en la parte de la demarcación donde habilitó su granja de cultivo, confiesa que a diferencia de otras familias nativas de la región, en su casa “nadie sabía nada sobre hongos, nos dedicábamos al maíz y el forraje, pero la necesidad nos obligó”.

Con anaqueles de madera y plástico levantó su primer invernadero, hoy distribuido en pequeñas construcciones de concreto. Desde la primera cosecha, relata, “nos dimos cuenta que esto era negocio. Había racimos de setas de hasta tres kilos en una bolsa, y cada bolsa tenía dos racimos. Para la inversión que habíamos hecho, nos quedaban buenas ganancias”.

La producción de setas es tan noble que no requiere de mucha infraestructura, “pero eso sí, hay que tener mucho cuidado porque exige estrictos controles de temperatura y de limpieza”, explica, a su vez, uno de sus hijos, Leonardo Segura Martínez, quien detalla que el hongo se cultiva en camas de paja envueltas en pequeñas bolsas de plástico, en un proceso que puede durar hasta tres meses.

Sin más estudios que la primaria, doña Cata aprendió del cuidado de los hongos mediante cursos impartidos en la propia delegación, pero el resto, la comercialización y su preparación, ha surgido de su propio ingenio. Comenzó su venta de manera directa en los restaurantes de Interlomas, y a partir de que la invitaron a una exposición gastronómica creó sus propias recetas.

“Me llamaron para participar en una feria de lo no tradicional, entendí que era algo que no existía y me puse a experimentar. Llegué con un pay de setas con piña”, recuerda al señalar que ese fue el origen de lo que ahora se ha convertido en un recetario con más de 60 platillos diferentes, incluida su principal creación: mermelada de setas combinadas con todo tipo de frutas, algunas de las cuales, como zarzamora y frambuesa, cultiva también en su granja.

Este producto, comenta, le ha abierto las puertas no sólo en el Distrito Federal, sino también en otras entidades del país, e inclusive, ya se prepara para obtener algunas certificaciones, para comenzar a exportarlo a países como Alemania y Canadá.

Víctor González Reza, de la Dirección General de Recursos Naturales y Areas Protegidas de la delegación Cuajimalpa, explica que aunque la recolección de hongos silvestres es una tradición ancestral en esta demarcación, su cultivo comenzó a prosperar luego de que cerrara sus puertas aquí la compañía de hongos Monte Blanco, que daba empleo a los pobladores del lugar.

En la actualidad, precisa, por lo menos 64 familias han establecido pequeñas empresas de cultivo, principalmente de setas, que se han convertido en una opción no sólo para incentivar la economía de la delegación, sino también para fomentar el cultivo de tierras que se encuentran ociosas, ante la falta de rentabilidad de las siembras tradicionales como el maíz.

 
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