Usted está aquí: lunes 3 de septiembre de 2007 Opinión Alarma en el Vaticano

Iván Restrepo

Alarma en el Vaticano

No por las reacciones negativas que ocasionaría una posible condena al cardenal que maneja el santuario más rico de América, el de Guadalupe; tampoco por la falta de donativos provenientes de los hombres del poder, en protesta por el aislamiento al que se condenó al padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo y guía moral de los hombres más ricos de México. El problema es más grave, con aristas que tocan las fibras que sostienen y atraen a más creyentes: la de los milagros y las soluciones a los problemas de diversa índole que ahora ofrecen organizaciones y personas que no están registradas y menos autorizadas para esos menesteres por la Santa Sede.

Una fuente vaticana de toda confianza mostró su irritación ante la feroz competencia que sufre la Iglesia católica por parte de advocaciones que dicen contar con poderes especiales al servicio de los mexicanos. El vocero eclesial se refiere, por ejemplo, al Señor de los milagros, cuyos representantes despachan cerca de la estación del Metro San Cosme. Curan, en nombre del Altísimo, la impotencia sexual, el alcoholismo y la drogadicción; leen el Tarot, realizan “amarres”, uniones y “atamientos” al instante, a corta y larga distancia. Lo curan completamente si por culpa de la brujería, hechicería o “envidias de terceras personas de malos sentimientos”, a usted le han hecho fracasar en el matrimonio o la relación de pareja, o siente enfermedades extrañas, raras o desconocidas. Apenas cobran por la cura 100 pesos.

Del Altísimo le viene también el poder a la maestra Grecia de los Milagros, quien no falla y recupera el amor perdido, acelera los matrimonios y pone tus a pies a aquella persona que te niega su amor (“dominada, rendida, humillada”). Aleja también envidias, malos vecinos, salaciones y endereza negocios. Como extra, la maestra Grecia te regala un amuleto poderosísimo.

No menos ofrece el “ángel de la esperanza y el amor”, el maestro Kristian, quien te muestra la cara de tu enemigo, motivo por el cual estos días es muy visitado por políticos de todas las banderías. Este ángel, que no figura en el catálogo celestial, prepara para cada persona que lo consulta su talismán, su jabón y su perfume. No fallan sus recetas a la hora de enfrentar la adversidad y encontrar el camino hacia la felicidad.

Si para tranquilidad de las autoridades el huracán Dean afectó con sus vientos y aguas zonas pobres, y no las de gran turismo de Quintana Roo, otra lluvia, pero de milagros, cae a diario sobre México. Se lo debemos a la Cruz de la Natividad, que asombra a millones de ciudadanos, gracias a los milagros tan diversos que realiza y “por señalar el camino que Dios le asigna a cada cual” que, al recorrerlo, soluciona todos los problemas, a fin de que no sufra más en silencio por la pobreza, el desamor, las traiciones o la mala suerte.

Con solamente comprar la Cruz de la Natividad todo se resuelve, motivo por lo cual el gabinete legal y el ampliado, los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los líderes del Congreso de la Unión, los gobernadores de Oaxaca y Puebla, Jorge Hank Rohn y hasta los integrantes del Instituto Federal Electoral (estos piden que les conserve el cargo hasta 2018), adquirieron varios ejemplares. No dudamos de su poder, pues trae incrustado un fragmento de piedra del lugar donde nació Jesucristo. La Gran Cruz está hecha de siete metales vírgenes.

Pero lo que más despierta la inquietud vaticana e incluso del concierto de naciones es Felipe del Gran Poder. Es nada menos Templario del Escapulario de Dios y Gran Curandero de la Sábana Santa. Felipe del Gran Poder asegura que soluciona todo tipo de problemas y con tal prontitud que los 15 minutos de Vicente Fox para arreglar el asunto de Chiapas son una eternidad.

La publicidad lo califica de “súper promotor de los milagros”. Seguramente por eso las dos televisoras preparan espots en los que convocan a todos los mexicanos a celebrar el Bicentón y el Teletón juntos, en una alegre fiesta de unidad nacional y mundial. Todo bajo el manto protector de Felipe del Gran Poder.

Ojalá ese manto se acuerde de evitar la destrucción ambiental.

(Elaborado con extractos de anuncios que aparecen en diarios del DF)

 
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