Usted está aquí: sábado 8 de septiembre de 2007 Ciencias Ciencia y belleza

Ciencia y belleza

Tania Molina Ramírez

Robert P. Crease, filósofo e historiador de la ciencia, le preguntó en el año 2002 a los lectores de su columna, en la revista Physics World, cuáles eran los experimentos científicos más bellos. Recibió cientos de respuestas. Eligió los 10 más citados para armar El prisma y el péndulo (Drakontos, 2006).

“Hacemos que los misterios del mundo hablen”, explica Crease en el libro, de lectura amena. “La belleza de un experimento radica en cómo logra que sus elementos hablen”. También es bello, a su parecer, “cuando nos revela algo tan profundo que transforma nuestra comprensión del mundo” y cree que “tiene que ser efectivo y revelar sus resultados sin necesidad de mayores generalizaciones o inferencias”.

Los experimentos están presentados en orden cronológico. El recuento inicia en el siglo III a. C., cuando el griego Erastóstenes calculó la circunferencia de la Tierra, muy probablemente usando la versión griega de un reloj solar.

También está la historia de la torre inclinada de Pisa, de cómo Galileo Galilei probó que dos objetos de distinto peso caen con la misma aceleración (que tuvo su comprobación última en la luna).

Luego aparecen Isaac Newton y la descomposición de los rayos solares gracias a un prisma (1672); el científico inglés Henry Cavendish (siglo XVIII) y “el peso del mundo”; el inglés Thomas Young (siglo XVIII) con las luces y las ondas.

Interludios

Entre capítulo y capítulo tiene “interludios” en los cuales recurre a poetas, filósofos y dramaturgos para hacer consideraciones acerca de la belleza.

Sigue el péndulo del francés Jean-Bernard-Léon Foucault (siglo XIX). Experimento que, según el autor, incomoda porque “pone especialmente de manifiesto lo sublime por la forma dramática con que descubre la ineptitud de la percepción humana, o más bien su disconformidad frente al funcionamiento de la naturaleza”.

Más adelante encontramos al estadunidense Robert Millikan (1868-1953) y los electrones; al británico Ernest Rutherford (1871-1937) y la estructura interna del átomo. Y, finalmente, llegamos, claro, a la mecánica cuántica. Este experimento fue “el único no asociado a un único nombre” y el más votado.

 
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