Usted está aquí: sábado 8 de septiembre de 2007 Cultura Rescatan del anonimato a pintores de calendarios mexicanos, en un libro

Angela Villalba documenta “la época de oro de ese arte”

Rescatan del anonimato a pintores de calendarios mexicanos, en un libro

Arturo Jiménez

La idea de que los pintores de calendarios mexicanos, hasta ahora anónimos, deben ser conocidos y reconocidos ya que, se sostiene, aportaron elementos iconográficos a la identidad nacional, dominó durante la presentación de un nuevo libro sobre el tema.

Se trata de Mexican calendar girls (Chicas de calendarios mexicanos), primer libro de Angela Villalba, comerciante estadunidense de artesanías mexicanas, apasionada de la cultura nacional y quien persiguió a Carlos Monsiváis hasta que lo convenció de que escribiera el prólogo de su investigación.

Con este libro sobre la “época de oro del arte de los calendarios” (1930-1960), se reivindican nombres como Armando Drechsler, Eduardo Cataño, Antonio Gómez R., José Bribiesca, Luis Améndolla, Jaime Sarduni, Martín Alvarado, Miguel Mariano, Disbart, Mario Chávez Marión y Hoyos.

También cabe mencionar a A.X. Peña, quien en sus cromos publicitarios se alejó del modelo predominante de mujeres con rostros europeizados, piel blanca y vestidas con trajes típicos mexicanos, y recreó más las fisonomías indígenas.

Sobresalen de manera especial los pintores Jorge González Camarena y Jesús Helguera, autor de La leyenda de los volcanes, el cromo más reproducido en los calendarios de México y el mundo.

El libro, que incluye imágenes de diversas colecciones y acervos, como Galas de México, fue presentado el jueves en el Museo Soumaya por los especialistas Mónica López Velarde, Susana Alduncin y Rodolfo Rodríguez Castañeda, director del Museo del Estanquillo/Colecciones Carlos Monsiváis.

López Velarde recordó que muchos de estos pintores, que en su mayoría eran contratados por las imprentas y empresas publicitarias con horarios y salarios fijos, no querían que se supiera que hacían calendarios

Alduncin, heredera de toda una tradición familiar en la impresión de cromos y calendarios, dijo que esos pintores no han sido reconocidos como tales, pese a que generaron un estilo de arte masivo y popular que logró ingresar a los hogares mexicanos, pues comercios y negocios grandes y pequeños obsequiaban esos almanaques a sus clientes.

Dijo que la época de oro comenzó a desaparecer por diversos factores, como la llegada del diseño gráfico y las computadoras, que desplazaron a esos pintores y la industria sufrió cambios, así como la costumbre de colgar calendarios en las paredes.

Impulso del diseño gráfico y la publicidad

Rodolfo Rodríguez Castañeda habló de lo soprendente de las “escenas fantásticas por irreales” que portan los calendarios y recordó que tras la Revolución México quería ingresar a la modernidad y el diseño gráfico y la publicidad formaron parte de ese impulso.

Se mostraba, agregó, a las modernas mujeres mexicanas fumando o con una cerveza en la mano; eran las mujeres urbanas venidas de provincia o las mujeres rurales en una provincia también idealizada, en una iconografía muchas veces recreada a partir del cine.

Consideró que muchos de aquellos pintores fueron genios en su arte y que en sus imágenes representaron una especie de “american way of live, pero mexicanizado”. Ese trabajo rebasó su carácter útil, dijo, y agregó que ver y leer Mexican calendar girls produce alegría.

En ello coincidió Villalba, quien resumió: “unque nadie nunca conoció los nombres de esos pintores, ellos nos dieron alegría y sus obras son parte de nuestra cultura y memoria”.

 
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