Usted está aquí: domingo 9 de septiembre de 2007 Sociedad y Justicia Protestan usuarios del Árbol de la Vida por abusos

Protestan usuarios del Árbol de la Vida por abusos

Ángeles Cruz Martínez

Carlos tiene 32 años, vive con VIH/sida y durante algún tiempo consumió drogas. En febrero de 2006 llegó al albergue de la institución de asistencia privada (IAP) Árbol de la Vida. Enfermos en superación, luego de que su familia lo corrió de su casa, pues a pesar de que habían querido ayudarlo para que se rehabilitara, siempre reincidía en la adicción.

Acostumbrado al rechazo social, su vida cambió en Árbol de la Vida, donde la entonces coordinadora Emilia Rodríguez Bátiz confió en él. Con su apoyo, Carlos logró dejar las drogas, concluir la secundaria, e incluso consiguió un trabajo. El mismo reconocimiento hacen a Rodríguez Bátiz el resto de los pacientes del albergue.

En un principio, la presidenta de la IAP, Emma Medina Martínez, no quería a Carlos, pero cuando supo que podría serle útil empezó a encomendarle tareas y responsabilidades. Incluso, le pagaba un “salario” de 500 pesos a la quincena o cada 20 días. “Para mí que no tenía nada, estaba bien, aunque ahora veo que la señora se aprovechó.”

Entre sus actividades, Carlos se desempeñaba como chofer de la institución, ayudaba a descargar la mercancía –desde ropa y muebles hasta electrodomésticos de gran tamaño– que periódicamente envían negocios como Liverpool, Sears o Fábricas de Francia.

Además, organizaba las reuniones diarias de los pacientes albergados en Árbol de la Vida, las cuales son parte de las actividades obligatorias en la institución. En dichos encuentros, los participantes desarrollan dinámicas similares a las de Alcohólicos Anónimos, de terapia sicológica de grupo, o algún tipo de convivencia parecida que, se supone, les ayuda para mantener una actitud positiva ante la vida.

Sin medios de subsistencia

Quienes se encuentran en Árbol de la Vida son personas con padecimientos incurables, como VIH/sida, por lo cual se han quedado sin medios de subsistencia. En otro caso está Ramón, afectado por el mal de Parkinson y quien prácticamente requiere ayuda para todas sus actividades, incluido el aseo personal.

En entrevista, Carlos se sumó a las protestas que en días pasados expresaron los internos de Árbol de la Vida, por el maltrato que reciben de Medina Martínez y la deficiente calidad de la comida.

Dijo: “todo lo que llegan de donaciones lo venden: salas, refrigeradores, lavadoras. Sacan mucho dinero y no se vale que para los enfermos no haya nada o se les esté escatimando hasta la comida”.

Salió del albergue luego de que, además de lo que ya hacía, le encargaron organizar las juntas “especiales” a lo largo de una semana, durante la cual se conmemoró el aniversario de la institución. También organizó algunos detalles de la fiesta que tuvo lugar un salón privado. Le habían ofrecido un pago extra por ello, que nunca se cumplió, aseguró.

Ahora, Carlos está dispuesto a lograr su total rehabilitación. Recientemente consiguió un empleo “de a deveras”, y quisiera seguir apoyando a sus compañeros, la mayoría con problemas severos de salud. “Necesito hacer algo para evitar las tentaciones.” Así fue como logró alejarse de las drogas, “a lo mejor sin querer, así me lo enseñó la señorita Emilia y quiero seguir ayudando”, aseguró.

 
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