Usted está aquí: lunes 10 de septiembre de 2007 Opinión La tragedia como espectáculo político

Iván Restrepo

La tragedia como espectáculo político

Las semanas recientes hemos visto el gran espectáculo protagonizado por las instancias oficiales y los partidos políticos so pretexto de ayudar a las víctimas de los huracanes y las lluvias. Todos a una quieren aparecer en los medios como los primeros en brindar auxilio, comenzando por el propio licenciado Calderón, quien ha sido captado repartiendo despensas casa por casa, pero dejando los problemas en sus colaboradores cercanos y su séquito de seguridad una vez que deja el sitio de la tragedia. La población afectada se sorprende ante la prontitud de la alta burocracia en llegar a visitar la pobreza, pero lamentan la ausencia de los especialistas en prevenir y paliar los desastres. Ofende la actuación de los funcionarios federales y las dirigencias de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional repartiendo despensas y promesas que huelen a votos en la reciente elección en Veracruz.

Por su parte, la secretaria de Desarrollo Social y el titular de Agricultura visitan a algunos de los que perdieron haberes y cultivos en Yucatán. Ignoran a la gobernadora, quien protesta por ello. Los funcionarios y los dirigentes del partido que prometió no usar el dinero público con fines electorales superan en mañas al PRI, maestro en esos menesteres.

Estamos en el sexenio donde los problemas se resuelven con declaraciones, herencia del gobierno del señor Fox. Así, el secretario de Agricultura asegura que los precios de los productos del campo no aumentarán pese a la pérdida de miles de hectáreas sembradas; garantiza el abasto de los mismos. Dado que nunca va al supermercado o al tianguis más cercano a su casa, el ingeniero Cárdenas ignora el aumento constante de los precios de los alimentos y también que el efecto de la pérdida de los cultivos básicos se resiente varios años, pues los campesinos que cultivan maíz y frijol no tendrán semilla de buena calidad, seleccionada, para plantar en el próximo ciclo agrícola. Los damnificados por las lluvias en el agro son más de 400 mil.

Hay otras pérdidas: se calculan en más de 2.5 millones las hectáreas de bosques y selvas que sufrieron daño, en especial en reservas naturales de tanta importancia como las de la península de Yucatán. En Quintana Roo, los funcionarios llevan arena a su molino de intereses y reconocen que los daños causados por Dean fueron cuantiosos. Piden más de 2 mil millones de pesos para la reconstrucción, lo que significa contratos y, muy posiblemente, favoritismo a la hora de adjudicar y ejecutar las obras.

Y aunque el ojo del huracán Dean pasó 300 kilómetros al sur de Cancún, alcanzó a mostrar los errores cometidos el año pasado en la recuperación de las playas de ese polo vacacional, tarea en la que el gobierno federal gastó más de 300 millones de pesos. El regidor de Turismo y Ecología de Cancún, Adrián Ferrat, reconoció que el trabajo se hizo mal y que la arena que extrajeron del lecho marino para crear playas regresó a su lugar de origen. De paso criticó a los hoteleros por “no hacer su parte” en la tarea de conservar las playas. En cambio, el gobernador cuestionó a quienes critican lo mal hecho de los trabajos de recuperación. Recomendó a los reporteros mentir: “no pongan que hay problema, porque ustedes viven aquí en Cancún y viven de esta economía y viven de las playas igual que todo el mundo”.

Lo que ningún funcionario podrá tapar con declaraciones es que los huracanes y las intensas lluvias revelaron en toda su magnitud el atraso y la pobreza de millones de familias campesinas, así como la incapacidad de los servicios públicos de las ciudades para captar y desalojar el agua de lluvia. Mientras, se gasta más en promoción de los funcionarios que en el desarrollo de las comunidades indígenas, como se documentó en Quintana Roo. No es el único caso: mientras falta lo indispensable en el campo, del erario sale una suma multimillonaria para celebrar un foro en Monterrey que será flor de un día, motivo para el lucimiento de la alta burocracia política, la elite empresarial local y fuente de corrupción vía contratos y sueldos escandalosos. Siguen las lluvias y aumentan los damnificados.

 
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