Usted está aquí: jueves 20 de septiembre de 2007 Gastronomía Amenaza el cambio climático a la industria del vino en España

La futura disponibilidad de agua, clave en la modificación del mapa productivo de la vid

Amenaza el cambio climático a la industria del vino en España

Tormentas, inundaciones y sequías son cada vez más frecuentes y económicamente gravosas

Armando G. Tejeda (Corresponsal)

Madrid, 19 septiembre. El vino es una sustancia –agua alcoholizada, según su definición– que para ser creada requiere de cuidados escrupulosos, de honda sensibilidad y de una sabiduría que sólo se adquiere con el trabajo diario en el viñedo. El resultado es una bebida rojiza o blanquecina que han cultivado y adorado todas las civilizaciones desde hace más de 5 mil 500 años, convirtiéndose en algunos casos, como el de España, en símbolo cultural y en industria vital para el campo de este país.

La vid, como prácticamente todas los frutos y hortalizas, ha sufrido transformaciones con el paso del tiempo, ya sea por la sofisticación en los métodos de cultivo como por las formas de destilarlo y almacenarlo. Sin embargo, el vino español se enfrenta a una seria dificultad que si bien no amenaza su existencia, sí lo obligará a adoptar profundos cambios en su forma de entender la cultura del vino. La amenaza proviene del llamado cambio climático, es decir, un sobrecalentamiento del planeta que altera los patrones de pluviosidad, eleva el nivel del mar y afecta de manera sensible a las plantas, los cultivos y el conjunto de la vida animal y humana.

España es un país pródigo en viñedos, algunos de prestigio internacional, como son los de la Rioja. La modificación del mapa de la producción de vino es uno de los aspectos que más preocupan a los expertos a consecuencia del cambio climático, toda vez que la mayoría de los viñedos se encuentran en el sur y en el centro del país –Andalucía y Castilla La-Mancha–, a pesar de que el norte es la región con más tradición y que mejores vinos produce.

Cambios al mapa productivo

Esta situación supone una amenaza; el clima del mundo se está alterando de forma alarmante, provocando que en zonas cálidas, pero no excesivamente calurosas se estén registrando grados de temperatura desconocidos hasta ahora. Además de la severa sequía que afecta a gran parte de las zonas agrícolas.

Fernando Rey, director de la Federación Española del vino, explicó a La Jornada que “en líneas generales, ni la sequía ni el cambio climático están afectando de forma importante la producción y la calidad del vino. Sin embargo, los expertos nos dicen que a largo plazo se notarán algunas variaciones. En el norte disminuye la lluvia y aumenta la cantidad de horas de sol. Hay dos riesgos adicionales en el sur: un incremento de la desertificación, que en principio no está ocurriendo, pero que es una posibilidad, aunque se puede paliar con el regadío. El problema serían las reservas de agua. En el norte hay zonas donde se empieza a producir con más horas de sol y por tanto uvas con mayor grado alcohólico –cuando no lo tienen de forma natural se compensa con vinos traídos del sur o con mostos–; ha habido algún caso en el que sí ha aumentado el grado alcohólico, superando los entre 10 y 15 grados que definen a un vino tranquilo”.

España y Portugal son los países de la Unión Europea a los que más les afecta el cambio climático. Sus efectos se pueden observar ya en Europa en forma de tormentas, inundaciones, sequías y otras condiciones meteorológicas extremas, cada vez más frecuentes y económicamente gravosas, aunque este fenómeno, y sobre todo el calentamiento de la atmósfera que conlleva, afectan especialmente a la península ibérica y a Rusia occidental, según las conclusiones de un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente. El informe indica que la temperatura se ha incrementado en 0.95 grados en Europa en los pasados 100 años, por encima de la media mundial, y advierte que este fenómeno ha sido mayor en la península ibérica y Rusia occidental, que seguirán con esta tendencia durante los próximos años, junto con otros países del sur de Europa como Grecia o Italia.

Pancho Campo, experto enólogo y estudioso de los efectos del cambio climático en el vino, apuntó: “este año he tenido la oportunidad de visitar muchas regiones vinícolas españolas y de hablar con numerosos bodegueros, y es casi unánime la opinión de que el clima está cambiando, las cosechas se adelantan, hay más sequía, mayores grados alcohólicos y hay que tener cuidado con la acidez. El problema más grave es que, aunque todo el sector es consciente de que algo pasa con el clima, nos cuesta admitirlo y, mucho más, empezar a estudiarlo con detenimiento para poder tomar medidas.”

Una de las cuestiones que ya están cambiando con el sobrecalentamiento del planeta es la localización de las consideradas hasta ahora zonas “óptimas” para el cultivo y producción de vino: las ubicadas entre los paralelos 30 y 50 de ambos hemisferios. Con lo que regiones tradicionalmente más frías y húmedas –como Inglaterra o Escocia– se han convertido en zonas adecuadas para el vino, hasta el punto de que numerosas empresas del sector han empezado a comprar terrenos.

El aumento del calor obligaría a las regiones tradicionalmente cultivadoras de vino a modificar sus costumbres y hasta su materia prima. “Se tendrá que optar por variedades, clones o porta injertos más resistentes a las nuevas condiciones climáticas.

“Veremos la introducción de nuevos sistemas de conducción y riego. El adelanto de las cosechas conllevará restructurar las técnicas de vendimia, así como los tratamientos y correcciones que se lleven a cabo en bodega, con mayor uso de aparatos como los de ósmosis inversa, crioextracción y cámaras de refrigeración, entre otros”, explicó Campo.

Las consecuencias del cambio climático sobre el vino español se producen, según los expertos, porque la vid es una planta muy sensible al cambio térmico y que en el interior y el sur de España ya se están sufriendo los primeros efectos de la subida de temperatura. Sin embargo, la mayoría de las bodegas españolas, salvo contadas excepciones, están a la intemperie ante la amenaza del calor y la sequía, un sombrío pronóstico que podría ser realidad en menos de una década.

México reduce importaciones

La industria española del vino es uno de los motores de la economía, al representar 0.65 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional. Según los datos de la Federación Española del Vino, se calcula que el año pasado se llegó a una producción final agraria de más de 40 mil millones de euros, lo que representa algo menos de 50 millones de hectolitros.

Una de las razones de la buena salud de la industria vinícola son las exportaciones –el año pasado superaron los mil 600 millones de euros–, que tienen como destinos principales Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. En cuanto a la exportación de vino español a México, en el primer semestre del año se registró una ligera disminución de 3.7 por ciento en cuanto al valor y de 6.9 por ciento en volumen.

En total, España exportó 35 millones de euros en vino en 2006, lo que equivale a 10 millones de litros. Cabe señalar que 87 por ciento del vino español importado a nuestro país tiene denominación de origen, mientras que algo más de 9 por ciento fue de vinos envasados de menor calidad.

 
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