Usted está aquí: sábado 22 de septiembre de 2007 Cultura Punzante mirada de Vida Yovanovich a “la soledad, el abandono y el encierro”

La fotógrafa sostuvo un encuentro con estudiantes y profesores universitarios

Punzante mirada de Vida Yovanovich a “la soledad, el abandono y el encierro”

Ángel Vargas

Ampliar la imagen Vida Yovanovich, anteayer, en el Tec de Monterrey, campus sur Vida Yovanovich, anteayer, en el Tec de Monterrey, campus sur Foto: Yazmín Ortega Cortés

La de Vida Yovanovich es una mirada aguda, punzante, sutil, sublime.

Aunque gran parte de su existencia lo había negado inclusive a sí misma, ahora reconoce que fotografiar es también una forma de hacer política.

Y para reafirmarlo, cita lo dicho por el cinerrealizador alemán Wim Wenders, en The acto of seeing: “La decisión más política que uno puede tomar es hacia dónde quiere uno dirigir la mirada de los demás”.

Esa postura crítica se remonta a su infancia, como se lo recordó el hecho de toparse hace un par de años con una antigua imagen tomada por su padre en la que, al lado de su hermano menor, ella aparece, a los ocho años de edad, con una cámara fotográfica en mano, sentada sobre una banca en cuyo respaldo puede leerse la palabra justicia.

“¿Será que el destino sí está marcado desde un inicio y sólo vamos caminando por lo que ya está escrito?”, reflexiona esta artista nacida en Cuba, quien la noche del jueves ofreció una conferencia en el Tecnológico de Monterrey, campus sur, como parte del segundo Encuentro de Fotografía Retina.

Con más de 20 años de trayectoria profesional, Yovanovich ha abordado de manera recurrente temáticas duras, trágicas, acaso un tanto crueles, como el abandono, el rechazo, la soledad y el encierro.

Espacios físicos, pero sobre todo emocionales y sentimentales, los anteriores, en los que, “de una manera extraña que ni yo comprendo, me integro como si fueran hechos especialmente para mí”, admite.

Ejemplo de ello son sendas series fotográficas en las que plasma los dramáticos detalles de la vida cotidiana en un asilo de ancianas y en un centro penitenciario femenil, con las cuales integró, de forma respectiva, las exposiciones Cárcel de los sueños y Soledades sonoras.

Fue en torno de ambas muestras, sus preparativos y las reflexiones humanas y estéticas que le generaron, que la creadora centró su encuentro con estudiantes y docentes de ese centro educativo.

Cerca de una hora en la que privó el análisis y la conciencia, pero también el aspecto emotivo, merced a las palabras de la fotógrafa y una generosa muestra de su obra, proyectada mediante diapositivas.

Compleja mezcla de sentimientos

De acuerdo con Yovanovich, su trabajo “siempre ha sido una compleja mezcla de sentimientos”, y agrega que como fotógrafa, “no robo imágenes, las tomo prestadas para así poderme comunicar”.

Al respecto, recuerda lo dicho por David Levy Strauss de que “las imágenes por sí solas no pueden decir toda la verdad, son sólo instantes que registran la relación entre fotógrafo y sujeto”.

En opinión de Yovanovich, “es difícil introducir en las imágenes lo que se siente, lo que se vive a la hora de tomarlas, y a la vez es imposible olvidar y desprenderse”.

Del caso específico de porqué un asilo y una cárcel, explica que ese tipo de lugares le atraen porque son dos encierros sin tiempo, “espacios interiores que me protegen y guardan dentro”.

Comenta que “en Cárcel de los sueños me fui metiendo poco a poco a ese mundo de decrepitud y vejez; tuve miedo. Quise mirar y forzar a otros a mirar también”.

En Soledades sonoras, por su parte, buscó mostrar “la verdadera cárcel, a la cual me integro tiempo después. Es un mundo que curiosamente me llama. ¿Será el abandono o la soledad o la compasión que siento al mirar y escuchar a mujeres como yo?”

Durante la conferencia, Yovanovich aclaró que ha sido hasta tiempos recientes que ha decidido incursionar en el mundo de la fotografía digital, en el cual dijo haber descubierto “lo que realmente es pintar con luz”.

Aclaró que decidió hacerlo –la serie Abismo de ausencia marca su ingresó formal–, porque “no subirse al vagón de la tecnología es como caminar sin piernas en un mundo donde hay que correr”.

Resaltó como ejemplo que, a diferencia de antaño, los reporteros gráficos ya no necesitan esperar el momento oportuno, sino que se ponen a disparar muchas imágenes y luego seleccionan la mejor, y si no la hay, la fabrican con la intermediación de la computadora.

 
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