Usted está aquí: domingo 23 de septiembre de 2007 Política Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

Oro a 747 dólares la onza, y barril a 84 o “los cuatro precios del petróleo”, según China

Ampliar la imagen Ben Shalom Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el jueves pasado en el Capitolio Ben Shalom Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el jueves pasado en el Capitolio Foto: Ap

Los dilectos lectores de Bajo la Lupa no se asombrarán con los resultados de la nueva ecuación geoeconómica del siglo XXI que se despeja matemáticamente desde la primavera de marzo de 2004, cuando se supo que la dupla anglosajona no podía controlar los pletóricos yacimientos de Irak, un año después de su devastadora invasión ilegal: los binomios petróleo-gas y el oro-plata son inversamente proporcionales al desplome del dólar.

Tal ecuación se acentúa conforme prosigue la implosión invisible de la megaburbuja Greenspan que ha puesto en la picota el sistema capitalista global en su peor crisis metafísica. Más que una vulgar crisis financiera, asistimos a la descerebración del sistema capitalista que se quedó sin conceptos y que muestra a la luz del día su verdadera naturaleza cleptomaniaca que beneficia(ba) unilateral y exclusivamente a la parasitaria plutocracia global que controla(ba) la banca israelí-anglosajona gracias al paraguas nuclear de Estados Unidos (EU).

El dramático recorte de medio punto de las tasas de interés por la Reserva Federal cuando cunde la hiperinflación bursátil, demuestra que Ben Shalom Bernanke, sucesor infeliz del mago malhadado y malvado Alan Greenspan, intenta salvar a la banca israelí-anglosajona en detrimento del dólar y los bonos de EU con la grave consecuencia del empobrecimiento de su población y la profundización de la miseria planetaria.

Al corte de caja de hoy el desplomado dólar se cotiza a 1.41 por euro, el dólar canadiense alcanza la paridad igualitaria con su similar de EU por primera vez en 31 años, mientras oro y petróleo rasguñan 747 la onza y 84 el barril, respectivamente. El oro ostenta su mayor precio en los recientes 27 años y el crudo rompe su propio récord en términos nominales.

Se trata de un cambio de paradigma: el advenimiento de un nuevo orden geofinanciero y geoenergético global, donde emerge la multipolaridad por encima de la derrotada unipolaridad, como asentamos en nuestro reciente libro publicado en Buenos Aires: Fin de una era: turbulencias en la globalización (Libros del Zorzal) que valió la generosa reseña de una página en el diario Clarín (17/9/07) y reproducida por nuestros amigos de Rebelión.

Es saludable escuchar a China, segundo consumidor de petróleo más importante del mundo detrás de EU, sobre lo que piensa del presente precio del barril. Los chinos adoptan “cuatro precios” del petróleo (Detrás de los altos precios del petróleo, The People’s Daily, 18/9/07), perspectiva semejante a nuestra tesis vertida en el libro Los cinco precios del petróleo (Ed. Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006), y desairan el “quinto precio”: el desinformativo.

Los “cuatro precios del petróleo” en la óptica china son: 1. el precio geoeconómico: “la creciente oferta aminorada en el mundo representa la causa fundamental”; 2. el precio especulativo: “las especulaciones en el corto-plazo sobre los futuros del petróleo por grandes (sic) cantidades de fondos también elevan el precio”; 3. el precio geofinanciero: “la búsqueda del gobierno de EU de una política de un dólar débil (¡súper sic!) en los años recientes ha contribuido también, hasta cierto grado, al alza”, y 4. el “precio geopolítico”.

En el contexto de la “capacidad de refinación mermada por los huracanes” y el “extenso (sic) declive de las reservas comerciales de petróleo”, los serenos geoestrategas chinos reseñan que el alza es ante todo multifactorial y se ha incrementado desde 2002 a un “ritmo duradero poco visto en tiempos de ‘paz’”.

Destacan dos cosas: 1. la miseria del “análisis” de la fauna neoliberal mexicana desde hace un cuarto de siglo, para quien solamente existe el reduccionista “precio fiscal” con el que se han equivocado de principio a fin (incluido, Felipe El Breve en su efímero paso sietemesino en la Secretaría de Energía durante el aciago foxismo zedillista) y 2. el irónico cronograma chino: “desde 2002” y en “tiempos de paz” (¡súper sic!): un año después del 11/9 que derivó en la invasión de Afganistán en la frontera china, y un año antes a la invasión ilegal a Irak.

En realidad, la merma de la oferta frente a una mayor demanda proviene desde 1981 (nota: dos años después de la revolución jomeinista), al unísono de la disminución de las reservas de los productores, según datos de British Petroleum: “con poca elasticidad en los precios en la oferta y la demanda, cualquier evento trivial envía los precios a la estratosfera”.

Nuestros amigos chinos prefieren citar los datos de la pérfida Albión que las obscenas mendacidades de EU juramentadas sobre su Biblia pagana: “un reporte de la City de mayo 2006 menciona que el mercado de las materias primas manejan un volumen especulativo promedio de más de 120 mil millones de dólares al mes, proveniente principalmente del gas natural (30 mil 300 millones de dólares) y del crudo (30 mil 100 millones de dólares)” cuyo “apalancamiento” redunda en un “impacto masivo en los futuros del petróleo. En un entorno de excesiva liquidez global, los fondos detrás de las especulaciones de los futuros permanecerán iguales (¡súper sic!)”.

Aducen que “una devaluación de uno por ciento del dólar provoca un alza similar del precio del petróleo”. A nuestro humilde entender, si el barril no valiese nada (la tesis de la fauna neoliberal mexicana), su piso mínimo basal sería de 40 dólares el barril, si se considera la cotización devaluada del dólar frente al euro únicamente, y sin tomar en cuenta el valor del oro ni la crisis financiera global del capitalismo de la banca israelí-anglosajona.

Desde luego que a los chinos no se les escapan otros “elementos adicionales: técnicos, meteorológicos y políticos que también (sic) afectan los precios”. Les sigue faltando el “precio desinformativo”, que afecta la cotización cuando todo el mundo inventa la cuantía de sus reservas, sean empresas estatales (v. gr. Pemex), sean trasnacionales (v. gr. Repsol y Shell).

Demuestran persuasivamente que cuando se considera el precio pico de 1979, al unísono de la inflación agregada a partir de entonces, el precio no se encuentra tan elevado. A diferencia de hace tres décadas “su impacto ha sido limitado en la economía global” cuando los “países tecnoindustrializados han aprendido a macrorregular” y “usan menos alocadamente (¡súper sic!) la energía. Por consiguiente, los altos precios del crudo tienen menor impacto en la economía global que en el pasado”. ¡De acuerdo!

¿Está barato, entonces, el petróleo?

Más allá de las consideraciones estacionales (alza en verano y otoño, y ajuste en primavera) “es difícil (¡súper sic!) que el precio se desplome mientras no exista un cambio fundamental en los factores básicos que afectan los precios”. Los geoestrategas chinos parecen asimilar la cotización presente, pero no pierden de vista su disparo por motivos geopolíticos ni su relativa baja cuando la misma OPEP ha exhibido su inquietud y el legendario inversionista Warren Buffett ha empezado a vender sus acciones en la petrolera estatal china CNPC.

Se desprende que los geoestrategas chinos aceptan un tope de 80 dólares el barril. Aunque la recesión de EU pudiera mermar la demanda global un tanto, el problema es que prosigue la devaluación del dólar. Así que 80 dólares el barril no está tan mal en la coyuntura presente.

 
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