Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de septiembre de 2007 Num: 655

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Fontanarrosa: mucho más que un humorista
ALEJANDRO MICHELENA

Ruinas
TAKIS VARVITSIOTIS

El otro regreso de José Gorostiza
EVODIO ESCALANTE

Michelangelo Antonioni: Blow Up de ida y vuelta
RICARDO BADA

Actualidad de Antonioni
CARLOS BONFIL

Antonioni-Hancock. ’66 Blowup Jazz
ROBERTO GARZA ITURBIDE

Los idiomas del poema
RICARDO VENEGAS Entrevista con EDUARDO CASAR

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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El Mono de Alambre
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Javier Sicilia

Dolores Castro, la claridad del ser

Recientemente, bajo el sello de la editorial Praxis y con selección y presentación de Francis Mestries, acaba de aparecer una antología de la obra de Dolores Castro, La vida perdurable . Su obra, como injustamente ha sucedido con gran parte de la poesía de inspiración católica, no ha tenido buena prensa. Sin embargo, la obra de Dolores es una de las más finas y penetrantes que se hayan producido en el México del siglo xx .

Como la de los grandes poetas, la suya es una visión del mundo: la de la revelación del ser en el tiempo. Si una virtud tiene La vida perdurable es precisamente la de dejarnos ver esta visión. Un espléndido poema, “Ser”, publicado en su libro Palabras (1990), es una buena clave para entenderla: “Eran luces, luciérnagas,/ eran frondas de la noche/ y viento que las movía.// Eran fugaces/ ojos/ y piedras dormidas.// Era/ uno mismo/ en su lago, su espejo, su espejismo.”

Si algo caracteriza al ser es precisamente su oscuridad, su ausencia de nitidez. Todo en la noche, nos insinúa Dolores, es silencio; las cosas parecen no estar. Sin embargo, ese vacío tiene una profunda densidad, esa oscuridad está poblada de minúsculos estremecimientos y de claridades imprecisas; nada hay ahí que no sea el rumor del ser en general, el inevitable rumor del hay algo. Siempre hay algo, dice Dolores cuando no hay nada.

Con el día cada cosa recobra su sitio, cada objeto redescubre su nombre. El ser, tocado por la luz, se vela y al velarse se revela en realidades distintas y precisas. “Emerge –dice Finkielkraut– de la indeterminación, asume un ser que es de nuevo su ser al lado de otros seres. La luz repersonaliza al mundo y disipa [la oscura incertidumbre] del hay algo.”


Foto: cortesía de http://literaturainba .com

Toda la obra de Dolores Castro –de ahí su profundo cristianismo– es la respuesta del ser manifestándose bajo la luz. Para Dolores, la creación, acto verbal de Dios, y el poema, que lo repite en pequeño, es precisamente la revelación del oscuro misterio del ser en la creación, la suspensión de su anonimato, la identidad que nos encadena a lo pleno y que, como decía Sartre, no podemos abandonar. De ahí que la poesía de Dolores esté puntuada por el consuelo y la incertidumbre del anhelo: la luz, que hace que los objetos redescubran sus nombres y que el ser se disipe en una repersonalización, al mismo tiempo que consuela nos devuelve, en la abisalidad que oculta, y en el tiempo que transcurre y borra las presencias, a la incertidumbre de su indeterminación, donde la muerte aguarda como la realidad misma de esa oscuridad del ser que percibimos en la noche y que a la luz de las cosas anhelamos. Otro espléndido poema, “El secreto está ahí”, de Oleajes (2003), lo dice con el análogo de lo cotidiano: “Es la casa,/ pero no encuentro la puerta./ El zaguán,/ las macetas,/ dos bancas para las visitas/ que van de paso./ En el patio,/ frágiles flores,/ y el jazmín del fondo/ con su oscuro regazo de juegos.// El secreto está ahí:/ lo revelan los pájaros/ que vuelan en sus jaulas estrechas/ sin que nada sospechen mis hermanas,/ mientras alzan los brazos hacia/ las ramas altas/ y abren los ojos sin alcanzar/ los últimos rayos del sol,/ o la luna de azahares/ [...]/ Ya no encuentro [la puerta] y era sólida,/ sólida y resistente/. Ésta es la llave,/ pero ya no entra por la cerradura,/ o ya no es la misma puerta.”

El ser, como dije, se revela al ocultarse en las cosas que viven inestablemente en el tiempo, pero también, y por lo mismo, el ser indeterminado no cesa de resonar como la presencia onírica que captura el poema y nos hace anhelarlo en el amor que nos suscitan las cosas, de ahí la perdurabilidad de la vida con la que acertadamente se tituló esta antología. Dolores lo dice magníficamente al definir su poética en la entrevista que Francis Mestries le dedica y que, bajo el título de “El amor como fuente de conocimiento”, abre la antología: “Considero que entre realidad y sueño hay un puente: la imaginación. [Ella] nos permite ver lo que podría ser, lo que debe ser, porque en la poesía [que es luz] hay una especie de anhelo hacia la plenitud del ser.”

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco- cm del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la appo , y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.