Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de septiembre de 2007 Num: 655

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Fontanarrosa: mucho más que un humorista
ALEJANDRO MICHELENA

Ruinas
TAKIS VARVITSIOTIS

El otro regreso de José Gorostiza
EVODIO ESCALANTE

Michelangelo Antonioni: Blow Up de ida y vuelta
RICARDO BADA

Actualidad de Antonioni
CARLOS BONFIL

Antonioni-Hancock. ’66 Blowup Jazz
ROBERTO GARZA ITURBIDE

Los idiomas del poema
RICARDO VENEGAS Entrevista con EDUARDO CASAR

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Poesía
JAVIER PEÑALOZA


Directorio
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Los idiomas del poema

Ricardo Venegas
Entrevista con Eduardo Casar

Eduardo Casar, México, df (1952), es poeta y se ha desempeñado como profesor de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam y en la Escuela de Escritores de la Sogem. Es coautor de Palabras del exilio i . Contribución a la historia de los refugiados españoles en México (1980) y de los libros de poesía Noción de travesía (1981), Son cerca de cien años ( unam , 1989), Caserías ( unam , 1993), Mar privado (1994) y recientemente Parva natura (Plan c editores/ Fonca, 2007) y Habitado por dioses personales (Calamus/ inba , 2007). De su poesía Armando Pereira advierte: “Obsesivo, vertiginoso, por momentos incluso resultará duro y difícil para un lector desprevenido.”

–¿Cómo se ha ido trazando ese mapa que es tu obra, cómo llegaste a la poesía?

–La poesía se me apareció de manera muy poco consciente con los “Versos del capitán”, de Neruda, luego recuerdo una lectura muy fuerte que fue “Oh, este viejo y roto violín”, de León Felipe, y un autor que siempre me gustó: Miguel Hernández. Pero todavía no tenía una conciencia que luego me dio una conferencia de Tomás Segovia sobre Apollinaire, ahí él comparaba dos traducciones de algunos versos y decía: “Oigan cómo suena en español y cómo suena en francés, esta traducción es correcta y esta no porque esta imita el sonido que tiene el francés y es una cuestión del ritmo.” De pronto me di cuenta de que la frase, el verso, era realmente una unidad rítmica, pero no lo había percibido, había leído algunas introducciones a la poesía, algunas donde siempre se enfatiza el ritmo, pero el momento de captarlo como de sentirlo fue muy distinto. Recuerdo que caminé horas después de eso (fue en Bellas Artes) e iba metiendo en ritmo todo lo que iba viendo, aunque no tuviera sentido, como si hubiera encontrado una especie de molde o cauce rítmico. A partir de ahí pienso que tuve una conciencia mayor de la poesía y de la diferencia entre la poesía y simplemente escribir. Nos enseñan a escribir solamente en razón de la eficacia o de la transmisión de una información, y nunca a detenerse en las paredes del lenguaje, entonces uno sabe para qué sirve; se puede tener una buena morfosintaxis y estar escribiendo correctamente, pero se puede no sentir el ritmo interno del lenguaje, como la densidad de cada palabra o las nuevas vías (lo que se conecta entre palabras). Incluso pienso que hay muchos escritores profesionales famosos que no tienen conciencia del ritmo del lenguaje.

–¿Cómo trabajas tus textos, los trabajas inmediatamente, los corriges ahí mismo o los dejas descansar?

–Un poema se me ocurre porque, igual que el cuento, según sé (porque como cuentista he publicado unos tres cuentos, es lo que menos he hecho, al menos así lo afirmaba Cortázar), de pronto encuentras que hay algo que se cierra, es decir, una especie de conclusión, un punto de llegada, algo que percibes que puede ser un poema. Esa cuestión es muy vaga y suena muy mística, pero en realidad hay cierto tono, una cierta palabra, una situación, una asimetría de la realidad que dices: bueno, por ahí puede ir un poema, una hipótesis: “Si a cierta altura yo hubiera dicho sí en vez de no, o no en vez de sí –dice Pessoa– el mundo entero podría haber cambiado”; por ejemplo, en ese “si a cierta altura yo hubiera dicho sí en vez de no”, ese “si” que es el si condicional, ese enunciado, ese verso, a mí me sintoniza en una frecuencia poética, curiosamente, de manera inmediata. Como ese verso, hay muchas cosas con las que te vas a conectar de ese modo. Lo que hago es escribir hasta cansarme, aunque no lo esté escribiendo de manera correcta ni buscándole cosas, es decir, seguir hasta donde siento que se acaba esa historia. Más o menos he comprobado que cuando los dejo a la mitad y luego quiero continuar, ya no puedo, puedo corregir eso que había escrito, pero no desarrollarlo más porque el estado de ánimo es otro, uno ha cambiado de un día para otro.

–Para muchos poetas de tu generación fue muy importante la generación de los Contemporáneos, porque es una influencia inmediata, el mismo Octavio Paz afirmó que todo lo que se ha hecho después de la segunda mitad del siglo xx le debe algo a los Contemporáneos.

–Los Contemporáneos, indudablemente, tocan a las generaciones actuales y a la mía también. Gorostiza es un poeta que me abruma, que sigo, que vuelvo a leer con “Muerte sin fin”, sin pretender aprendérmela, simplemente por la repetición, incluso por las clases que imparto, es un poeta que tengo muy presente. El tipo de metáfora, de búsquedas sonoras y metafóricas que hace me gustan mucho. Cada quien, dentro de Contemporáneos, escoge a sus poetas; en el tipo de estructuras de la poesía de Villaurrutia he buscado o encontrado ecos y puntos de partida para poemas míos; básicamente han sido Villaurrutia y Gorostiza; un gran poeta como Pellicer, a quien le reconozco sus enormes méritos, a mí me resulta curiosamente más difícil que Gorostiza, porque no puedo con esa transparencia, necesito mayor densidad para nadar, como la de Gorostiza. La transparencia, la precisión de Pellicer, su especie de inocencia no van con mis perversidades, tanto temáticas como formales. No quiero decir con esto que no sea complicado, tiene sus complicaciones, el mejor sonetista del siglo xx mexicano fue Pellicer, pero tengo esa distancia con él. Aprecio los poemas locos y enmascarados y llenos de ficciones de Owen, pero tampoco lo conozco muy a fondo. Indudablemente mi generación le debe mucho a los Contemporáneos, porque ya hay ahí un tipo de actualidad, hay valores más comunes, es decir, toda la parafernalia, la escenografía de los modernistas nos queda muy lejos. Hablar del corazón roto, de los cisnes, del ser que se estremece, como que no. En cambio, el carácter un poco más abstracto, más individualista, menos cortesano, menos elegante, más directo, más especulativo de los Contemporáneos, va más con las cosas de mi generación, una generación formada en el existencialismo, en el marxismo, en una cuestión mucho más terrenal y más individualizada.