Usted está aquí: domingo 30 de septiembre de 2007 Estados Empleados municipales nayaritas llevan tres quincenas sin cobrar

Pleito del edil de Tuxpan con el resto del cabildo, origen

Empleados municipales nayaritas llevan tres quincenas sin cobrar

Jesús Narváez Robles (Corresponsal)

Tuxpan, Nay, 29 de septiembre. Por tercera quincena consecutiva, los 265 trabajadores del ayuntamiento de Tuxpan no recibirán salario debido al conflicto que existe entre el alcalde Eduardo Valenzuela Alba y los miembros del cabildo.

El pleito se inició cuando en julio pasado los 10 regidores presentaron al Congreso local una solicitud de revocación de mandato contra el presidente municipal, a quien acusan de desacatar los acuerdos del cabildo y hacer gastos” indebidos” en viajes al extranjero. El 16 de agosto, los ediles despidieron al tesorero José Alberto Bravo Robles, porque, dijeron, el Órgano de Fiscalización Superior detectó anomalías en las cuentas oficiales.

Los regidores postularon entonces a un nuevo encargado de las finanzas, pero Valenzuela Alba se negó a aprobar la designación, por lo que, de acuerdo con la ley, la administración municipal se halla impedida de hacer erogación alguna.

Desde entonces esta cabecera se encuentra sin alumbrado público; la recolección de basura se realiza “a medias” por algunos trabajadores voluntarios y el ayuntamiento no cuenta con servicio telefónico ni papelería, señala el propio alcalde, quien asegura que no permitirá el nombramiento de ningún otro tesorero que no sea Bravo Robles, su empleado de mayor confianza.

El regidor Ernesto González, del PRI, señala que todos los miembros del cabildo están de acuerdo en “aguantar lo que venga hasta que la Cámara de Diputados culmine el juicio de revocación de mandato y permita la destitución del presidente. Pero Valenzuela Alba señala que “con la ley en la mano” permanecerá en el cargo.

El viernes pasado, al saber que no les pagarían sus salarios, los trabajadores del ayuntamiento se plantaron primero en las escaleras de la alcaldía en señal de protesta, pero más tarde se marcharon a sus casas.

“No sé cuanto más vamos a aguantar esta situación; ya ninguna tienda (de abarrotes) nos quiere fiar y no hallamos qué hacer”, dijo Teresa Hernández, trabajadora de limpia, quien por la tarde permanecía en la entrada del edificio municipal, mientras en la Dirección de Seguridad Pública –ubicada en el mismo edificio– un solitario policía cuidaba la entrada, mientras muchos otros –según el edil– ya renunciaron.

 
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