Usted está aquí: martes 2 de octubre de 2007 Cultura “La literatura es un respiro; permite comprobar que las cosas no terminan donde suponemos”

Ignacio Solares habla de su reciente obra La instrucción y otros cuentos

“La literatura es un respiro; permite comprobar que las cosas no terminan donde suponemos”

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen La literatura mexicana no se entiende sin el género del cuento, manifestó Solares ayer a La Jornada La literatura mexicana no se entiende sin el género del cuento, manifestó Solares ayer a La Jornada Foto: María Luisa Severiano

Es muy peligroso que entre las editoriales circule el rumor de que el cuento no se vende y por eso no quieren publicarlo; “el problema es que la literatura mexicana no se entiende sin ese género”, afirma el escritor Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1945).

En entrevista con La Jornada, el actual director de la Revista de la Universidad de México habla de su reciente libro La instrucción y otros cuentos (Alfaguara), en el cual incluye un relato –que da título al volumen–, “quizá lo más importante que he escrito en mi vida, porque siento que por fin dije algo para mí esencial: que cuando andamos a oscuras por la vida, entre la niebla, dando palos de ciego, tenemos a la mano unas cuantas palabras por ahí que aprendimos de nuestros padres o que leímos o que intuimos, palabras sueltas que nos indican el rumbo”.

Solares considera que la literatura se ha enfocado en el bestseller histórico, “en contar todas las perversiones y secretos de Zapata, de Villa, de Victoriano Huerta. Me encanta la literatura histórica, la he practicado y es buena, porque permite convertir a los héroes en personas de carne y hueso, quitarles su condición de piedra y yeso; pero también hace falta la literatura, los cuentos, que nos permiten saber que hay otro mundo junto a nosotros.

“La literatura nos permite comprobar que las cosas no terminan donde suponemos que concluyen. Estamos totalmente imbuidos por lo que leemos en los periódicos de la mañana y por los noticiarios, nos enajenamos. Por eso la literatura es un respiro.”

El autor explica que escribe “por necesidad, pues para mí, la soledad es estar en las calles de Madero y el Eje Central, bajo el sol calcinante; en cambio, en la noche, escribiendo, me siento protegido, como que el mundo se vuelve habitable, se hace cómplice.”

Reitera que “una de las funciones de la literatura es hacernos ver que por más firme que se vea el piso que pisamos y el sol que nos alumbra, estamos, alrededor, llenos de demonios que en cualquier momento pueden irrumpir.

“Por eso creo mucho en la literatura que va del inconsciente al papel, pasando lo menos posible por el consciente, es decir, en la literatura que surge del inconsciente colectivo, que es de todos, un sueño compartido.”

Agrega que le encantan los fantasmas y todo lo mágico, por lo que se entusiasma al hablar de este libro, en el cual “por fin puedo reunir cuentos de literatura fantástica, desde el primero que publiqué en la revista Plural de Octavio Paz, en 1971, hasta el más reciente que he escrito, La instrucción”.

En esta narración Solares habla de un capitán que va a la deriva y debe ir descubriendo las instrucciones escritas en una especie de papel fantasma: “no hay nada peor que ir sin rumbo y nunca poder descifrar la instrucción. Ya lo vivimos: seis años a la deriva, en un país donde Vicente Fox ni siquiera hizo el intento de ver el papelito con las indicaciones; al contrario, hizo ostentación de su incultura y falta de instructivo.”

Ignacio Solares dice que fue su padre quien le dio las primeras “instrucciones” para navegar por la vida: “Julio Verne, Salgari, Robinson Crusoe, lo fantástico, el saber que hay otros mundos que están en los libros, por eso para mí el libro siempre ha sido algo sagrado”.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.