Usted está aquí: miércoles 3 de octubre de 2007 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

La quiebra de la banca negra: Citigroup, UBS, Santander y BBV

Ampliar la imagen Logo en la fachada de la sede del UBS, en Zurich, Suiza Logo en la fachada de la sede del UBS, en Zurich, Suiza Foto: Ap

En mi adolescencia en Beirut, entonces centro financiero del Medio Oriente antes que se desmoronase en beneficio de la omnipotente banca israelí-anglosajona (como resultado de la extraña quiebra en 1966 del Banco Intra, que manejaba las finanzas de la OLP), un poderoso banquero, íntimo del clan familiar, solía comentar que había que preocuparse si un día la banca suiza, la bóveda de depósitos más segura del mundo, llegase a desplomarse.

Ni durante la primera ni la segunda guerras mundiales, ya no se diga la guerra fría, la banca suiza, la verdadera reserva de última instancia planetaria que se subsume en el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), con sede en Basilea, padeció los estragos que hoy exhibe lastimosamente.

Los muy serios y (ex) solventes banqueros suizos, nos reportan nuestros amigos europeos, están sumamente molestos con sus homólogos israelíes-anglosajones, a quienes catalogan de “salvajes” y quienes han puesto en peligro de muerte al sistema capitalista desbocado en la frenética especulación financiera mediante “instrumentos innovativos” que nadie puede contabilizar ni evaluar. Y eso que nos encontramos al inicio del siglo XXI…

Ya habíamos advertido en el “Fobaproa/IPAB bushiano: el rescate financiero de Citigroup y Bank of America” (ver Bajo la Lupa, 29/8/07). La verdadera noticia es el derrumbe de la legendaria banca suiza, mucho más que Citigroup, un banco de truhanes (con tener al subsidiado por el Fobaproa/IPAB, Roberto Hernández Ramírez, basta).

Las pérdidas de la otrora sobria banca suiza provienen de sus aventuras en los dédalos de los ominosos hedge funds (fondos de cobertura de riesgo). UBS, que sufrió una paliza en su filial Dillon Read Capital Management y despedirá a mil 500 empleados, era el líder mundial de activos privados y el segundo banco europeo en relevancia.

Es más preocupante el derrumbe de UBS, por sus alcances metafísicos, en comparación con el muy cantado epílogo de Citigroup, catalogado por quienes saben como banco especializado en el “blanqueo”.

Andrew Hurst y Christian Plumb (Reuters, 1/10/07) reportan desde Zurich que la crisis financiera alcanzó a los bancos suizos UBS y Crédit Suisse: “la crisis crediticia golpeó el corazón (¡súper sic!) de la industria financiera global”.

Citigroup, quien desde su macabra génesis ha vivido en cuidados intensivos, pese a que en términos de “capitalización de mercado” sea el “primer banco global”, anunció un abrupto desplome de 60 por ciento de sus ganancias para el tercer trimestre (desde luego, con cifras subreportadas y maquilladas).

Una institución seria de la talla de Deutsche Bank, el primer banco europeo, después de “advertir que sufriría un fuerte golpe” en sus resultados al tercer trimestre, “aún no cuantifica (¡súper sic!) la escala del probable daño”.

Los bancos europeos buscan ganar tiempo para rezar por un milagro de la alquimia financiera cuando la vesania de los monetaristas centralbanquistas consiste en inyectar deuda nueva a la deuda vieja, lo cual no detiene la implosión invisible de la megaburbuja Greenspan que hemos denominado “crónico desinflamiento físico”.

Carter Dougherty (IHT, 1/10/07), desde Francfort (la capital financiera europea) revela que los “bancos todavía no están seguros (¡súper sic!) de la amplitud del daño causado por la sequía crediticia”, ya que “ ni los magos financieros entienden realmente su propia magia”, en referencia a sus “misteriosos (sic) instrumentos financieros”.

Ahora resulta que los “mercados” son manejados por locos nigromantes. ¿Y qué debemos hacer los ciudadanos, quienes a final de cuentas subsidiamos sus impúdicas apuestas lúdicas?

Dougherty sentencia que “dos meses después de la sequía crediticia, nadie (¡súper sic!) es capaz de determinar el verdadero valor de los hedge funds. (…) Además de que la información necesaria para su nueva evaluación no es confiable (¡súper sic!) y muy lenta. (…) El valor de las obligaciones es muy incierto (¡súper sic!)”. ¡Ni el fétido IFE del defenestrado “mago” Ugalde llegó tan lejos!

Agrega dos incertidumbres: “los modelos complejos matemáticos que usan los bancos para la valuación de sus carteras” y la duda sobre las hiperabultadas calificaciones alocadas de Standard & Poor’s y Moody’s.

La mejor prueba de que algo alarmante ha sido ocultado es la tasa de interés a tres meses que se mantiene tercamente elevada, en camino inverso al recorte brutal de la Reserva Federal. La principal vulnerabilidad ahora –concluye Doughterty– reside en la “opacidad (sic) de los instrumentos financieros”.

Hasta Kenneth Rogoff, anterior jefe de economistas del agónico FMI, confiesa que la situación es peor que la crisis asiática de 1997 con la que lidió: “es lo más opaco (sic) que he visto”.

Pero, ¿cómo no va a ser “opaco”, si la desregulada globalización financiera fue deliberadamente creada para beneficio exclusivo de la parasitaria plutocracia neofeudal, gracias a la ausencia de vigilancia regulatoria estatal y ciudadana, y a la contabilidad invisible de los paraísos fiscales?

¿A qué tontos quieren tomar el pelo los monetaristas centralbanquistas como Rogoff, los émulos del mago malhadado y malvado Greenspan, considerado uno de los seres mas “diabólicos” del planeta (Spengler, Asia Times, 2/10/07)?

Las hazañas de blanqueo de Citigroup, sumado del banco británico HSBC (beneficiado con las “dos guerras del opio” contra China en el siglo XIX), pertenecen al dominio público desde el archipiélago nipón hasta el Caribe en la isla del Pájaro, propiedad del ex vendedor de naranjas tuxpeño Roberto Hernández Ramírez, uno de los encumbrados accionistas de Televisa junto a Enrique Krauze Kleinbort, miembro del siniestro “Comité del Peligro Presente”, que con Norman Podhoretz y Aznar abogan por la “tercera guerra mundial”.

Los blanqueadores globales se megafusionan ante la implosión invisible de la megaburbuja Greenspan. En su número más reciente (año XI, Núm. 170) del Club de Periodistas de México AC (vocesdelperiodista.com.mx) aparece una ilustrativa reseña sobre las hazañas macabras de BBV-Bancomer y su conexión con Banxico (léase: De la Madrid, Zedillo y Ortiz Martínez, cuyo operador transexenal José Madariaga Lomelí –socio de Hildebrando Zavala Gómez del Campo–, acusado de blanqueo por el juez Baltasar Garzón, ocultó el explosivo “Bono Japonés”) y que, al parecer, será absorbido por HSBC debido a sus dificultades financieras en la inmobiliaria española. La situación burbujeante de Santander estaría peor.

Como Citigroup y BBV, el cadavérico Santander, que analistas europeos afirman pertenece a la casa real británica mediante el Royal Bank of Scotland, constituye una momia a la que los bancos centrales de Europa le han colocado un motor interno para que aparente estar vivo.

La banca negra –por aquello de sus nigromantes, el blanqueo inmundo y la contabilidad opaca– de la desregulada globalización financiera neofeudal ha sido expuesta: no por su apariencia sabiamente maquillada, sino por su putrefacción interna que ha empezado a exhalar toda su mefítico miasma acumulado.

 
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