9 de octubre de 2007     Número 1

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Agrocombustibles a debate

  • EU transforma en etanol maíz que duplica producción mexicana
  • Inversionistas extranjeros y trasnacionales con proyectos en Sinaloa
  • Volatilidad de precios y desabasto de grano blanco para tortilla

Lourdes Edith Rudiño

Frases como “renacimiento rural” y “bioeconomía boyante” permean el ánimo de los agricultores del llamado cinturón del maíz en Estados Unidos (EU), donde también es posible encontrar carteles con imágenes de granjeros vestidos como magnates petroleros y en la mano una planta de maíz convertida en manguera de etanol carburante.

Esto da idea de lo que significa el boom del etanol producido a base de maíz en la Unión Americana –país responsable de más de 60 por ciento de las exportaciones mundiales del grano– y la trascendencia de la disyuntiva: ¿cultivos para dar de comer a la gente o para gasolina de autos?, encrucijada planetaria y que en México toma forma a partir de proyectos de etanol que reducirían la oferta alimentaria del cereal.

En 2006 Estados Unidos utilizó 48 millones de toneladas de maíz (20 por ciento de su cosecha nacional, lo que representa ¡más del doble de la producción total mexicana!) para generar 5 mil millones de galones de etanol, o sea, 18 mil 926 millones de litros; ello, después de que en un solo año sus inventarios nacionales del cereal habían caído a casi la mitad.

Y según funcionarios del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, para 2011 el país podría producir 11 mil millones de galones del carburante, lo cual comprometería unos 100 millones de toneladas del cereal. Las instrucciones de George W. Bush son que EU obtenga 37 mil millones de galones de energía alternativa –sobre todo etanol, pero también butanol, biodiesel e hidrógeno– en 2017 y sustituya así 20 por ciento de su consumo de gasolinas; hoy la sustitución, que es con etanol, apenas llega a 5 por ciento.

Demanda creciente y precios altos. No extraña entonces que la demanda de maíz para etanol indujera especulación y un alza de cien por ciento en un solo año en los precios internacionales del grano a principios de 2007, y tampoco asombra que la carestía apunte a sostenerse por lo menos durante un lustro, según prevé la correduría FC Stone.

¿De dónde tomará EU el maíz adicional que requiere para etanol? En principio, de mayores volúmenes de producción –este 2007 sembró 38 millones de hectáreas de maíz para todo tipo de consumo, 7 millones más que en 2006–, pero también de los inventarios destinados a la exportación y al uso pecuario, lo cual será crítico para los países con dependencia alimentaria, como México.

En el territorio de Estados Unidos, y en especial en el “cinturón maicero” –Nebraska, Illinois, Missouri, Iowa, que es la región exportadora de maíz– han proliferado las plantas de etanol. En enero de 2003 había 66 fábricas en el país y 11 estaban en construcción. Para enero de 2007 ya había 113 en operación y 65 en construcción, y en septiembre la contabilidad es de 128 y 76, respectivamente.

Maíz en riesgo. En México se  agria el debate. Es cierto, los combustibles fósiles son finitos, y aunque el país hoy exporta petróleo, es importador de gasolinas y debe buscar alternativas energéticas. Pero algunos piensan que la comida está primero.

En la política pública hay contradicciones. Por un lado, Sinaloa se perfila como fuerte productor de etanol a base de maíz, para la exportación a Estados Unidos. Y caracterizado esto como una decisión estatal –con inversiones extranjeras en puerta–, el presidente Felipe Calderón ya dio la bienvenida a la primera planta del país que arrancará en pocos meses.

Y por otro lado, el Ejecutivo federal y legisladores del PRI y PAN entraron en una maraña de compromisos y rectificaciones, y hay incertidumbre en el marco legal, pues la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos, que fue aprobada en abril por una negociación PRI-PAN, fue vetada por Felipe Calderón el primero de septiembre.

En julio, el presidente estuvo en Navolato, Sinaloa, para supervisar el avance de la construcción de la primera planta de etanol del país, la cual, propiedad de Destilmex, operará a partir de mayo de 2008 y consumirá 290 mil toneladas de maíz blanco –que muy probablemente se reconvertirán a amarillo– para generar 30 millones de galones de etanol.

Según Jorge Kondo, secretario de Agricultura de Sinaloa, hay varios proyectos de plantas de etanol, que en el futuro en conjunto consumirían los excedentes de maíz blanco del estado, que son de entre 1.5 y 2 millones de toneladas actualmente, de una producción total de 5 millones.

Además de la fábrica de Destilmex, hay otra en construcción en Los Mochis, de Mex Starch, con capacidad para procesar 50 mil toneladas de maíz, y otro plan en firme en Guamúchil, para 150 mil toneladas del cereal.
Los demás proyectos son de inversionistas de Rusia, China continental, Canadá y empresas como Archer Danield’s Midland y Cargill –que implican capitales de entre 25 y 50 millones de dólares por cada planta, y para lo que se tiene disponibilidad de financiamiento del Banco Mundial–. Los planes se encuentran en stand by, en espera del marco legal, pues preocupa la posibilidad de que se vete al maíz como insumo del etanol.

Maizales en encrucijada. Si bien hay más proyectos de plantas de etanol con maíz, sorgo dulce, remolacha y caña, en Nayarit, Nuevo León, Sonora, Jalisco y otros, la situación de Sinaloa es significativa; dramatiza el debate: ¿maíz para personas o para autos?

Datos reportados por Hugo Alfonso García Rañó, investigador de El Colegio de México, señalan que en el país se consumen 9.7 millones de toneladas de maíz para tortillas (3.5 millones corresponden a la industria de harina, 3.2 millones a la molienda de maíz nixtamalizado y 3 millones se consumen en forma tradicional en los hogares rurales).

Así, “esos 2 millones que utilizará Sinaloa para elaborar etanol serán extraídos de los 9.7 millones (…) tal vez la tortilla en México deba ser entonces producida en parte con maíz amarillo, o de cualquier otra calidad”, y hay riesgos de que se agudice el encarecimiento y especulación observados este año en la cadena maíz-tortilla, comentó García Rañó.

Con una producción que en 2006 fue de 22 millones de toneladas de maíz y una importación de 10.7 millones con valor de casi mil 140 millones de dólares, México depende del extranjero en más de 30 por ciento de su abasto del grano. Lo que importamos es básicamente para alimento animal y para la industria almidonera, pero ahora las nuevas circunstancias podrían llevarnos a depender del maíz amarillo para consumo humano.

¿Quién subsidia? Según Víctor Quintana, asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua, es indispensable ponderar las ganancias privadas y los costos sociales, pues el agua que irriga los valles de Sinaloa proviene de los bosques de comunidades indígenas de Chihuahua y Durango. “Y nadie paga nada por los servicios ambientales”.

Además, dos de las plantas de etanol de Sinaloa obtuvieron subsidios de la Secretaría de Agricultura (Destilmex, 50 millones de pesos y Mex Starch, 25 millones). El dinero fue para capitalizar a las empresas con un mecanismo en que los agricultores proveedores de maíz se convierten en socios y sienten estímulo para la reconversión a maíz amarillo.

Expertos en los mercados agrícolas esperan que a partir de 2010 la tecnología para producir etanol se modifique, pues se contará con avances científicos para, con eficiencia económica, obtener este carburante a partir de celulosa (de rastrojos del campo, de virutas de madera, de los llamados switch grass o pastos gigantes), y ello reducirá la presión sobre el maíz.

No obstante, los propietarios de plantas de etanol a base de maíz en Estados Unidos, igual que científicos participantes en las investigaciones de celulosa, advierten que el grano seguirá siendo la fuente principal del etanol, y que las plantas hoy trabajando y en construcción no se quedarán como elefantes blancos. Cada planta de etanol a base de maíz en EU tiene una inversión de 100 millones de dólares en promedio y su vida útil es de 25 años.


Energía en movimiento

Los agrocombustibles no son cosa nueva, la energía motriz proveniente de cultivos agrícolas se remonta al siglo XIX, cuando Nicolaus Otto, inventor del motor Otto, utilizó etanol, y Henry Ford construyó un primer automóvil diseñado para consumir este tipo de energía.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, del total de agrocombustibles en el mundo, 90% es etanol de maíz y caña de azúcar, y 10% es biodiesel, de oleaginosas como soya, girasol, colza y palma de aceite.

En 2006 los agrocombustibles sustituyeron 3% de la energía para el transporte. La BP Biofuels de EU prevé que se llegará a 8% en 2015 y a 30% en 2030. Europa, EU, Brasil, destacan por metas ambiciosas, pero Japón, Canadá, Colombia, Venezuela, Tailandia, Filipinas, India y China, entre otros, también están apuntados en esta sustitución.

Análisis del Rabobank dicen que todos los cultivos usados para agrocombustibles mantendrán al alza los precios mundiales, generando una “agroinflación”, y un permanente desbalance de la oferta/demanda, pues no hay suficiente tierra agrícola para sustituir con agrocombustibles ni siquiera 10 por ciento del actual consumo mundial de combustibles fósiles.

Heikki Mesa, experto en cambio climático de World Wildlife Fund, dice: “Los países desarrollados podemos permitirnos pagar más por agrocombustibles y alimentos (aunque tampoco a largo plazo), pero los países en vías de desarrollo se pueden quedar sin ambos”.

El Movimiento Sin Tierra de Brasil advierte que con los agrocombustibles se están estimulando monocultivos en manos de monopolios. Hace poco, Cargill compró la planta más grande de alcohol carburante en Sao Paulo junto con 36 mil hectáreas continuas de caña.

Por lo anterior, hay un reclamo de definir estas fuentes de energía como agrocombustibles y no biocombustibles, porque el prefijo “bio” significa “vida” y este tipo de combustibles pueden estar apuntando más bien a la muerte de los campesinos y la naturaleza.