Usted está aquí: miércoles 10 de octubre de 2007 Espectáculos Mi trabajo: decir quiénes son y qué motivos tienen los excluidos, dice Babenco

Realiza la Cineteca Nacional ciclo sobre la obra del director de origen argentino

Mi trabajo: decir quiénes son y qué motivos tienen los excluidos, dice Babenco

El pasado muestra la pluralidad de los universos femeninos, afirma en entrevista

Juan José Olivares

Ampliar la imagen Fotograma de la cinta El pasado, estelarizada por Gael García Bernal Fotograma de la cinta El pasado, estelarizada por Gael García Bernal

“No hay discusión: el Estado tiene que apoyar la producción de cine de la misma forma que tiene que hacer escuelas para los niños, o construir hospitales para la gente que no tiene dinero; es obligatorio. Los gobiernos deben de dar el acceso al universo creativo, eso crea un Estado fuerte”, comenta, en entrevista con La Jornada, Héctor Babenco, cineasta argentino naturalizado brasileño, quien estuvo en México con motivo de un ciclo de sus películas que exhibirá Cineteca Nacional, donde ayer se presentó su reciente filme El pasado, protagonizado por Gael García Bernal.

Para el reconocido realizador, el Estado en los países latinoamericanos tiene una “responsabilidad inmensa, total y concreta de participar en el cine porque si no, nos transformamos en una free shop de aeropuerto. Creo que tiene que dar el modelo más democrático posible para que las productoras de la forma más independiente, puedan estructurarse para hacer las cintas que se les antoje, al tiempo que tiene que estar ausente de poder censurar algunos de los modelos morales y éticos”.

Héctor Babenco ha filmado en tres idiomas: español, portugués e inglés. Sus cintas han sido premiadas en Cannes y han obtenido candidaturas y premios en los Óscares. El rey de la noche, Lucio Flavio, Pixote, El beso de la mujer araña, Brincando en los campos del señor, Ironweed, Corazón iluminado y Carandirú, son sus filmes reconocidos. En ellos trata sobre los entornos de los excluidos. Más bien, de “cómo la sociedad coarta la libertad de los individuos”, como concluyó el director de la Cineteca, Leonardo García Tsao, con quien el realizador y guionista sostuvo una charla previa a la proyección de El pasado.

Babenco aseguró: “Desde el inicio de mi carrera he querido dar individualidad a aquellos que la sociedad define –con terminología sociológica–, como prisioneros, excluidos, abandonados… fuera de la ley; siempre quise decir quiénes eran esas personas y qué motivos o pasiones los llevaban a tener un determinado comportamiento”.

Babenco pertenece a una generación que no creció viendo la televisión, pero de la cual tomó de referencia para ver cómo culturas distantes contaban sus historias. Siendo adolescente, descubrió la nouvelle vague francesa, el cine de Visconti, Antonioni, los westerns y los filmes del polaco Andrzej Wajda. A los 17 años, influenciado por la literatura beatnik, dejó su hogar. La primera parada fue Brasil. Poco después siguió Europa, donde residió hasta 1969. Durante ese periodo ejerció todo tipo de trabajos, inclusive actuó como extra en spaghetti westerns filmados en España. Imposibilitado para retornar a Argentina, por ser considerado desertor del servicio militar, se instaló en Sao Paulo, donde trabajó como fotógrafo en restaurantes.

El rey de la noche, su primer largometraje

En 1975 realizó su primer largometraje: El rey de la noche. Dos años después se naturalizó brasileño para hacer una cinta que, por primera vez en plena dictadura militar, narró las impunidades de las actividades corruptas de los policías: Lucio Flavio.

“Los pueblos de Latinoamérica no merecen ni la policía ni los gobernantes que tienen. No es que el modelo que tengamos ahora sea el correcto, es obsceno; veo el diario de acá y me parece que es el mismo que de Brasil, donde vivo desde hace más de 30 años. Son los mismos temas: corrupción, enriquecimiento ilícito, muertes impunes.”

Babenco filmó Pixiote, en 1980, con éxito en varios países. Su siguiente cinta fue en inglés: El beso de la mujer araña, escrita por Manuel Puig. El realizador la adaptó y la financiaron brasileños. La cinta recibió cuatro candidaturas a los Óscares: mejor director, mejor filme, mejor guión adaptado y mejor actor, pero fue William Hurt, protagonista del filme, quien ganó la estatuilla de Hollywood y la Palma de Oro en Cannes. Tras leer Ironweed, novela del estadunidense William Kennedy, Babenco la adaptó. Ambos protagonistas, Meryl Streep y Jack Nicholson, fueron postulados al Óscar. Brincando en los campos del señor fue escrita por él junto con el francés Jean-Claude Carrière. Fue filmada en inglés con elenco internacional.

Alejado por problemas de salud durante casi una década, realizó en 1998 Corazón iluminado. En 2003 dirigió Carandiru, adaptación del best-seller de Drauzio Varella, médico personal del director y quien atendía en una cárcel de Sao Paulo, institución en la cual 111 presos murieron durante una incursión policial por un motín, en 1992.

Su reciente filme es El pasado (el cual “le debe mucho a Gael”, afirma Babenco), basado en la novela del argentino Alan Pauls. “Luego de haber visitado tantas veces el universo masculino, el de los más excluidos en situaciones más limítrofres, tuve que del residuo de la memoria en la manera de que cómo viajan los universos afectivos a lo largo de un espacio físico, de un tiempo de vida, de cómo permanece al amor luego de que éste ya murió. Es un plato lleno para un siquiatra. Es una película que muestra la pluralidad de los universos femeninos.”

Babenco asegura que la historia nace en este momento en que “el cine está cada vez más difícil de contarnos historias nuevas. Este era un tema, el de la permanencia del amor, que no había sido abordado”.

La cinta, que distribuirá Fox, se estrenará comercialmente el 15 de noviembre. Babenco considera que no debe haber prejuicios por trabajar con trasnacionales. “Tiene lógica, tienen tradición y lo saben hacer; llegaremos a más lugares por medio de ellos, entonces tendríamos que decir: por qué filmo con Kodak, por qué con una cámara alemana o un equipo suizo. Tenemos a veces un pensamiento obtuso de cuando éramos románticamente ignorantes.”

 
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