Usted está aquí: jueves 11 de octubre de 2007 Política Obispo de EU dejó escapar al pederasta Nicolás Aguilar

Declaraciones de Curry en el proceso así lo revelan

Obispo de EU dejó escapar al pederasta Nicolás Aguilar

Exigen la renuncia del prelado en Santa Bárbara

Sanjuana Martínez (Especial para La Jornada)

Ampliar la imagen El sacerdote Nicolás Aguilar, acusado de cometer abusos sexuales en contra de decenas de niños, fue captado durante una misa celebrada el año pasado en Puebla El sacerdote Nicolás Aguilar, acusado de cometer abusos sexuales en contra de decenas de niños, fue captado durante una misa celebrada el año pasado en Puebla Foto: La Jornada

Han pasado 20 años desde que el sacerdote Thomas Curry favoreció la huida del presbítero Nicolás Aguilar desde Estados Unidos hacia México, y el cura pederasta aún está prófugo de la justicia, a pesar de tener órdenes de detención en ambos países. El agresor siguió libre y acumuló nuevas víctimas otra vez en territorio mexicano.

Así lo demuestran nuevos documentos que integran el proceso civil que se sigue en la Corte Superior de California contra los cardenales Norberto Rivera y Roger Mahony por conspiración a la pederastia y contra el sacerdote Nicolás Aguilar.

La operación montada desde la arquidiócesis de Los Ángeles para ayudar a escapar al sacerdote después de haber abusado sexualmente de 26 niños a lo largo de ocho meses, estuvo a cargo del vicario Thomas Curry, subordinado del cardenal Roger Mahony.

La versión estenográfica del interrogatorio a Curry, actual obispo de Santa Bárbara, California, en el caso número BC3587, muestra cómo las autoridades eclesiásticas angelinas le dieron a Nicolás Aguilar la oportunidad de que huyera durante un fin de semana, porque a pesar de que Curry se enteró de las tropelías sexuales del cura el viernes 8 de enero de 1988, esperó hasta el lunes 11 para denunciarlo a la policía.

Más aún, Curry se entrevistó con Nicolás Aguilar el sábado 9 de enero de 1988 en la parroquia de Santa Agatha, para notificarle que le habían revocado sus facultades ministeriales en la arquidiócesis de Los Ángeles.

El abogado de las víctimas, Robert Waters, le preguntó durante el interrogatorio a Curry: “¿y la razón para revocarle sus facultades –a Aguilar– fue por abuso sexual contra menores, correcto?” Sin inmutarse, contestó que “sí”.

–¿Usted sabía que las acusaciones de abuso sexual a menores debían ser reportadas inmediatamente a las autoridades de California?

–Sí –dijo con el beneplácito de su abogado. Lo que no explicó es por qué dejó pasar sin actuar esos tres días que permitieron escapar al pederasta. Curry reportó a Aguilar hasta el lunes.

El informe de las autoridades señala que el vicario dijo a los policías que el cura pederasta planeaba regresar a México a partir del 11 de enero de 1988.

El abogado Waters preguntó entonces a Curry, que si el sacerdote le dijo eso, por qué no le advirtió que tenía que permanecer en Los Ángeles mientras se desarrollaba la investigación en su contra. Tanto Woods como el abogado del cardenal Norberto Rivera, Steven R. Selsberg, objetaron esa pregunta y Curry no la contestó.

El obispo incurrió en una contradicción flagrante, que demuestra por sí sola que no dice la verdad, lo que sin duda no pasará inadvertido al juez Elihu Berle: en una carta le dijo por escrito al cardenal Rivera que Nicolás Aguilar iba a permanecer en Estados Unidos. Preguntado en el interrogatorio, afirmó que eso es lo que el pederasta le había asegurado en su encuentro del 9 de enero. Al mismo tiempo, declaró que no recordaba haberle dicho a la policía lo contrario, es decir, que Nicolás Aguilar iba a regresar a México inmediatamente.

Curry dice no recordarlo, pero la policía sí, y además apunta a los motivos de la desmemoria del obispo. Los abogados de las víctimas han presentado a la Corte Superior de California una declaración jurada de Héctor Esparza, el policía que tomó el reporte de los abusos sexuales, el pasado 18 de septiembre: “el padre Aguilar informó a monseñor Curry que planeaba regresar a México en la semana del 11 de enero de 1988, pero Curry no contactó con el departamento de policía de Los Ángeles. Nuestra investigación señala que el sábado 9 de enero de 1988, después de que Curry habló con el padre Aguilar, éste viajó a México y desde entonces no ha regresado”.

Esparza ofrece otro dato revelador al juez relacionado con investigar la responsabilidad del cardenal Norberto Rivera, ya que afirma que poco después de la investigación policial, Ann Curry, reportera del canal televisivo KCBS contactó al departamento de detectives de la policía de Los Ángeles para informarles que había llamado al entonces obispo Norberto Rivera y que éste le dijo que “el padre Nicolás Aguilar había renunciado a su sacerdocio y se había ido a vivir con unos familiares a Cuernavaca”.

La conclusión del policía Esparza es demoledora para el cardenal Roger Mahony: “las acusaciones contra el padre Aguilar fueron fácilmente confirmadas. Pero los tres días de retraso (viernes 8, sábado 9 y domingo 10 de enero de 1988) para reportarlo facilitaron la huida de California del padre Aguilar”.

Otras dos personas de la arquidiócesis de Los Ángeles están involucradas en la fuga del sacerdote Nicolás Aguilar. Los padres de uno de los niños violentados por el cura acudieron primero con la hermana Josie, maestra del primer año de la escuela de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en Rose Hills; ella inmediatamente lo reportó a su superiora, la hermana Renee, quien pidió autorización a su jefe, el padre Bill McClean, quien a su vez solicitó permiso al vicario Thomas Curry. “De acuerdo con la hermana Renee, ella trató de hacer el reporte el sábado 9 de enero de 1988, pero asegura que nadie contestó”.

Espera sospechosa

Según el reporte policial, el padre McClean cumplió con su deber avisando ese mismo viernes 8 de enero al vicario Thomas Curry, quien en lugar de reportarlo inmediatamente a la policía se entrevistó con el cura pederasta y se esperó hasta el lunes para acudir a las autoridades.

Héctor Esparza en su declaración jurada señala: “cuando realicé las entrevistas necesarias con gente de la arquidiócesis de Los Ángeles me dio la impresión de que retrasó intencionalmente el reporte del abuso sexual contra menores para ayudar al padre Aguilar a evitar la acción de la justicia”.

A continuación, el policía Esparza explica una hipótesis que hubiera evitado que Nicolás Aguilar siguiera violando niños en México, como sucedió en la década de los 90: “Específicamente si la arquidiócesis de Los Ángeles hubiera reportado las acusaciones de abuso sexual de menores a la policía el 8 de enero, se hubieran dado los pasos para detener al padre Aguilar y asegurarnos que permaneciera en California para responder por sus crímenes”.

Al igual que en el interrogatorio, Woods aceptaba que su cliente respondiera las preguntas incriminatorias para Norberto Rivera Carrera, a pesar de las objeciones de Selsberg. Un ejemplo de ello es cuando el abogado Waters preguntó a Curry si Nicolás Aguilar era un agente de la diócesis de Los Ángeles, y Woods objetó añadiendo que permitiría la pregunta con un ligero cambio: “pregúntele si tuvo una conversación con él, siendo agente del cardenal Rivera, eso sí puedo permitirle contestar”.

La declaración del obispo Thomas Curry ha provocado que en Estados Unidos la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes haya exigido su renuncia como obispo de Santa Bárbara: “Hace más de dos décadas el obispo Thomas Curry permitió deliberadamente a un depredador serial escapar de la policía”, dice en un comunicado.

“Los documentos y la declaración del propio Curry demuestran que él intencionalmente dejó a un criminal irse de Estados Unidos a México”, añade.

Además de que le permitió seguir violando niños de vuelta en México, la fuga consentida de Nicolás Aguilar tuvo dos consecuencias importantes para la arquidiócesis de Los Ángeles, que quizá expliquen por qué encontró tantas facilidades para escapar por parte del obispo Thomas Curry: primero, no respondió por sus crímenes en California y, segundo, como consecuencia, no hubo juicio, por tanto la arquidiócesis no tuvo que pagar ninguna indemnización a las víctimas.

 
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