Usted está aquí: miércoles 17 de octubre de 2007 Cultura “¿No es saña la extrema pobreza de 40 millones de mexicanos?”

Margo Glantz habla de su nuevo libro publicado por Ediciones Era

“¿No es saña la extrema pobreza de 40 millones de mexicanos?”

La escritora explora los mil rostros de esa actitud que parece ser la marca de estos tiempos

Existen personas que no son felices si no friegan a otros de una manera siniestra, señala

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen "Hay una saña contra mí misma, que me obliga a encarnizarme contra la facilidad, contra eso que se llama la inspiración", dijo Margo Glantz, ayer, en entrevista con La Jornada “Hay una saña contra mí misma, que me obliga a encarnizarme contra la facilidad, contra eso que se llama la inspiración”, dijo Margo Glantz, ayer, en entrevista con La Jornada Foto: Carlos Ramos Mamahua

Más allá del rencor, del odio o de la inquina, la escritora Margo Glantz explora, en su libro más reciente, los mil rostros de la saña, por medio de textos breves que aparecen frente al lector como gotas de hiel, luego de arsénico, intercalada con un poco de miel y humor, para hacer menos sombrío el recorrido.

Saña es, precisamente, el título del volumen de la colaboradora de La Jornada, publicado por Ediciones Era, en el que la narradora aborda la que parece ser la marca de estos tiempos, baste ver, dice, “la manera en la que Vicente Fox robó, o la manera en la que la señora Marta Sahagún aprovechó el Fobaproa para que sus hijos se hicieran ricos, o la saña con la que el gobierno permite que más de la mitad de la población de México se tenga que ir del país porque el campo se está acabando, o la saña de la guerra en Irak”.

En entrevista con La Jornada, Glantz indica que estamos viviendo en un mundo donde la saña es lo más importante: “si uno lo percibe, necesita escribir libros como éste. Empiezo con un texto de Alfonso X que dice que los reyes tienen que desfogar su saña, y si no tienen guerras para hacerlo, que se vayan a cazar.

“Uno tiene siempre rabia contenida. La vida diaria, el nacimiento mismo, producen cierta violencia. Hay muchos sentimientos mezclados, difíciles de definir, que forman parte de la saña. Existen personas que la tienen más encarnizada, o que viven de ella, no son felices si no friegan a otros de una manera siniestra, con maldad.

“Si bien hay quien tiene una saña, digamos normal, hay quienes actúan con saña, con una especie de vocación por hacer el mal. Los políticos son un ejemplo, ¿no le parece saña que más de 40 millones de mexicanos vivan en la extrema pobreza?”

Prosa bella para un tema terrible

Una de las preocupaciones de Saña es “delimitar lo indelimitable, aquello que separa la santidad de la impureza, lo sucio de lo limpio, la mutilación de lo íntegro”.

Por ello, dice Margo Glantz, “el intento ha sido escribir una prosa lo más impactante que se pueda, para lograrlo, ésta debe ser bella, aunque el tema sea terrible.

“Lo mismo pasa con los cuadros de Francis Bacon, por eso lo trabajo tanto: ver su obra siempre produce un horror tremendo, pero al mismo tiempo emociona, produce casi un orgasmo negativo.

“Uno trata de no darse cuenta de lo que somos. Por ejemplo, leí lo de ese tipo que mató a sus mujeres y luego se comió a una de ellas, y me dan ganas de hacer una novela sobre él.

“Son cosas que se salen de lo común, pero al mismo tiempo forman parte totalmente de la naturaleza humana y son menos fuera de lo común de lo que uno cree.

“Por ejemplo, en la Biblia hablan de que Dios es tentado por el diablo para que éste tiente a Job, para saber si es bueno o no. Es terrible poner a Dios para que lo tiente el demonio, eso quiere decir que el mundo es peor de lo que Dios quería que fuera.

“Muchos textos de Saña son míos, autobiográficos, otros de san Agustín, de Rimbaud, de Baudelaire, pero al estar escritos a mi manera forman parte ya de mi digestión literaria. Hablan de las obsesiones que he tenido a lo largo de mi vida y que he ido explorando en distintos textos, en muchos aparece la saña como tema conductor.

“Hay mucho humor en el libro, porque es muy difícil escribir sobre estos temas terribles. Cuando menciono al Holocausto, tomo cosas literales de personajes que participaron en el exterminio, y si no se tiene cierto sentido del humor no se puede tolerar.

“El humor tiene un doble efecto: por un lado, dulcifica las cosas, pero por otro las hace más violentas. Es, a la vez, tranquilizante y horrorizante, por eso es difícil hallar el equilibrio. En esta edición quité cosas que eran obvias o cacofónicas, porque se necesitaba mucha economía de palabras para que funcionara. Las palabras tienen que sonar, una debe tener oído, porque si no, el libro se va por la borda.”

Obsesión superada

–¿Cómo se expresa la saña en su quehacer literario?

–Hay una saña contra mí misma que me obliga a encarnizarme contra la facilidad, contra eso que se llama la inspiración. Más que inspiración existe una obsesión que me va dejando ciertos fragmentos impresentables. Sólo en el momento en el que tengo la idea de unidad, esos fragmentos cobran sentido. Para ello necesité varios años.

“El libro se fue escribiendo progresivamente, publicando en diferentes formas. Ahora, cuando lo vuelvo a leer, me da náusea, no tolero ver los textos porque los he leído tanto. Estuve meses y meses escribiéndolo, me lo sé casi de memoria, se volvió parte de mi circulación. Y como dice ese texto del lenguaje, que éste debe descargarse como se descarga la mierda, ahora tengo de empezar con otra cosa, ya limpia de esta obsesión.”

 
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