Usted está aquí: jueves 18 de octubre de 2007 Sociedad y Justicia Pasó a 65 años la esperanza de vida para personas con síndrome de Down

Es insuficiente el apoyo que les dan los gobiernos: experto

Pasó a 65 años la esperanza de vida para personas con síndrome de Down

Ángeles Cruz Martínez

En los pasados 30 años cambiaron las condiciones de vida de las personas que viven con síndrome de Down. Ya no se les esconde, y por el avance en la ciencia médica pueden llegar a vivir alrededor de 65 años, lo que impone nuevos retos para garantizarles el derecho a una vida plena, advirtió Miguel Ángel Verdugo Alonso, doctor en psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.

Señaló la obligación que tienen los gobiernos de disponer de los recursos económicos suficientes para asegurar a este sector de la población el acceso a servicios educativos, de salud y desarrollo, e incluso su incorporación a actividades productivas.

El experto participa en el congreso que organiza la Comunidad Down, asociación civil, con motivo de su 30 aniversario. Mencionó que todavía es insuficiente el respaldo que se da a las personas con síndrome de Down porque tienen capacidad para desarrollar actividades profesionales o algunos oficios. Lo que falta es que se les escuche y atienda en sus necesidades e intereses, indicó.

En entrevista, luego de la ceremonia de inauguración del acto, presidida por Margarita Zavala, esposa del presidente Felipe Calderón, el especialista español se refirió a algunas estrategias que se llevan a cabo en su país para apoyar la incorporación a fuentes de empleo de individuos que viven con dicho síndrome.

Explicó que se trata de buscar alternativas en las que se sientan a gusto, que sean aceptados por el resto de los trabajadores y mantener una estrecha vigilancia para evitar situaciones de abuso y/o explotación laboral.

En la actualidad se tiene que pensar en estos temas dado el aumento en su expectativa de vida. Verdugo comentó que hace tres décadas apenas alcanzaban a vivir entre 40 y 45 años máximo, debido a que por la alteración cromosómica que padecen son proclives a diversas enfermedades, como cardiopatías y diabetes.

Antes–dijo– estas personas estaban marginadas hasta de los servicios médicos, a veces por sus propias familias que, por temor o vergüenza, los mantenían encerrados o escondidos. De ahí que murieran a edades tempranas.

Por otra parte, el especialista se refirió a la frecuencia del padecimiento. Dijo que en el mundo, entre uno y dos por ciento de la población tiene la afectación; sin embargo, en las sociedades occidentales, donde hay mayor nivel educativo, las parejas tienen acceso a métodos de detección del síndrome durante el embarazo y pueden interrumpirlo.

 
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