Usted está aquí: domingo 21 de octubre de 2007 Opinión DesdeOtras Capitales

DesdeOtras Capitales

Armando G. Tejeda, corresponsal

Búhos para una ciudad noctámbula

Madrid es una ciudad noctámbula, fiestera, juerguista… Es también una de las pocas urbes del mundo que tiene un servicio de transporte público nocturno, destinado sobre todo a esas miles de personas que deambulan hasta altas horas de la madrugada en la amplia oferta de bares, discotecas y antros. Para atender las necesidades de toda esa gente que baila y bebe hasta caer la madrugada, se creó un servicio de autobuses nocturnos, llamados popularmente búhos, que trasladan en un solo día del fin de semana a más de 35 mil personas.

Una vez muerto el dictador Francisco Franco y, junto a él, la dictadura fascista (1939-1975), Madrid adquirió una doble condición de capitalidad: la del país y la de la fiesta, que caracterizó a una época de apertura y libertad, la de La Movida. En pocos años, la metrópoli, con una larga tradición de tabernas, experimentó cambios profundos en la forma de divertirse de los jóvenes. Con el cambio de régimen también se modificó la forma de la fiesta, que adquirió una condición más colectiva y noctámbula.

Entonces se presentó un problema práctico, pero de enorme calado: cómo dotar de un servicio de transporte público a esas personas que se quedaban “atrapadas” en la ciudad después de una noche de juerga. Así nació el sistema de transporte público nocturno, que hoy consiste en 400 vehículos –o búhos– que cubren prácticamente todas las rutas de la ciudad y de las inmediaciones. Los búhos suelen ir atiborrados, inclusive más que durante el día.

 
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