Usted está aquí: martes 23 de octubre de 2007 Opinión El rector de la UNAM

José Blanco/ IV

El rector de la UNAM

¿Es pertinente la oferta educativa de la UNAM? No, no lo es. Pero relativicemos esa negación, porque se trata de una respuesta genérica para una pregunta altamente compleja.

Desde el ángulo cuantitativo es preciso desagregar la pregunta por programas educativos (las llamadas “carreras”) y examinar el problema ubicándolo en el marco de una desagregación igual para el conjunto de las instituciones de educación superior (IES) del país. No tiene sentido preguntarse por la oferta de lugares de un programa educativo de una IES, porque todos los egresados de todas las IES van a dar a los mismos espacios laborales de ingenieros, arquitectos, abogados, contadores.

En las IES públicas, la oferta de cada programa es una decisión mucho más de política educativa, privativa de cada IES, que asunto de capacidad instalada, aunque ésta pone un techo a la oferta. Juegan aquí componentes inerciales y percepciones distintas de los espacios laborales. Estos hechos conforman gran desorden en el plano nacional, porque la oferta nacional de cada programa es la resultante de las decisiones atomizadas de las IES.

Este hecho es suficiente para justificar la necesidad de crear un mecanismo de coordinación de la oferta educativa. Un consejo nacional, por ejemplo. En muchos asuntos más es indispensable la coordinación y la sinergia. La UNAM podría ser un agente decisivo en la creación de este mecanismo.

Con mucho los 10 programas más poblados son los de derecho, administración, contaduría, sicología, ingeniería civil, cómputo, informática, médico cirujano, educación y comunicación, en ese orden. En el ciclo escolar 2004-2005, las primeras cinco representaban 72.5 por ciento del total de la matrícula de los programas saturados. En el mismo ciclo, la IES particulares absorbieron 32.7 por ciento de la matrícula de educación superior de 2.54 millones de alumnos inscritos en las IES, y concentraron 95 por ciento de su matrícula total (831 mil alumnos) en las áreas de ciencias sociales y administrativas, educación y humanidades, e ingeniería y tecnología, es decir, en los programas más poblados.

La inmensa mayor parte de las más de mil 200 IES particulares son escuelitas que venden servicios educativos de baja calidad (entre las públicas también abundan). Los programas saturados, en las IES particulares archiconcentrados, son producto, en su origen, de decisiones públicas: la gran expansión de la matrícula en los años 70 del siglo pasado incluyó la apertura de universidades públicas estatales. Todos los gobernadores de estados sin universidad se sintieron obligados a abrir la “suya”. E iniciaron con los programas hoy más saturados: derecho, administración, etcétera. Se sumaron posteriormente las decisiones de las propias IES públicas, parando o reduciendo la inscripción en los programas que estaban saturándose; la medida no paró la sobresaturación: produjo la proliferación de las patito particulares. Falta de planeación coordinada entre las IES públicas y con el gobierno. La UNAM debiera dar un paso al frente, porque: esa calamidad afecta a sus egresados; debe colaborar con el resto de la IES para cerrar brechas de calidad; la proliferación referida parece estar llegando a sus límites.

La tasa de crecimiento de la matrícula de las privadas creció a 13.4 por ciento de 1995 a 2000, y a 5.5 por ciento de 2000 a 2005, si bien ello es también resultado de la drástica baja de la actividad económica a partir de 2000. El crecimiento del número de IES privadas –como públicas– está acotado por las bajas tasas de absorción y de eficiencia terminal, en la secundaria y especialmente en el bachillerato. Con los números actuales no es posible llegar a 30 por ciento de cobertura como quiere el gobierno actual. Pero el crecimiento de las privadas también está acotado por otro férreo factor: la aguda concentración del ingreso. Conforme se acerquen a esa cota, las IES públicas enfrentarán problemas de demanda.

De acuerdo con un estudio de ANUIES, realizado por Enrique Hernández Laos, para una proporción cercana a la mitad de la oferta de profesionales, en los años 90, las percepciones cayeron significativamente, debido a que laboraban en ocupaciones que no requieren el nivel de formación que recibieron en las IES; la dispersión de los ingresos de los profesionales, en consecuencia, aumentó. Los ingresos de los desplazados por los profesionales cayeron aún más. Este problema debió empeorar a partir de 2000, puesto que la actividad económica cayó. Pero también una parte, seguramente significativa, de esa mitad de la oferta de profesionales no halló un puesto de trabajo propio de su profesión, debido a fuertes problemas de calidad de los programas educativos.

Además de la calidad, los contenidos educativos ¿son pertinentes con el México deseable en el futuro? Poco se habla de esta materia relacionada con la frontera del conocimiento en cada disciplina. Además de los contenidos, los modelos pedagógicos, que continúan centrados en la cátedra del profesor, y no en el aprendizaje de los alumnos. Además de los modelos, siguen las viejas largas licenciaturas, en lugar de doctorados tempranos.

Muchos problemas que investigar en la oferta educativa, en la UNAM, tendrá su nuevo rector. Que debiera resolver conjuntamente con las universidades hermanas.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.