Usted está aquí: viernes 26 de octubre de 2007 Política El fraude de Hank Rhon contra Beatriz Paredes

Jaime Martínez Veloz

El fraude de Hank Rhon contra Beatriz Paredes

El estado de Baja California espera el dictamen de la impugnación que Jorge Hank Rhon presentó sobre las elecciones del pasado 5 de agosto. En sentido contrario a que aceptaría “como hombrecito” los resultados de los comicios, ahora utiliza el supuesto reclamo de sus correligionarios para justificar su pataleta. Y hoy, el señor que ha hecho del fraude y la violación a la legalidad práctica común, habla de fraude.

El acto de impugnación electoral es un recurso de los ciudadanos para hacer valer sus derechos cuando los procesos electorales son injustos o inequitativos, cosa común en la mayoría de las elecciones, donde los gobiernos intervienen en favor de los candidatos de su partido.

Durante los 18 años de los gobiernos panistas en Baja California, algunas ocasiones en forma encubierta o en otras clara y abierta, sus administraciones han apoyado las candidaturas de Acción Nacional, pero ninguna había sido tan descarada como las acciones gansteriles y puercas que ha utilizado el millonario de marras.

Avieso y audaz apostador, prototipo del triunfador que actúa sin mirar a quién pisa, Hank intenta ocultar con carretadas de dinero su ignorancia política, amedrentando sin escrúpulos a los adversarios.

Sin formación política, pero con el dinero heredado de su millonaria familia, aprovechó el arribo de su compadre Roberto Madrazo para apoderarse del tricolor en Baja California mediante un escandaloso fraude contra la actual presidenta del PRI nacional, Beatriz Paredes.

En las elecciones internas del PRI en el año 2002 recurrió a todas las mapacherías del catálogo priísta para robarle la elección. Las tablas y el talento de una mujer visionaria como Beatriz impidieron la fractura del partido ante las leperadas de Hank y Madrazo: ratón loco, operación tamal, relleno de urnas u otras sin instalar con actas apócrifas, padrón rasurado, casillas zapato son algunas de las piezas que Hank dedicó a su actual dirigente nacional. No pocos de los que hoy aparecen como supuestos luchadores contra el fraude son los mismos que orquestaron el fraude contra Paredes.

A su arribo a Tijuana, Hank ni siquiera contaba con credencial electoral que lo reconociera como ciudadano bajacaliforniano, tampoco aparecía en el padrón del PRI y mucho menos participó en un solo proceso electoral del partido estatal. En sus antecedentes juveniles no existe una trayectoria que hable de él como persona interesada en la política; más bien destacan sus ingresos a la cárcel y las extravagancias de niño rico y caprichoso.

En 2004, aprovechando el hartazgo de los tijuanenses hacia los gobiernos panistas, logró un apretado triunfo en la presidencia municipal, mediante una campaña generosa en recursos económicos y un despliegue de marketing mentiroso y engañoso que la ciudadanía reclamó en el reciente proceso electoral. Difundió con singular alegría un espot donde aparecía sosteniendo con las manos un plato que contenía huevos –o más bien huevitos de pichón– para, acto seguido, alardear: “¡de ésos es lo que se necesita para terminar con la inseguridad en Tijuana!” Los resultados de su pésima gestión están a la vista: hoy la ciudad fronteriza es más insegura que cuando él asumió la presidencia municipal.

Otro argumento que los mercadólogos de Hank difundieron en la campaña a la presidencia municipal decía que “como era muy rico, no iba a robar”. Durante su mandato no hubo proveedor o contratista que se salvara de la respectiva mochada por el contrato municipal recibido. En ese año el millonario candidato declaró que poseía una fortuna de 500 millones de dólares. Tres años después presume de que su fortuna ascienda a mil millones de dólares. De acuerdo con sus palabras pasaron 50 años para que reuniera una fortuna de 500 millones de dólares, la cual duplicó a mil millones en menos de tres años, los cuales coinciden con su paso por la presidencia municipal. ¿De dónde mulas, Pedro? Quizá a los publicistas les faltó completar la frase con un añadido: “no iba a robar... poquito”.

En las campañas de 2006 a la Presidencia de la República y la local del presente año utilizó todos los recursos del municipio para apuntalar las campañas de los candidatos del PRI. Su obsesión fue desmantelar al PRD, por lo que los vehículos del ayuntamiento se dedicaron a quitar y destruir nuestra propaganda y a comprar a todo el que se dejara (que no fueron pocos), sobre todo a los que presumen en el discurso de ser radicales, esto es, a los merolicos que difundieron la tonta idea del voto útil. Los empleados de Hank presumieron de que gozaban de un gasto para la campaña a la gubernatura de 30 millones de dólares, cuando el tope es de 2 millones de dólares, porque la impunidad es parte de la cotidaniedad hankista.

Pero a pesar de ello, la voluntad popular se impuso y Hank, el que hizo fraude a Beatriz Paredes, el mentiroso presidente municipal de Tijuana y candidato al gobierno de Baja California, perdió, pero el tricolor tiene la oportunidad de desembarazarse de tan nocivo personaje, porque una cosa es segura: el PRI trasciende a tan grotesco personaje.

 
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