Usted está aquí: viernes 26 de octubre de 2007 Sociedad y Justicia La CNDH no tiene perspectiva de género: Yllán

La CNDH no tiene perspectiva de género: Yllán

Emir Olivares Alonso

Dos casos que ponen en evidencia la violencia de género ejercida sobre sectores vulnerables de la sociedad, como el indígena y el de las trabajadoras sexuales, son Zongolica, en Veracruz, y Castaños, Coahuila, se aseguró durante un foro organizado por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG).

Ambos casos “reflejan dos problemas que enfrenta México: el involucramiento del Ejército en las poblaciones civiles y la violencia contra las mujeres”.

La experta Bárbara Yllán indicó que en esos casos la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) demostró que no tiene perspectiva de género, al sostener que el argumento de José Luis Soberanes de que los soldados están capacitados para matar atentan contra la propia institución castrense al considerarlos irracionales.

En su turno, la diputada Mariana Arvizu Rivas realizó un recuento sobre el caso de Castaños. Destacó que la importancia de este caso radica en que la justicia militar actuó por primera vez contra acciones delictivas del Ejército; es el primer caso en 50 años en que se trabaja sobre delitos sexuales y se juzgó a militares por crímenes del fuero común.

Dijo que con este hecho se refleja una profunda discriminación contra las trabajadoras sexuales como sujetas de derecho por su condición laboral.

Señaló que el caso debe ser tomado como precedente para que los que cometan delitos contra civiles, ya sean militares o sacerdotes, sean juzgados por la justicia del fuero común. La presión política y la movilización son muy importantes pero no suficientes: es vital crear herramientas eficientes en el contexto jurídico y legislativo.

La legisladora propuso reducir el fuero militar, afirmar que en un delito en el que se encuentren involucrados civiles los militares deberán ser juzgados por la justicia del fuero civil; solicitar un fondo de compensación para las personas que sufran violencia militar y así enmendar los daños a las víctimas –para que de esta forma puedan recuperar sus vidas–, brindándoles servicios médicos, terapia o trabajo. Paralelamente se deben desarrollar programas de sensibilización y capacitación para las fuerzas armadas en cultura de paz y género.

 
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