Usted está aquí: domingo 28 de octubre de 2007 Cultura Antología con dudas, mi testamento literario: Hugo Gutiérrez Vega

“He dicho casi todo lo que tenía que decir; estoy trabajando en el poema México-Charenton”

Antología con dudas, mi testamento literario: Hugo Gutiérrez Vega

Publica Visor Libros el volumen con la selección de trabajos hecha por el mismo autor

En entrevista recuerda sus orígenes, cuando cargó las maletas de Neruda, Asturias y Alberti

Arturo García Hernández

Ampliar la imagen El poeta Hugo Gutiérrez Vega, durante la entrevista con La Jornada El poeta Hugo Gutiérrez Vega, durante la entrevista con La Jornada Foto: Marco Peláez

El sello editorial español Visor Libros acaba de publicar en su prestigiada colección de poesía la Antología con dudas de Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, Jal., 1934), a la que el autor en cierto modo considera como su testamento poético.

La selección incluye poemas de todos los libros publicados hasta ahora por Gutiérrez Vega y, a manera de prólogo, un poema de Rafael Alberti escrito originalmente para el primer poemario, Buscado amor (1965).

Hugo Gutiérrez Vega tiene una vida rica en experiencias y fecunda en el plano intelectual y literario. Es doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro, profesor en la UNAM, ha sido director de la Casa del Lago, actor y director de teatro, diplomático y viajero infatigable.

Uno de los poemas de Antología con dudas resume la experiencia vital de Gutiérrez Vega. Se llama Por favor su currículum (1986), que un fragmento dice: “(…) no le tengo pavor a lo imprevisto,/ pero me gustaría que no pasara;/ mi sentido común es estrambótico;/ sin proyectos me enfrento/ a la mañana;/ me enferman los enfermos/ de importancia,/ me asustan los que esgrimen/ sus certezas;/ me gustan los que dudan,/ los pasos vacilantes/ me enternecen/ y me dan miedo/ los que pisan firme/ (el if de Kipling/ me provoca vómitos) (…)”

A propósito de esta antología, Hugo Gutiérrez Vega hace algunas reflexiones en entrevista.

–¿Cuá es la historia del poema de Rafael Alberti que acompaña a Antología con dudas a manera de prólogo?

–Lo escribió Alberti para mi primer libro, Buscado amor, que publicó Editorial Losada, de Buenos Aires, en 1965. Rafael y yo éramos muy amigos, vivíamos en Roma, nos veíamos con frecuencia. Yo dirigía un conjunto teatral que se llamaba Grupo de Teatro Iberoamericano de Roma, y pusimos una obra de Alberti. A raíz de eso iniciamos la amistad. Su casa era un lugar de reunión de todos los escritores y gente interesante que pasaban por Roma: ahí conocí a Miguel Angel Asturias, a La Pasionaria, a Mario Benedetti. La casa de Alberti era una especie de refugio para españoles e iberoamericanos.

Aquel primer poemario, Gutiérrez Vega lo envió a Losada precisamente “con muchas dudas”. Por esos días hizo un viaje a Rumania con Alberti, Pablo Neruda y Miguel Angel Asturias: “en mi caso, yo les cargaba las maletas”.

Al regresar a Roma, ahí estaba Gonzalo Losada, dueño de la Editorial Losada: “Cuando lo encontré me comentó que sabía que los mexicanos eran astutos pero no tanto. Cuando le pregunté por qué, me dijo: ‘porque les cargaste las maletas a mis tres lectores de poesía, Alberti, Asturias y Neruda’. Entonces Losada le pidió el prólogo a Alberti y este le dijo: ‘Voy a hacer un poema en donde describa a mi amigo Hugo y en donde cuente cosas que dice su libro’. Y ese es el prólogo de esta antología.”

–Qué privilegio ese contacto con los tres, ¿no?

–Bueno, sí, pero eso indica también lo avanzado de mi edad.

–¿Qué le dejó ese contacto?

–Sobre todo, el amor por la poesía. Con Alberti, la gracia pura, Rafael era gracioso en todo, gracioso en el sentido más profundo de la palabra. Tenía eso que los andaluces llaman duende. Y era un hombre políticamente coherente, perteneció hasta el final de sus días al Partido Comunista español. Era también un hombre alegre, que ayudaba a los demás, sobre todo a los jóvenes. El me dejó una idea que he respetado hasta estos días: memorizar poesía. Uno memoriza los poemas que ama. Entonces tengo de memoria la Égloga segunda de Garcilaso de la Vega; el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz; el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca; Las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. Y una buena cantidad de sonetos de Garcilaso de la Vega, además de material de Santa Teresa de Jesús.

“De Neruda aprendí que absolutamente todo es poetizable, que la poesía tiene relación con todos los momentos y con todas las circunstancias del mundo: con una bicicleta vieja tirada en un basurero; con el milagro de una cebolla; con un caldillo de congrio. Y de Asturias, la relación del indígena con la tierra.”

–¿Cuáles fueron los criterios y las dificultades para elaborar la Antología con dudas?

–En primer lugar, que uniera poemas de todos los libros, y escoger de cada libro lo que considero lo más representativo; mis tres libros escritos en Grecia, que son los que de alguna manera considero más entrañables. También hay algunos poemas sueltos de la última etapa de mi carrera. La idea era dar un panorama general de mi desarrollo y detenerme de manera especial en lo que considero mejor o más interesante, lo que puede salvarse un poco.

–Evidentemente como poeta debe mucho a los viajes, ¿cómo ha sido en su caso la relación entre poesía y viajes?

–Cada ciudad en la que he vivido tiene su libro. Hay un libro escrito en Washington, otro en Río de Janeiro, uno en Londres, otro en Puerto Rico. De Grecia, que es donde más escribí, hay tres: del paisaje, de los seres que he ido conociendo, que he ido amando, de los que he huido, porque las dos cosas son posibles en relación con los seres humanos. Todo está presente en la poesía y de manera muy especial, los viajes, eso de andar como caracol con la casa a cuestas.

–¿Qué diferencia hay entre el joven poeta que le cargó las maletas a Neruda y Alberti, y el que hizo hace año y medio esta antología?

–La diferencia es enorme, el tiempo no pasa en vano. Por una parte, uno sigue siendo uno mismo, todo el tiempo. A pesar de la vida y de sus deterioros. La identidad no se pierde, se mejora o se empeora. Hasta cierto punto sigo siendo el joven entusiasta que escribió un libro, lo mandó a Losada y esperó que lo dictaminaran. Y cada vez que sale un libro me siento igual, con una enorme inseguridad y al mismo tiempo con una gran alegría. Las dos cosas juntas.

–¿Hay una antología sin dudas?

–Sospecho que todos tenemos dudas, pero no todos lo reconocemos. Algunos evitan el titubeo o por lo menos lo ocultan. Pero siempre nos quedamos con la idea de que algo no debió haberse publicado y que algo que quedó en el tintero sí debió haber salido. Por eso la titulé Antología con dudas.

–¿Ha sido el poeta que quiso ser?

–Creo que no, me hubiera gustado ser mejor poeta. A mí no me toca decirlo, pero creo que se salvan algunos de mis poemas , algunos de mis versos se salvan, pero definitivamente no me siento satisfecho, debí haber trabajado más. Ya no es tiempo de arrepentirse, pero sí me hubiera gustado ser mejor poeta de lo que soy.

–¿Asumiría esta como su antología definitiva? ¿Ya ha dicho todo lo que tenía qué decir?

–Diría que sí, tomando en cuenta mi edad, mi estado de salud y otras cosas, diría que es mi testamento. Ya he dicho casi todo lo que tenía que decir, me queda pendiente el proyecto de escribir un libro más de poemas, que tal vez sea la segunda parte de un poema que se llama México-Charenton, que tiene una gran actualidad, porque el país es cada vez más como un sanatorio siquiátrico, en todos sentidos, y los mexicanos somos como enfermos asilados en ese sanatorio.

 
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