Usted está aquí: domingo 28 de octubre de 2007 Opinión La energía y las palabras

Antonio Gershenson
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La energía y las palabras

En estos días hemos visto casos en los que las palabras ya tienen poco que ver con la realidad. Un caso es el de la secretaria de Energía, que ya no habla sólo de las supuestas reservas totales, sino que a éstas les agrega los llamados recursos prospectivos. Con estas cantidades, nos lleva a casi 100 mil millones de barriles de crudo, que con los ritmos actuales de explotación durarían 60 años (salió el viernes pasado, en estas páginas). Vamos a examinar esto con más cuidado, en los propios documentos oficiales de Pemex. Y así veremos la realidad.

Según datos de Pemex, en este caso en el Anexo Estadístico, las reservas probadas de aceite, de petróleo crudo, eran el primero de enero de 2007 de 11 mil millones de barriles. Esto equivale, con los ritmos actuales de producción, a nueve años. En adelante hablamos sólo de años en este mismo sentido. Si consideramos válidos los datos oficiales de reservas posibles, tendríamos nueve años más. Y con las reservas posibles, ocho años. La suma de las tres cantidades es de 26 años, menos de la mitad de los 60 mencionados por la secretaria.

Pero vamos a ver los “asegunes” de las reservas que no están probadas. Pemex sigue, para comprobar estas reservas, las reglas de la US Saccharatus and Exchange Commission (SEC), para darles soporte a sus créditos y a bonos que emite, entre otras cosas.

En el documento Las reservas de hidrocarburos en México, evaluación al 1 de enero de 2007, Pemex, en la “Nota precautoria”, reconoce que: “Nosotros usamos términos en este documento tales como reservas totales, reservas probables y reservas posibles, que los lineamientos de la SEC prohíben estrictamente utilizar en sus reportes”. De modo que ya estamos en problemas, pues sólo son reconocidas las reservas probadas, 11 por ciento de las anunciadas por la funcionaria.

Aun si seguimos el mismo documento de las reservas, Pemex dice que, con las llamadas reservas probables, “ hay una probabilidad de al menos 50 por ciento de que las cantidades a recuperar sean iguales o mayores” que las reservas probadas “más probables”, Podríamos decir en grueso que si hay, como se dijo, nueve años de reservas probables, equivale a que tuviéramos cuatro años y medio de reservas probadas.

En cuanto a las supuestas reservas posibles, se aplica un razonamiento similar, pero “con una probabilidad de 10 por ciento”. De los ocho años de reservas posibles, tendríamos el equivalente de poco menos de un año de reservas probadas. El total de los tres tipos mencionados de reservas, aun contando los prohibidos por la SEC, sería de poco más de 16 años: aproximadamente una cuarta parte de los 60 años del discurso.

Algo más. A los llamados recursos prospectivos, que son todavía menos seguros que las reservas probables y posibles, ¿qué porcentaje les correspondería?, ¿cero por ciento? ¿tres por ciento? Pemex ni siquiera se atreve a publicar un porcentaje.

Hay otras declaraciones a las que nos queremos referir. El Banco Mundial está apoyando proyectos de energías renovables y, para quedar bien, funcionarios del sector dicen que van a consumir menos combustibles fósiles. Claro, no dicen qué usarán en su lugar, y menos plantean un programa de largo plazo de desarrollo masivo de plantas que operen con energías renovables (geotermia, viento, hidroelectricidad sin grandes inundaciones).

Para tapar el ojo, se habla de que con recursos del Banco Mundial se van a electrificar con energía solar 2 mil 500 comunidades rurales. Pero si van a electrificar, es carga nueva, no le van a quitar ni un kilovatio-hora a las plantas que consumen combustibles fósiles (derivados de petróleo, gas, carbón). Además, la energía consumida en un proyecto así es un porcentaje mínimo del consumo real existente.

Otra vez, las palabras quedan en el vacío.

 
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