Usted está aquí: miércoles 31 de octubre de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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Contra el clientelismo de NI, la receta de Círigo

Los pobres (electores) de su hermano René

Las reglas impuestas en Iztapalapa

Si como dicen en el PRD: para ser buen legislador, por la tribu se ha de empezar, la tarea de Víctor Hugo Círigo será mayor.

Y es que este militante de la oposición a Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard ha decidido, desde su bien conocida conciencia partidista, convertirse, junto con su partido satélite, Alternativa Socialdemócrata, en el gobierno de facto e, por sobre las facultades del Ejecutivo local, imponer cuándo, cómo y quién deberá ejercer el presupuesto del año próximo, para evitar, aseguran los miembros de Nueva Izquierda, los terribles males del clientelismo y corporativismo, que podría darse desde la Secretaría de Desarrollo Social, donde despacha Martí Batres.

Entonces, con la confianza de que Círigo hará lo conducente para pedir a su hermano, René Arce, que deje de pedir las credenciales de elector a los pobres, a quienes promete que bajo su tutela podrán adquirir artículos de primera necesidad a bajo precio, como lo advierten los volantes que se han repartido con la fotografía del senador en la colonia Popotla, que es la que nos consta, y que huelen al más apestoso de los priísmos, el legislador local podrá, en funciones de gobierno, tratar de impedir que la administración capitalina trate de hacer, como él dice, proselitismo con dineros de la gente.

Pero eso no es todo. El asambleísta y mariachi que lo acompaña deberá extender la medida hacia la delegación Iztapalapa, que gobernó su hermano, encabezó él y ahora se pretende gobierne la esposa del propio Arce, donde el hedor a prácticas clientelares no deja duda de que la mano justiciera y demócrata del presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa deberá intervenir.

Y es que nada más hay que echarle un ojo a la página electrónica de la delegación para poner en claro que allí no se da paso sin huarache, o mejor dicho sin credencial del elector, cuando menos.

Ejemplo irrefutable de la vocación clientelar del grupo predominante en Iztapalapa es el programa de adultos mayores, que, como se sabe, no tiene mayores requisitos que el de la edad y la identificación plena del beneficiario, pero en esa delegación además se requiere, según las reglas de operación de la Dirección General de Desarrollo Social de la propia demarcación, que los ancianos se reúnan en grupos de 15 para recibir los apoyos que proporciona el gobierno, y se señala que quienes “participan en el programa sólo podrán estar registrados en grupo”.

Además advierte que será motivo de la cancelación del apoyo en caso de ausentarse cuatro sesiones consecutivas del grupo, “sin aviso”, y por si algo faltara se explica que la “asignación y entrega del recurso” se podrá hacer de tres formas: “por grupo en su lugar o día de su reunión, en eventos realizados específicamente para este fin en las direcciones territoriales”, además de los centros de atención al adulto mayor.

Queda claro así que el diputado Círigo, que como ya dijimos gobernó la delegación Iztapalapa, tendrá que empezar por pedir que las reglas que impuso el gobierno de Iztapalapa, se cambien o borren totalmente, porque así como están, nada más hablan del desvirtuamiento de un instrumento noble, para convertirlo en un arma que aprovecha la necesidad de los ancianos, y los mantiene encadenados a las ideas que la delegación, o un grupo, disponga.

Baste pues el ejemplo para subrayar el esfuerzo inmenso que tendrá que realizar el diputado Círigo en bien de la democracia y a favor de destruir, para siempre, o cuando menos durante los siguientes años, la insultante práctica del clientelismo, que como ya lo ha hecho saber, no va con sus ideales. Así que un aplauso a la tarea del legislador.

De pasadita

El fracaso de la movilización de los panistas del Distrito Federal, el lunes pasado, se le facturó a la diputada Kenya López, quien operó muy mal el acarreo de quienes deberían asistir a la marcha en contra de las marchas, y por más manifestaciones televisivas que paguen los azules, no alcanza a conmover a quienes saben que la protesta callejera es un arma de presión y no un paseo por el Centro Histórico.

Cosa de ver bien, a la manifestación del lunes simplemente nadie la peló. Por cierto, habrá que verificar las firmas que dicen haber recabado los azules porque ya una vez, en el caso de la ley sobre aborto, hicieron trampa. Bueno, esa es una costumbre panista. Ni modo.

 
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