Usted está aquí: jueves 1 de noviembre de 2007 Mundo Disfrazados de Nixon o de Paris Hilton, desfilan miles por el halloween en NY

Los adultos, adueñados de un festejo infantil

Disfrazados de Nixon o de Paris Hilton, desfilan miles por el halloween en NY

David Brooks (Corresponsal)

Nueva York, 31 de octubre. Desde temprano por las calles de Manhattan empezaron a pasear brujas, calaveras, diablos, angelitos, abejas, curas, monstruos, vampiros, fantasmas, presidentes, y una variedad de enmascarados que participaron esta noche en un carnaval nocturno durante el desfile de halloween, el rito anual más grande de su tipo en este país y, por supuesto, el más exagerado.

Y tiene que ser el más extravagante en una ciudad en que uno ya ni se fija en los disfraces cotidianos: cabello de diferentes e inventados colores, atuendos polacos del siglo XIX (los Hasidim), monjes budistas, curas franciscanos, hombres con falda y medias, jóvenes góticos y los mil rostros de la comunidad mundial que habitan en esta ciudad.

Pero esta noche, la naciones unidas de Nueva York compiten para ver quién puede espantar, provocar o embrujar más al celebrar la noche de los espantos. En la 34 edición del desfile de halloween, cientos de miles son testigos de las apariciones de Elvis cantando, del diablo en patines, de Marilyn Monroe, de Andy Warhol, de todos los superhéroes y hasta de una Paris Hilton encarcelada.

Este año, el tema es Alas del Deseo, y se eligió a la figura de la nueva obra musical en Broadway Young Frankenstein, de Mel Brooks, para encabezar el desfile. Había desde títeres maravillosos hasta gente disfrazada de Bush o de Nixon.

Durante horas deambularon representantes del inframundo, y también de este mundo (como los políticos y las “celebridades”), y participaron desde niños hasta personas de la tercera edad. Hubo carros alegóricos, bandas de música, incluso una de marcha mexicana, con las mujeres en trajes típicos y los hombres vestidos de revolucionarios; brujas en bikini, grupos de baile, orquestas caribeñas y mucho más.

Greenwich Village (el barrio antes bohemio donde se realiza el desfile) se transforma en una fiesta un tanto macabra, y otro tanto inocente, donde la gente de este universo metropolitano se disfraza para desenmascararse un rato. Así, un ejecutivo puede jugar a ser un pirata, y un pobre puede jugar a ser un ejecutivo, y todos pueden bailar un rato con un superhéroe, o una monja en patines.

Como dijo un observador a La Jornada, “antes este día era para niños, pero ahora se ha convertido en un asunto adulto. Creo que ante un mundo tan espantoso, los adultos decidieron que es más aguantable espantarnos así”.

La fiesta acaba tarde, la diáspora de fantasmas, diablos y ángeles inunda algunas partes de esta ciudad, y después se dispersará en los metros, donde algunos vampiros se duermen. Mañana, todos volverán a ponerse el disfraz de todos los días.

 
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