Usted está aquí: viernes 2 de noviembre de 2007 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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Reflexionar sobre la necesidad de transformar el mundo

El número más reciente de Desacatos aborda el florecimiento humano

En El Colegio de México se presentó anteayer el número de la revista de antropología social Desacatos que se titula “De la pobreza al florecimiento humano: ¿teoría crítica o utopía?” Los comentaristas fueron Víctor Flores Olea (VFO), Armando Bartra (AB), Stefan Gandler y Aura Ponce de León. En junio se llevó a cabo una primera presentación en la cual los comentarios estuvieron a cargo de Enrique Semo y Bolívar Echeverría.

Desacatos es un proyecto editorial del CIESAS (Centro de Investigación y Estudios Superiores de Antropología Social) que, a diferencia de casi todas las demás revistas académicas, tiene en cada número un contenido temático central. Este carácter fue descrito por la directora general del CIESAS, Virginia García Acosta (VGA) y elogiado por VFO, quien dijo que la los 23 números publicados forman una verdadera enciclopedia analítica y que Desacatos ocupa un lugar único en la inteligencia mexicana. VGA explicó que la edición del número 23 está agotada por lo que para esta ocasión se requirió un tiraje adicional. En ambas presentaciones varios comentaristas se refirieron “al libro”, reflejando así el valor que otorgan a Desacatos.

Hubo consenso en que la disyuntiva en la segunda parte del título (teoría crítica o utopía) debe sustituirse por la unión: teoría crítica y utopía, ya que la síntesis entre ambas es necesaria. VFO señaló que la postulación de valores posibles es la esencia de la utopía; éstos, al combinarse con la teoría crítica o el aspecto científico del análisis otorgan a la utopía el carácter de realizable. Coincido con esta idea y así lo expresé en la entrega de Economía Moral del 15/06/07: “La segunda parte del título debió haber sido ‘teoría crítica y utopía’, lo que coincidiría con E. P. Thompson, que ha dicho que el marxismo, reino del conocimiento, y la utopía, reino del deseo son complementarios, y con la idea de Ernst Bloch de complementariedad entre la corriente caliente (pasión) y la fría (análisis) del marxismo”.

VFO destacó el concepto de florecimiento humano, central en el número. Se refirió a mi labor como coordinador en términos muy generosos, enfatizando que he “saltado las trancas de la técnica económica”, que me atrevo a abordar asuntos morales y filosóficos, que de la pobreza he saltado a las perspectivas de la sociedad. Asimismo vio con claridad la esencia de la reflexión en esta entrega: “la cuestión no es abstracta, sino muy concreta: el orden social actual, el sistema-mundo actual capitalista resulta precisamente (no sólo) el obstáculo por definición al ‘florecimiento humano’, sino que es el causante de la pobreza y de las subordinaciones y alienaciones que vive la sociedad contemporánea”. Destacó al respecto algunos elementos de los artículos de Luis Arizmendi (en particular los conceptos de fase cínica del capitalismo y de mundialización de la pobreza) y de Araceli Damián (la escisión del tiempo de trabajo y el tiempo libre).

AB expuso que el número es un suculento manjar intelectual, pero que el disfrute de leerlo se torna angustia cuando uno emprende la imposible tarea de tratar de presentar con cierta solvencia el masivo y especioso volumen. Decidió abordar, por ello sólo tres desafíos intelectuales: el supuesto papel liberador del desarrollo de las fuerzas productivas; el determinismo económico que lleva a un fatalismo liberador y, por último, la necesidad de la utopía. Sobre el primer aspecto dijo que las guerras, el armamentismo, el catastrófico deterioro del ambiente, desfondan la visión del papel liberador de las innovaciones productivas. Coincide con el planteamiento central del ensayo de György Márkus, incluido en la revista, en que “las fuerzas productivas son también, y en sí mismas, relaciones de producción”, lo que pone en cuestión, de manera radical, su papel liberador. Esto lo expresa AB con su proverbial ironía: “el embarnecimiento de las virtuosas fuerzas productivas tarde o temprano romperá las costuras de las viles relaciones capitalistas de producción (con una manita de sus amigos proletarios, claro está)”. Coincide plenamente con la crítica de Márkus al determinismo finalista de Marx y cierra su comentario sobre Márkus cuando, siguiéndolo, acepta que la posibilidad de radicalizar el marxismo, sacándolo del determinismo teleológico y la fetichización del sujeto, pasa por reconocer la existencia de necesidades humanas radicales hoy negadas (por cuanto el uso de los objetos está determinado por relaciones sociales expoliadoras), y tiene su premisa en el hecho de que en esta materialidad heredada existe la posibilidad de otros usos. Pero va más allá y añade que es necesario asumir que las posibilidades contenidas en las cosas no podrán desplegarse y ponerse al servicio de necesidades humanas radicales sin que se rediseñen, subviertan y se revolucionen las fuerzas productivas, porque, como señala Márkus, las fuerzas productivas son al mismo tiempo relaciones de producción.

AB concluye que concuerda con la reivindicación de la utopía que hace Ruth Levitas en Desacatos, ya que “en un orden así el filo de la pobreza puede ser más o menos cortante, pero el real florecimiento humano es ilusorio pues se mira en el espejo del general marchitamiento humano. Entonces la realización del hombre será utópica o no será”. Se me ha acabado el espacio y no podré abordar los interesantes comentarios puntuales de Stefan Gandler (quien defendió a Marx de las críticas de Márkus y de AB) ni la glosa que de todos los ensayos del número presentó Aura Ponce de León, quien concluyó con una crítica, desde la perspectiva del florecimiento humano, al sistema educativo nacional y propuso algunos caminos para impulsarlo desde ahí.

Parece que el número 23 de Desacatos está logrando impulsar una reflexión colectiva sobre la necesidad de transformar el mundo y nuestro país.

 
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