Usted está aquí: domingo 4 de noviembre de 2007 Opinión Manual para designar al rector de la UNAM

Hugo Casanova Cardiel

Manual para designar al rector de la UNAM

El próximo 19 de noviembre empezará en la UNAM la gestión del rector que se desempeñará durante el periodo 2007-2011. De acuerdo con la normatividad universitaria, el órgano encargado de la designación es la Junta de Gobierno, y tal atribución representa uno de los ejes de la autonomía de la institución y, por tanto, el más alto encargo de dicho órgano. La Junta de Gobierno ha funcionado por más de 60 años, y aunque en estos momentos no parece lo más razonable proponer cambio alguno a las formas vigentes en la designación del rector, para nadie es un secreto la necesidad de que la UNAM formule un marco normativo e institucional más acorde con los nuevos tiempos.

Los requisitos formales para ser rector, según la Ley Orgánica de la UNAM, son mínimos: ser mexicano de nacimiento, mayor de 35 y menor de 70 años, tener grado superior al de bachiller, haberse distinguido en su especialidad y gozar de estimación como persona honorable. A estos requisitos se suman otros más complejos, que abarcan desde la pertenencia y trayectoria en la elite política universitaria hasta la suerte para estar en el momento y el sitio oportuno para aspirar a la rectoría. Así, la afiliación a los grupos hegemónicos de la institución, pero también la cercanía al poder presidencial –como en el pasado inmediato– son elementos que han intervenido en la decisión.

¿Cuáles son los campos que ha de explorar la Junta de Gobierno en la designación del nuevo rector? Aunque el abanico es muy amplio, aquí se plantean algunos temas críticos que pueden vislumbrarse desde la academia y que acaso resulten relevantes en la decisión:

1. En cuanto al perfil del rector, hoy resulta necesario buscar el mejor equilibrio entre trayectoria académica y trayectoria en la política y la gestión universitarias. De manera especial, se han de identificar las capacidades de los aspirantes para articular una comunidad intrínsecamente diversa y para representar hacia el exterior los principios institucionales.

2. Las expresiones de apoyo a los aspirantes –las de carácter masivo o mínimo– han de ser atendidas con especial cuidado. La “exploración de la opinión a los universitarios” no puede limitarse a la simple suma de las firmas. Por supuesto, también ha de evitarse que los aspirantes con el mayor número de firmas sean excluidos por ese hecho. En el mismo sentido, la exploración de la opinión a los universitarios plantea una paradoja: se busca la opinión de una comunidad que no cuenta en todos los casos con información consistente acerca de las diferentes propuestas y que se expresa mayormente a partir de factores de orden personal o político.

3. La racionalidad que ha de guiar la formulación de los diversos proyectos no puede ser otra que la académica. Se espera, por supuesto, que las propuestas ponderen los aspectos políticos y sociales que rodean la vida universitaria, pero la esencia de los proyectos ha de partir de la lógica de la academia. Así, el planteamiento de las tareas sustantivas de la universidad constituye el necesario punto de partida de cualquier propuesta de gestión. Cuáles son las ideas sobre la formación de los estudiantes en todos los niveles (docencia), cuáles acerca de la creación de conocimiento en los diversos ámbitos de ciencias y humanidades (investigación), y cuáles sobre la extensión de la cultura a los universitarios y a la sociedad (difusión).

4. Una de las condiciones en la historia de las instituciones universitarias, en especial de la UNAM, es el complejo equilibrio entre valores tradicionales e incorporación de innovaciones. A partir de las tareas sustantivas aludidas, ¿qué valores son irrenunciables y qué cambios son impostergables?

5. Las tareas sustantivas de la UNAM demandan una sólida propuesta de política y gestión universitarias. En ese ámbito se inscriben las dimensiones normativa y de gestión académica y financiera. ¿Cuáles son las bases indeclinables de la política institucional y cuáles son sus necesarias innovaciones?

6. Aunque la designación del rector se circunscribe a un periodo de cuatro años, es fundamental conocer el horizonte temporal de las propuestas. ¿Cuáles son los efectos de las propuestas en términos de mediano y largo plazos? ¿En qué medida las propuestas trascienden los beneficios inmediatos y se extienden hacia el futuro?

7. La UNAM tiene una responsabilidad fundamental ante las diversas demandas de la sociedad mexicana. ¿Cuál es el papel de la institución en el contexto de una sociedad desigual? ¿Cuál es la propuesta para responder a las necesidades de formación de sujetos sociales que habrán de integrarse a un mercado laboral exigente y cambiante? ¿Cómo contribuye la propuesta a la construcción de la sociedad mexicana del futuro?

8. La UNAM ha desempeñado un importante papel en la vida política nacional y en la siempre inacabada construcción de la democracia. En los últimos años, la alternancia política devino en un distanciamiento de las autoridades universitarias ante el Ejecutivo federal. ¿Cómo se plantea el papel de la UNAM ante el escenario político nacional y local? ¿Cómo se concibe la autonomía universitaria?

9. La UNAM ha sido una institución axial para la educación nacional, en especial para el campo educativo superior. Sin embargo, en los años recientes se ha distanciado de la educación nacional. ¿Cuál es la propuesta de articulación institucional ante la educación superior y la educación nacional? ¿Cuál ha de ser el papel de la UNAM ante la educación superior privada?

10. Durante décadas, pero especialmente en los años recientes, la UNAM ha tenido una fuerte presencia en el ámbito internacional. ¿Cuál es la dimensión internacional de las propuestas?

En el proceso para la designación del rector están interviniendo académicos, estudiantes, funcionarios y egresados. También comienzan a aparecer las voces de políticos, periodistas, analistas y empresarios. Es previsible que actores como el Ejecutivo federal o los ex rectores expresen sus preferencias o incluso sus vetos. El carácter público y nacional de la institución propicia tal variedad de expresiones. También comienzan a hacerse visibles los textos y análisis que cargan sus juicios en favor o en contra de los distintos aspirantes y, a estas alturas, esto ya no sorprende a quienes conocen estos procesos. Lo único que podría sorprendernos es que la Junta de Gobierno no cumpliera su deber en favor de la autonomía universitaria, y todo hace suponer que eso no pasará. La comunidad está muy atenta al proceso de sucesión y respaldará las decisiones que estén fundadas en los principios de la vida académica de la institución.

 
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