Usted está aquí: domingo 4 de noviembre de 2007 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

Golfo Pérsico: la fractura tectónica geopolítica del siglo XXI

Ampliar la imagen El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, ayer en Teherán El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, ayer en Teherán Foto: Reuters

Debido a la dinámica bélica que imprimió al mundo el irredentismo anglosajón desde el 11/9, sería un grave error de juicio deslindar los incendios focales desde la costa oriental del mar Mediterráneo hasta las alturas del Himalaya en el subcontinente indio en plena ebullición: la parálisis presidencial en Líbano; la extraña destrucción de instalaciones enigmáticas sirias por la aviación israelí, en la que participó la fuerza aérea de EU (Al Jazeera, 2/11/07); la inminente invasión turca al norte de Irak para impedir la autonomía kurda estimulada tras bambalinas por Israel y el Senado de Estados Unidos (EU) con sus votaciones alocadas; el estado de emergencia en Pakistán en proceso de balcanización; los eventos bizarros en el Cáucaso (Georgia y Azerbayán); las declaraciones teledirigidas y suicidas contra Irán de parte de Salman bin Isa al-Khalifa, el ingenuo jeque y príncipe heredero de Bahrain, etcétera.

En medio de la fluidez del caos global geofinanciero, geopolítico y geoenergético, se trata de una tercera guerra mundial “en proceso” –materializada en Irak, Afganistán y Líbano– que el proyecto unilateral de despliegue misilístico balístico de Baby Bush en las fronteras de Rusia (Polonia y la República Checa) –que incrustó como pretexto pueril la disuasión en contra de los misiles “terroristas” de la teocracia chiíta iraní–, ha llevado al planeta al umbral de una nueva guerra fría, la cual el zar geoenergético global Vlady Putin catalogó asombrosamente en la reciente cumbre de Lisboa entre la Unión Europea y Rusia como la “nueva crisis de los misiles de 1962”, donde fustigó que las unilaterales sanciones financieras contra Irán decretadas por la dupla Paulson-Rice semejan a “un loco con un puñal en la mano” dispuesto a matar a quien se le aparezca enfrente.

No es todavía la “tercera guerra mundial de cinco minutos” que pregonan sin desparpajo Baby Bush y el fundamentalista israelí-estadunidense Norman Podhoretz, el padrino de los neoconservadores straussianos y miembro prominente del siniestro y ultrabélico Comité del Peligro Presente (CPD, por sus siglas en inglés), donde figuran el fiscalista desacreditado (mucho más después de la quiebra inmobiliaria española) José María Aznar López, y Enrique Krauze Kleinbort, propagandista de la plutocracia neoliberal (local y global) y promotor desorbitado de la invasión ilegal a Irak.

Por cierto, los senadores John Kyl y Joe Lieberman, “identificados” por Source Watch “como copresidentes honorarios” de CPD, quienes acaban de apadrinar una enmienda bélica contra Irán en el Senado –que está resultando, con sus justas excepciones (v. gr. el senador republicano Chuck Hagel), tan ominoso para la paz mundial como la dupla Bush-Podhoretz, cuyas “previsiones autorizan esencialmente a EU a usar instrumentos militares a combatir y a desestabilizar a Irán”, según el portal tóxico Awake, America! (“¡Despierta, EU!”).

Tampoco se puede soslayar que la tercera guerra mundial “en proceso”, en forma concomitante con la amenaza de una nueva guerra fría, se ha ensanchado a Europa oriental y a Kosovo, acoplándose a los dos ejes que van, en forma horizontal, de la costa oriental del Mediterráneo hasta las cumbres del Himalaya del subcontinente indio y, en forma vertical, desde el Cáucaso/Asia Central hasta el cuerno de África.

En este contexto de gran despliegue geoestratégico, con el eje israelí-anglosajón en plena ofensiva (nada exitosa) y el eje de Rusia y China a la defensiva (razonablemente exitosa), se escenificaron tres relevantes reuniones simultáneas en la última semana de octubre con temáticas yuxtapuestas: 1. la cumbre en Estambul de los ministros de Relaciones Exteriores de los países fronterizos de Irak (donde concurrieron EU e Irán); 2. la cumbre de los primeros ministros del Grupo de Shanghai en Uzbekistán, y 3. la junta en Londres de los “cinco más uno” (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) sumados de Alemania, para acordar una tercera ronda de sanciones contra Irán a las que se resisten Rusia y China.

La teocracia chiíta iraní mantiene abiertas las negociaciones hasta finales de noviembre y diciembre respectivamente con el carril europeo que dirige el español Javier Solana y, sobre todo, con el carril de la AIEA de la ONU, que preside el egipcio Mohamed El-Baradei, quien, pese a todos los detritos que le arroja sin piedad la propaganda negra de los poderosos multimedia israelíes-anglosajones, ha exhibido una estatura de insigne estadista al desmentir que Irán posea bomba atómica alguna (dtt.net.com, 28/10/07), mientras el Estado hebreo dispone de proliferativas canonjías celestiales al detentar sin permiso alguno ni vigilancia universal, más de 250 bombas nucleares, según el boletín de la excelsa Federación de Científicos Estadunidenses (www.fas.org).

En la fase de vulgar desinformación israelí-anglosajona (el “síndrome Irak” y sus inexistentes “armas de destrucción masiva”) y de desarticulación semiótica, ahora resulta que quien no posee bombas nucleares es “terrorista” por decreto unilateral bushiano, mientras quienes las poseen pletórica e ilegalmente no lo son (v. gr. Israel) y hasta se dan el lujo de pontificar a los demás.

En las tres cumbres citadas, la teocracia chiíta iraní se encontró presente tanto física y/o conceptualmente como focal y/o tangencialmente, lo cual devela que la nueva fractura tectónica de la geoestrategia la constituyen las 18 fronteras de Irán (16 reales para la vieja taxonomía geopolítica: marítimas y continentales) y otras dos flamantes: 1. el control del golfo Pérsico por la Armada de EU, la más poderosa del mundo, con el sitio de dos portaviones nucleares permanentes, y 2. la frontera en el espacio sideral medio oriental con Israel, una potencia nuclear cabal, que domina unilateralmente los cielos de la región y que ha amenazado con destruir las plantas civiles de enriquecimiento de uranio de la antigua Persia.

El muro de Berlín, la añeja fractura tectónica geoestratégica, tenía una extensión de 1.3 kilómetros de largo, mientras el estrecho de Ormuz, la nueva fractura tectónica euroasiática del siglo XXI, donde atraviesa sustancial parte del petróleo mundial, mide 55 kilómetros de ancho y se ha convertido en el epicentro de la geopolítica mundial.

En este contexto de la más elevada geoestrategia habría que situar la “solución rusa” que versaría sobre un “paquete de arreglo integral” (package deal) entre EU y Rusia sobre una agenda multidimensional que componga el despliegue misilístico balístico bushiano con concesiones en el Tratado de las Fuerzas Convencionales en Europa, a cambio de trueques en Kosovo y el Cáucaso, y la desnuclearización “temporal” de Irán, sobre lo que abundaremos próximamente.

Los sauditas también han aportado su “solución” que ha sido perentoriamente desechada por rusos e iraníes: enriquecimiento del uranio persa trasladado a suelo peninsular árabe.

Pero, ¿cuál será la “solución iraní” que insiste en enriquecer el uranio en su propio suelo? ¿Una “alianza estratégica” con Rusia que abrigue a Irán de “la tercera guerra mundial de cinco minutos” de la dupla Bush-Podhoretz?

A ver qué conejo se saca de bajo la manga Ahmadinejad Superstar.

 
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