Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de noviembre de 2007 Num: 661

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El verdadero humor
es cosa seria

RODOLFO ALONSO

Sensación académica
KIKÍ DIMOULÁ

Max Aub: juegos narrativos en Juego de cartas
JOSÉ R. VALLES CALATRAVA

La flor de fuego: Leonora Carrington 90 aniversario
ELENA PONIATOWSKA

Entre Rembrandt
y Van Gogh

RICARDO BADAB

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
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Jorge Moch
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En defensa del telespectador

Muchos han sido, son y serán los programas de la televisión –y los espacios alternativos: la discusión en el seno de escuelas y universidades, los programas de la radio que abordan el tema, los diálogos en el Poder Legislativo– que buscan diseminar un discurso crítico y propositivo en cuanto a contenidos y formas preponderantes en un medio que es en los hechos el de mayor incidencia social y, quiéralo o no y más para mal que para bien, el formador del ideario colectivo por antonomasia; foros de discusión, video conferencias, mesas redondas, paneles , en fin, formatos varios encaminados a sublimar un diálogo fructífero en la difícil materia de hacer de la televisión un medio garante de alguna de sus muchas asignaturas pendientes en materia de responsabilidad social de medio masivo. O para decirlo de otro modo menos rimbombante y enrevesado: se trata de adecentar la televisión, porque si volvemos a masticar el viejo axioma de que el medio es el mensaje, entonces en este país estamos franca y efectivamente jodidos. Basta prender la tele cualquier día, a cualquier hora, para comprobar el pernicioso contenido de la mayor parte de la programación, sea ésta de importación o confección nacional, y en la ingente cantidad de una publicidad comercial y una nutrida propaganda oficialista que parecen cocinadas con perversa alevosía.

Uno de esos esfuerzos recientes está en línea con lo que Jorge Volpi, director de Canal 22, anunció, en el marco del Seminario Itinerante de Autorregulación y Medios de Servicio Público realizado en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, como un largamente esperado ejercicio ternario de autorregulación: Defensoría del televidente, Código de ética y Manual de estilo. Fue entonces cuando también se anunció la aparición en Canal 22 de un programa creado en atención a uno de esos ejes rectores de la autorregulación responsable del medio (cosa por demás deseable tratándose, además, de un medio masivo estatal que se dedica –cosa de verse, porque habríamos de discutir acaloradamente si el anime japonés Evangelion es cultura– a la divulgación y, en esencia, a su distribución, de la cultura: la cultura como un producto, si generosamente concedemos y nos debemos atener a las pragmáticas directrices que todo parecen regir en estos últimos neoliberales regímenes): se trata de Defensor del televidente , espacio recién estrenado hace unas semanas y que conduce la reconocida académica Gabriela Warkentin, quien ha desarrollado una larga carrera vinculada al medio universitario –ha sido, por ejemplo, investigadora y directora del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana– y a los medios. Defensor del televidente se transmite en Canal 22 los miércoles al filo de las 19:00.

En Defensor… Warkentin, además de proporcionar valiosos puntos de vista sobre temas como la injerencia en los medios del discurso valórico o la eventual posibilidad de que la divulgación de la cultura represente un negocio lucrativo, entrevista invitados y personajes del medio televisivo y de otros círculos, como el académico, que suelen tener mucho que decir acerca del buen hacer de la televisión –un buen hacer casi siempre teórico– o de su cotidiano cochinero y las abolladuras que va dejando en los estratos más indefensos de la sociedad. La producción del programa es ágil (si bien abusa de los efectos visuales, del “switcheo” y de la animación de las cortinillas, pero esos serán, supone esta columna, detalles técnicos de fácil negociación conforme transcurra el tiempo) e incluye la transmisión de “balazos” de opinión, por ejemplo de creadores plásticos, escritores o filósofos, con breves encuadres de respuestas “en frío” de aquellos que conociendo los medios opinan al respecto. No será raro en estos casos encontrar que entre más cercanos al medio abierto, es decir, al duopolio Televisa/ TV Azteca, menos críticas, más ampulosas y por las ramas andan las tales opiniones. Precisamente si algo caracteriza a la televisión abierta mexicana, es decir, a esas dos televisoras, es su naturaleza profundamente acrítica y rayana en el cinismo (o la imbecilidad: quien tenga reparo en esta frase, vaya y sintonice cualquier sábado esa bazofia de Televisa que es Muévete). Confiemos en Canal 22 y esta nueva defensoría, en que Gabriela Warkentin ayude a quienes criticamos cotidianamente a la televisión para que seamos capaces de conocer, en nuestro tiempo, que toda posibilidad de cambio en pos del bien común es, efectivamente, posible.