Usted está aquí: lunes 5 de noviembre de 2007 Cultura En España siguen en el poder los herederos de Franco: Jaume Cabré

Me da vergüenza que tengamos un rey, afirma el escritor catalán a La Jornada

En España siguen en el poder los herederos de Franco: Jaume Cabré

Su novela Las voces de Pamano, sobre la Guerra Civil, llega al mercado alemán

Eva Usi (Especial para La Jornada)

Berlín, 4 de noviembre. Uno de los escritores más celebrados en la Feria del Libro de Francfurt es el filólogo catalán Jaume Cabré, quien presentó su novela más reciente traducida al alemán: Las voces de Pamano, que se perfila como uno de los más solicitados en el mercado alemán. Su editorial, el prestigioso sello Suhrkamp, ha vendido unos 20 mil ejemplares y las expectativas son ascendentes. Más aún después de que el ex ministro alemán del Exterior, Joschka Fischer, calificara a Die Stimmen des Flusses, así fue titulado en alemán, como uno de los mejores libros de la literatura catalana. Una recomendación similar hizo Fischer hace años sobre la novela de Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento, disparando sus ventas en Alemania. Seis años trabajó Cabré en el volumen de 700 páginas que la prensa alemana proclama como la gran novela del año, que relata las historias de más de 30 personajes que reúne en un caleidoscopio de tiempos. Relata la historia de Oriol Fontelles, quien después de la Guerra Civil ocupó el puesto de maestro en un pueblo de los Pirineos y poco después muripó, al parecer mártir de los falangistas. “Yo no quería hablar sobre la guerra”, afirma Cabré ante un auditorio repleto. “Quería contar la la historia de una escuela, en la que había un maestro y una maestra, pero empecé a hablar de la guerra porque seguía habiendo heridas abiertas, porque el periodo de transición fue un fracaso y los herederos de Franco siguen en el poder, en la derecha”, señala.

El odio en los pueblos

–Sigue siendo tabú el tema de la guerra, ¿por qué?

–Porque al vencedor le queda bien el status quo resultante y porque el vencido tiene miedo. Hace no mucho tiempo, mis abuelos o los abuelos de mi generación callaban y decían: “no habléis de esas cosas”, o cerraban la ventana para que nadie escuchara que estaban hablando de la República o que hablaban de la prohibición de hablar catalán. Hemos visto muchas cosas en el siglo XX, como hasta dónde lleva el odio hacia un pueblo, hacia una cultura, hasta prohibirle la lengua. Entonces, esto te hace hablar en voz baja, así hablábamos en la posguerra, y hablabas tu lengua, sólo en casa, para que no te oyeran.

–¿Cómo definiría usted el papel de Cataluña, concretamente de Barcelona, durante la Guerra Civil Española, y que legado dejó?

–Bueno, la guerra dejó un legado de desgracia, de terror, de horror, de miedo y de división, de país no resuelto, que es España. Aunque quieran decir que no es así, siempre se habla del País Vasco y de Cataluña como problemas, es el problema de España y no está resuelto. La última ciudad en caer fue Madrid, y la penúltima fue Barcelona, con Cataluña, que fue el periodo final de la guerra. En el momento de la huida del ejército todos pasaron por Cataluña para llegar hasta Francia. Había un gobierno autónomo en Cataluña que estaba en favor de la República, pero era muy complicado, porque también había un proceso revolucionario, de grupos anarquistas y del Partido Comunista que hacían casi su propia guerra, aparte del gobierno republicano y, en tanto, los fascistas entrando. Gran parte del ejército estaba en el bando fascista rebelde, digamos. Barcelona fue víctima de bombardeos terribles, como lo fue el País Vasco también. Lanzaron toneladas de bombas matando a la población civil, no era aquello cosa de dos ejércitos. Guernica por ejemplo, es el símbolo de esta terrible lacra que es la guerra, en la que los niños son las primeras víctimas.

–¿Es una coincidencia que usted y otros autores catalanes se decidan a escribir sobre la guerra a partir de 2000?

–No lo sabría decir. Los escritores que fueron protagonistas de la guerra escribieron sobre su propia experiencia en los años 40, en el exilio, porque no se podía publicar en catalán. Publicaron luego si no habían salido al exilio, pero en los años 40 y 50 hablaron mucho de esto. Poco a poco se fue diluyendo el tema. Ahora ha vuelto con la generación de los hijos, cuando ya somos mayores, entonces la derecha más conservadora empieza a decir, “bueno, aquí no ha pasado nada”. ¿Cómo que aquí no ha pasado nada? Sí, pero hace mucho tiempo, responden. ¿Y qué? Seguramente es por esto. Yo, con Carme Riera, que también publicó un libro sobre el tema, no lo he hablado. Ella sacó su libro y el mío había aparecido quizás un mes antes, ni sabíamos lo que estábamos escribiendo.

–¿Se necesitarán generaciones para que esta división y resentimiento se superen?

–Siempre el tiempo va matando, la gente va muriendo, claro está, y a las nuevas generaciones les hablas de la guerra y responden “¡éstos abuelos!” Ya no saben quién es Franco. Creen que era un rey. Es que tenemos un rey y a mí me da vergüenza, un rey que puso Franco. Por eso digo que no hemos hecho un cambio. Hemos entrado en democracia, es cierto, no estamos en dictadura. Pero Franco dijo, yo pongo a este señor como rey, que me sustituya a mí. Nadie que no sea un rey me puede sustituir. Él no era rey por casualidad, pero se hubiera querido hacer rey. Tenemos a un señor Juan Carlos siendo rey y muchos somos republicanos, muchísimo. Esto es un símbolo de como ocurrieron las cosas. Entonces, los muy jóvenes creen que Franco era rey mientras que se van muriendo los protagonistas, con sus temores, con sus odios, con sus recelos, y entonces lo que queda es la situación política general, con una derecha muy conservadora, situaciones no resueltas de tipo territorial en el País Vasco y en Cataluña, con un anhelo de independencia, de hacer la vida sin que te digan cómo la tienes que hacer.

–¿Ese futuro con una soberanía es posible o es una utopía?

–Pues mientras no nos pongamos de acuerdo en qué tipo de autonomía, no será posible. Porque si sugieres una autonomía así y te responden con una autonomía asá, entonces dices “¡Oiga, me voy!”

–¿Quisiera enviar un mensaje a México?

–No soy nadie para enviar un mensaje a México, pero lo que te puedo decir es que México acogió a los republicanos, no sólo a los intelectuales, políticos y filósofos, sino también a carpinteros y amas de casa que tuvieron que huir. México fue un país de acogida y esto siempre se recuerda.

 
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