Usted está aquí: martes 13 de noviembre de 2007 Opinión UNAM: horas decisivas

Javier Flores

UNAM: horas decisivas

La mirada del país está puesta hoy en la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que en las próximas horas tomará la decisión sobre quién será el rector de nuestra máxima casa de estudios. Se han completado ya dos partes del proceso para la designación: se realizó la consulta entre los universitarios, que acudieron en un número importante ante ese órgano de gobierno para proponer a las personas que consideran idóneas para ocupar el cargo que deja vacante el doctor Juan Ramón de la Fuente. También fueron seleccionados ocho candidatos para comparecer y presentar sus currículos y programas de trabajo. Lo que queda es el análisis y la discusión entre los 15 integrantes de la junta, de los elementos recabados durante el proceso para emitir su voto, lo que sucederá en unas horas.

Dentro de un proceso que se había caracterizado por su tranquilidad, de pronto aparecieron los “pandilleros”, pero no a los que se refería el doctor Jorge Flores –en una extraña y sorprendente declaración–, sino otros. Comenzaron a circular correos electrónicos anónimos orientados a desacreditar el proceso de designación, apuntando contra el rector, contra uno de los candidatos y sobre varios integrantes de la Junta de Gobierno. Adicionalmente apareció un “libro”, por supuesto, también anónimo, dirigido en contra del doctor José Narro Robles, el mismo que era el blanco de los mensajes en la Internet. Luego, el mismo día y a la misma hora que comparecía el director de la Facultad de Medicina, se realizó una reducida marcha, con banderas semejantes a las anteriores, en la que una veintena de encapuchados bloquearon Insurgentes, poncharon llantas de coches e hicieron pintas.

Se trata de manifestaciones muy pobres, en las que el común denominador es el anonimato. Pero ya que aparecieron, vale la pena preguntarse de dónde vienen. En la UNAM la gente discute, da la cara y firma con su nombre las ideas que sostiene. Lo demás es inadmisible, por tanto, hay que buscar el origen fuera de la universidad –lo que no implica descartar vínculos con sectores internos, alentados por el éxito de lo que se ha denominado guerra sucia. A algunos fuera de la institución les interesaba descarrilar el proceso de designación del rector. En mi opinión, me parece que sólo han hecho el ridículo, se exhibieron.

La desesperación proviene de que ni siquiera se dio una polarización entre los diferentes candidatos a la rectoría. José Narro Robles tomó desde el inicio una gran ventaja y se convirtió en el blanco de los ataques externos en contra de la UNAM, pero no ocurrió lo mismo de parte de la comunidad universitaria, que se expresó con claridad durante la auscultación. Los correos electrónicos son de risa loca; el libelo, además de anónimo, carece de página legal, datos de la imprenta y número de ejemplares. Tiene, eso sí, una pasta azul, pero no la que distingue a los colores de la universidad, sino combinada burdamente con tipografía en blanco, como para hacernos pensar en el color de alguna agrupación política.

Además de los errores ortográficos y tipográficos, el libelo tiene un elemento rebuscado, por no decir retorcido, que es un texto de Mario Ruiz Massieu, a manera de presentación. Lo demás es una recopilación de textos escritos por Narro para los diarios de la Organización Editorial Mexicana. Algunos han querido encontrar en ellos frases que contraponen al autor con el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, lo que consideran razón suficiente para que la junta lo elimine, como si una decisión de tal trascendencia dependiera hoy de quedar bien con el gobierno en turno. Al examinar los textos de Narro, queda claro que lo que guía su pluma es la defensa férrea de la UNAM frente a las agresiones externas, vengan éstas del gobierno o de donde sea.

En otras palabras, lo que para algunos lo desacredita, para mí, por el contrario, lo enaltece. Por otra parte, los encapuchados en la marcha refuerzan la idea de la participación de personas ajenas, pretendiendo actos vandálicos que no encontraron, ningún eco. En síntesis, no existe ninguna polarización al interior de la comunidad universitaria, aunque sí un interés externo, sumamente pobre, que trata de influir sobre la decisión de la junta.

En esta ocasión la UNAM vive el momento de mayor autonomía para la designación de un rector. Es fácil identificar lo que viene de dentro y lo que no. La Junta de Gobierno tiene todos los elementos para tomar una decisión. Conoce a los candidatos, sus programas de trabajo y su capacidad para unificar a todos los universitarios en una tarea, que no puede ser otra que fortalecer a la universidad nacional. Se trata de una institución de masas, pública, laica y gratuita que debe contribuir, mediante la formación de profesionales y especialistas del más alto nivel –así como mediante la generación de nuevos conocimientos y la difusión de la ciencia y la cultura–, a la solución de los graves problemas del país.

Olvidaba decir que parte de la campaña sucia en contra de la UNAM orquestada durante la semana pasada, incluye los titulares en diarios que sostienen el “desplome” de la universidad nacional en las evaluaciones internacionales, sin considerar los cambios en las metodologías (que por supuesto no se analizan) para establecer los rankings mundiales, que de todas maneras la confirman como la mejor universidad del mundo de habla hispana, y una de las 200 mejores del planeta, entre las que no asoma ninguna universidad de paga de nuestro país; para que mejor lo entiendan los que promueven el modelo privado en la educación, como el mejor para México.

 
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