Usted está aquí: sábado 17 de noviembre de 2007 Ciencias Prueba la NASA nuevos trajes espaciales para misión a la Luna

Son flexibles y articulados, a diferencia de los rígidos usados en los primeros viajes

Prueba la NASA nuevos trajes espaciales para misión a la Luna

Parte del programa Constelación, los exhiben junto con otros proyectos en Cinder Lake, Arizona, durante un ejercicio anual de adiestramiento

También muestran la llamada ducha de aire, diseñada para sacudir el polvo del satélite terrestre de la indumentaria de los astronautas

Andrew Gumbel (The Independent)

Los Ángeles. La NASA experimenta con una nueva y más flexible generación de trajes espaciales en anticipación a una nueva misión a la Luna en 2020, y lo hace en el mismo cráter polvoriento del desierto de Arizona, donde los astronautas del Apolo se adiestraron para su primera experiencia en terreno sólido en el espacio exterior.

Quien haya visto a Neil Armstrong en su primera caminata lunar –o, para el caso, quien esté familiarizado con Buzz Lightyear, de las películas Toy Story– sabe que los trajes espaciales de la primera generación eran rígidos y no permitían a los astronautas mucho más que dar “un pequeño paso”.

En la era del transbordador espacial, los trajes se han endurecido para darles mayor aislamiento, pero siguen siendo incómodamente rígidos para cualquier cosa que no sea flotar en el espacio. La nueva generación que se prepara para la nueva misión lunar –su nombre en clave es Constelación– cuenta con mucho mejor articulación en codos, rodillas y caderas.

La NASA, conforme a la indicación dada por el presidente Bush, hace planes no sólo para regresar a la Luna por primera vez desde 1972, sino también para instalar allá una colonia autosustentable que sirva de plataforma de lanzamiento para otras exploraciones del sistema solar, como sería la primera misión tripulada a Marte.

Puede que el año 2020 parezca muy lejano y, dadas las fluctuaciones de la política estadunidense, no muy seguro ahora que el presidente Bush está por dejar el cargo y la NASA se enfrenta a un episodio de mala publicidad tras otro, pero los ingenieros de la agencia ya están atareados en planear y desarrollar una nueva generación de trajes, vehículos lunares y robots.

Parte de su trabajo se exhibió durante el reciente ejercicio de adiestramiento anual en Cinder Lake, Arizona. Se trata de una cuenca volcánica estéril del noreste de Arizona que no es muy diferente de un cráter lunar; fue identificada por primera vez a principios de la década de 1960 por la agencia como un sitio promisorio para el adiestramiento espacial.

En Cinder Lake, astronautas de prueba pueden realizar tareas que se pedirán a sus contrapartes durante una nueva misión lunar: recoger muestras del suelo, taladrar la superficie o colocar aparatos transmisores en el satélite con los trajes experimentales puestos.

Neil Armstrong y sus colegas habrían tropezado o roto la tela interna de sus trajes si hubieran intentado muchas de estas actividades en las primeras misiones Apolo.

Un artilugio que se probó en Cinder Lake fue una “ducha de aire”, diseñada para sacudir el polvo lunar de los trajes antes que los astronautas regresen a la nave. Otro es un traje que permitirá a los astronautas entrar caminando en él desde atrás y salir a la superficie lunar tan pronto como se cierre a su espalda.

“El programa Constelación tiene requerimientos muy difíciles y un montón de nuevos retos que el programa Apolo nunca enfrentó”, declaró durante el ejercicio Amy Ross, ingeniera de trajes espaciales, al Chicago Tribune. “Por ejemplo, la duración de la misión y las actividades que se espera que se realicen son nuevas, así que necesitamos desarrollar sistemas enteramente nuevos.”

Las características probadas en Cinder Lake fueron experimentales en su mayor parte, al igual que un vehículo de exploración que parece un escarabajo del desierto con computadoras, cámaras y paneles solares empotrados. La idea es extender el alcance de esos vehículos de unos 10 kilómetros –el límite en la era Apolo– a por lo menos 190. “Si lo probamos aquí y funciona, podemos alimentar el dato a la cadena”, comentó Barbara Roming, ingeniera de proyecto del Centro Espacial Johnson, en Houston. “Los resultados se pueden incorporar en nuestros diseños. Si no funciona bien, igual lo comunicamos. Se vuelve una lección aprendida.”

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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