Usted está aquí: miércoles 21 de noviembre de 2007 Cultura Algo peor que la prohibición es sufrir una campaña mediática: Safaa Fathy

La escritora egipcia está por concluir una estancia en la Casa Refugio Citlaltépetl

Algo peor que la prohibición es sufrir una campaña mediática: Safaa Fathy

“Es mejor ser un joven guapo que escribe libros, en vez de una mujer no tan joven”, dice

Merry MacMasters

La escritora, poeta, dramaturga y cineasta Safaa Fathy (Minia, alto Egipto, 1958) dejó su país después de concluir la carrera de letras inglesas en la Universidad de Minia, para continuar sus estudios en la Universidad de París VIII (St. Denis) y después doctorarse en letras en la Sorbona.

Su estancia en Francia se prolongó durante 25 años, tiempo en el cual conoció y colaboró con el filósofo Jacques Derrida. Alejada de su patria por motivos político-sociales, “más allá de mi voluntad”, en Francia, de repente, la situación también se tornó “insoportable” en lo político, social y profesional.

Fathy se enteró, por azar, de la existencia de la Casa Refugio Citlaltépetl; trabó contacto y el 17 de enero de este año comenzó una residencia que está a punto de concluir.

Mientras vivía en París vino a México para un festival de poesía, entonces ya sabía cómo era la capital, hecho que la motivó a regresar por más tiempo.

En estos 10 meses, no obstante la energía que la caracteriza, Fathy se concentró en escribir Al Haschiche: poemas (Ediciones Sin Nombre-Casa Refugio Citlatépetl), traducido al español por Conrado Tostado, libro que fue presentado hace unos días. Terminado el volumen, ahora lo convertirá en película, porque Fathy realiza también “filmes poéticos”.

Después de México, la escritora viajará a Ithaca, Nueva York, porque en la Universidad de Cornell impartirá un curso acerca de “cómo una herida infligida –inclusive, autoinfligida– es traducible a un filme”.

–¿Su obra es controvertida?

–Sí, muy controvertida. En especial mi escritura en Egipto. Mi poesía parece estar completamente fuera de contexto. Se considera enigmática.

–¿Subversiva?

–Enigmática, subversiva, no saben cómo tratarla, porque no está dentro de la línea de lo que se supone que es la escritura de mi generación. Mezclo cosas antiguas con otras en extremo nuevas. No obstante la multiplicidad de idiomas, culturas y experiencias que permean mi trabajo, soy fiel a mí misma.

–¿Su trabajo ha sido prohibido?

–No, pero hay algo peor que la prohibición: ser objeto de una campaña mediática cuando uno ya tiene problemas con la familia. No proyecto mis películas en Egipto, porque tuve una experiencia terrible con mi primer filme (Ghazeia, danseuses d’Egypte, 1994), que aborda la circuncisión femenina y otros aspectos de la mujer.

Un nombre para el mar, su libro más reciente que circula en Egipto, le dio algo de miedo a Fathy por ser “un poco hereje: combiné algunas citas sofistas de las tradiciones musulmanas con una escritura atrevida”.

–¿Su problemática tiene que ver con el hecho de ser mujer?

–Todo tiene que ver con el hecho de que soy mujer. Inclusive, otras mujeres vinculadas con la escritura en Francia reciben mejor trato. Me he fijado que es mejor ser un joven guapo que escribe libros, entonces uno tiene un centenar de ayudantes, en vez de ser una mujer no tan joven, de raíces egipcias, a quien no se le toma en serio.

 
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