Usted está aquí: miércoles 21 de noviembre de 2007 Sociedad y Justicia Demanda Narro que el Estado dé prioridad a la educación superior

Ofrece guiar a la UNAM por el sendero de la calidad académica con compromiso social

Demanda Narro que el Estado dé prioridad a la educación superior

Al tomar posesión como rector garantiza a universitarios diálogo y búsqueda de consensos

Para muchos, el carácter público de la institución ha sido la única posibilidad de ascenso, dice

Rosa Elvira Vargas

Ampliar la imagen José Narro Robles rinde protesta como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Lo acompaña Manuel Peimbert, presidente en turno de la Junta de Gobierno José Narro Robles rinde protesta como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Lo acompaña Manuel Peimbert, presidente en turno de la Junta de Gobierno Foto: Marco Peláez

El nuevo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, ofreció guiarla por el sendero de la “calidad académica con compromiso social”. Asimismo, reivindicó el carácter autónomo, público, laico y plural de la institución que, insistió, “es de todos los mexicanos”. Planteó que desde el ejercicio de su autonomía mantendrá con los gobiernos federal y locales una relación respetuosa y de colaboración.

A los universitarios les garantizó “apertura al diálogo y búsqueda de consensos”, así como mayor cercanía y comunicación con los distintos sectores de la comunidad.

Subrayó que en su condición de Universidad Nacional, la máxima casa de estudios debe “estudiar y atender los grandes problemas del país”, pues su único compromiso es con la sociedad que le da “origen y destino”. También habló de la pobreza en México, con la que “viaja con frecuencia la ignorancia”, y ante lo cual –dijo Narro Robles– “el saber y la investigación (…) forman parte de nuestro ser y nuestro quehacer”.

Habló también de la pluralidad en la institución “como signo de fortaleza”; de la autonomía, como ideario, acción y fórmula para realizar la crítica informada y construir propuestas desinteresadas. De la UNAM en suma, cuyo carácter público “ha significado la posibilidad de ascenso social para muchos”.

“Sin la máxima casa de estudios, México sería distinto, no mejor”

Sin la UNAM, “México sería distinto, pero no mejor”. Y aseguró que ni el pasado ni el futuro del país pueden entenderse sin esta institución, a la que llamó el gran proyecto cultural y educativo de la sociedad.

A la nación se debe, de ella recibe sus recursos y el mandato, y “para ella prepara profesionales; sus problemas y aspiraciones forman parte de su agenda, y sus integrantes reciben los beneficios del quehacer institucional”.

Definió como central en su tarea de rector el compromiso de la universidad con la sociedad y, en lo interno, con los estudiantes. Resaltó lo “indispensable” de contar con una política de Estado para la educación superior y la investigación.

Por ello, pidió que presupuestalmente se conceda “la más alta prioridad a la enseñanza, la ciencia, las humanidades, la tecnología y la cultura”.

En el edificio de la antigua Escuela de Medicina, ubicado en el Centro Histórico de la capital del país, durante una ceremonia convocada a las 9 de la mañana, Narro Robles recibió de Manuel Peimbert, presidente en turno de la Junta de Gobierno, la venera que le confiere la investidura de rector de la máxima casa de estudios. Largos aplausos y los “Goya” que identifican a los universitarios sellaron la transición institucional.

Actores centrales de un proceso que formalmente empezó a principios de octubre, los integrantes del órgano elector ocuparon el podio. Enseguida, Narro y el rector saliente, Juan Ramón de la Fuente, ingresaron juntos al patio central del colonial edificio y se colocaron en el sitio de honor, con Peimbert en medio de ambos. Completaban el sitial el presidente del Patronato Universitario, Alejandro Carrillo Castro, y el secretario general de la institución, Enrique del Val, quien se encargó de conducir la ceremonia.

Y sin transición, luego de protestar solemnemente, el nuevo rector dijo que en los próximos cuatro años su único compromiso será con la UNAM, de la que defenderá en todo momento sus principios y propósitos, “y no escatimaré esfuerzo alguno para encontrar formas de superación”. Además, hizo un amplio reconocimiento a la labor de De la Fuente y se sumó al aplauso que le otorgaron todos los presentes.

Más tarde, informó que será el próximo lunes cuando dé a conocer las primeras designaciones de su equipo de trabajo.

En congruencia con sus planteamientos sobre la responsabilidad que la UNAM tiene ante la sociedad, Narro Robles habló de las paradojas del mundo globalizado: impresionantes avances en distintos campos del quehacer humano, agudización de viejos problemas y generación de nuevos rezagos. México es –dijo– parte de esa realidad, pues no obstante sus grandes recursos y potencialidades, “también tiene injusticias seculares y carencias inmerecidas”.

Ilustró lo anterior mencionando que casi la tercera parte (más de 30 millones) de la población mexicana presenta rezago educativo, “y sólo una cuarta parte de los jóvenes en edad de realizar estudios superiores los cursa en alguna institución pública o privada”.

Fue un acto breve, solemne; sólo para universitarios. Nadie del gobierno federal se presentó. Y de la esfera estrictamente política, sólo el líder del Partido del Trabajo, José Narro Céspedes, pariente cercano del nuevo rector, y Tonatiuh Bravo Padilla, presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados. Participaron rectores de otras universidades y el secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Rafael López Castañares.

En estas ceremonias, los universitarios, la elite de la UNAM, tienen muy claro el territorio al que pertenecen, y sus linderos. No había nadie ahí, en esa mañana fría que, con invitación o sin ella, no tuviera conquistado un espacio para acreditar su espíritu puma. Los integrantes del Consejo Universitario, los ex rectores (con la permanente excepción de Francisco Barnés de Castro), las personalidades del Patronato Universitario y los maestros eméritos tenían su espacio garantizado. Pero muchos más no requirieron convocatoria, simplemente se presentaron.

Ausencias y presencias notorias

Hubo algunas ausencias particularmente notorias, sobre todo por su rol protagónico en el reciente proceso sucesorio: José Antonio de la Peña, Gerardo Ferrando Bravo, Luis Javier Garrido y Diego Valadés, contendientes por el cargo. Sí acudieron, en cambio, Fernando Serrano Migallón y Fernando Pérez Correa, directores de las facultades de Derecho y de Ciencias Políticas, respectivamente, y, en tal condición, integrantes del Consejo Universitario. También Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la gestión que concluye.

Todos ellos, y los que siguieron en vivo la transmisión de la ceremonia por Radio UNAM, recibieron el mensaje: la institución “debe conjuntar la calidad con la cantidad para mantenerse como canal efectivo de movilidad social”.

El “Goya” fue, una vez más, rúbrica y ritual. Y vino entonces la salutación. Narro Robles los conocía a todos, los llamaba por su nombre y cargo, y comentaba con ellos temas de su escuela o área de trabajo. Y no faltaron las fotos.

Con información de Emir Olivares

 
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