Usted está aquí: viernes 23 de noviembre de 2007 Economía La nacionalización bancaria abre controversias, pero no discusiones

Recoge un libro testimonios sobre la expropiación de hace 25 años

La nacionalización bancaria abre controversias, pero no discusiones

Roberto González Amador

La expropiación de la banca privada, decretada por el entonces presidente José López Portillo el primero de septiembre de 1982, sigue siendo objeto de controversia 25 años después. Un error, admite Jesús Silva Herzog, secretario de Hacienda en el momento del hecho. Un acto autoritario, tercia Amparo Espinosa Rugarcía, hija del, en aquel momento, todopoderoso dueño de Bancomer, Manuel Espinosa Yglesias, ya fallecido. No fue el verdadero problema que afectó al país, de acuerdo con José Ramón López Portillo, hijo del mandatario y uno de los artífices de la medida.

Se trata de una serie de testimonios, presentados el 7 de septiembre pasado en un seminario a puerta cerrada organizado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias y la Fundación Espinoza Rugarcía, que fueron recogidos en la obra en dos tomos presentada en público este jueves.

La nacionalización de la banca, 25 años después, obra que recoge esos testimonios, pretende abonar en una discusión que “no se ha abierto, aun cuando se trata de un hecho que constituye un parteaguas en la historia reciente del país”, comentó el historiador Enrique Cárdenas, director ejecutivo del CEEY, y coordinador del documento editorial.

Amparo Espinoza Rugarcía, presidenta de la ESRU, planteó que la nacionalización de la banca “fue un acto de contenido autoritario, una actitud del sistema político que aún está presente”. Heredera de Espinosa Yglesias, añade: “el fantasma del autoritarismo ha sido acotado desde que ocurrió la nacionalización bancaria, pero no ha sido erradicado”.

La nacionalización de la banca, anunciada en medio del llanto por el entonces presidente López Portillo –“ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”, dijo durante su sexto Informe de gobierno– fue acompañada de un decreto de control de cambios, que pretendía contener la fuga de divisas en un entorno de crisis económica y financiera. El entonces mandatario ofreció hacer pública una lista de sacadólares.

Uno de los testimonios recogidos en la obra presentada ayer, de Gustavo Romero Kolbeck, director del Banco de México de diciembre de 1976 a marzo de 1982, aborda el tema. “Hacia finales de 1981 –dice Romero Kolbeck– al enfrentar la disminución de ingresos por exportaciones de petróleo, López Portillo mostró cada vez más su malestar hacia el desempeño de los banqueros, particularmente en el manejo de las escasas divisas…Me pidió que me acercara a Agustín Legorreta y Espinosa Yglesias, directores generales de Banamex y de Bancomer, respectivamente, para solicitar la lista de personas que habían hecho las mayores compras de divisas en las últimas semanas.

“Agustín Legorreta se negó tajantemente a hacerlo. Espinosa Yglesias, muy a su pesar…, elaboró una relación que solicitó fuera recogida de su escritorio por algún miembro de la Comisión Nacional Bancaria, enviado por mí en su ausencia. Esa relación contenía una lista de personas, algunas bien conocidas en el medio político, lo que detonó el enojo del mandatario, tanto con los mencionados como con los banqueros, a quienes consideraba responsables de la salida de capitales del país…”.

José Ramón López Portillo, quien el 7 de septiembre, al participar en el seminario a puerta cerrada organizado por Amparo Espinoza, declaró sentirse “la piñata de la fiesta”, dice en el testimonio recogido en la obra: “la nacionalización de la banca no fue el verdadero problema que afectó al país, sino la ausencia de reformas y medidas tanto económicas como políticas que desmantelaran ordenada, competitiva y justamente, al viejo sistema”.

 
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