Usted está aquí: sábado 1 de diciembre de 2007 Opinión Una agricultura amamantada por el Sol

Gustavo Duch Guillot*

Una agricultura amamantada por el Sol

Mientras muchos expertos, con Al Gore al frente, nos proponen engañosas soluciones tecnológicas contra el cambio climático –que lo único que pretenden es asegurar y consolidar un modelo de sociedad y de consumo capitalista e injusto–, el mundo rural, en un ejercicio de responsabilidad y sabiduría, nos ofrece propuestas fácilmente aplicables (sólo se requiere voluntad política), efectivas a la vez que transformadoras.

Vía Campesina, el movimiento que reúne a millones de campesinos y productores de todo el mundo, declara “que es tiempo de cambiar de forma radical nuestra forma de producir, transformar, comerciar y consumir alimentos y productos agrícolas”. Porque todos los análisis explican que las actuales formas de producción y comercialización de alimentos, además de llevar a millones de familias campesinas a la ruina, son una causa muy significativa (38 por ciento, según el Informe Stern) del calentamiento del planeta.

En un mundo donde los alimentos son considerados una mercancía tenemos diseñados sistemas productivos industriales muy dependientes del petróleo, con un alto gasto energético que empieza en el uso de fertilizantes (se calcula que en fertilizantes se alcanza 2 por ciento del consumo mundial de energía), entre otros productos químicos, y concluye con absurdos desplazamientos de alimentos de una parte a otra del mundo. El documento de análisis elaborado por Vía Campesina pone un ejemplo escalofriante.

Un kilo de espárragos producido en México necesita cinco litros de petróleo para viajar vía aérea hasta Suiza. Sin embargo, un kilo de espárragos producido en Ginebra sólo requiere 0.3 litros de petróleo para llegar al consumidor. Los espárragos y el resto de vegetales comestibles consiguen transformar la energía que los alimenta: energía solar en energía comestible para el resto de la cadena alimentaria. Por lo tanto, podemos escoger entre espárragos contaminantes con sabor a petróleo o espárragos locales amamantados por el Sol.

Las políticas neoliberales no tienen ninguna alternativa sólida a estos modelos productivos, sin importarles sus consecuencias sociales y ecológicas de punto final. En cambio, Vía Campesina nos ofrece un cambio radical basado en la soberanía alimentaria de los pueblos, en una agricultura sostenible a pequeña escala, con muchas manos dedicadas a ella y de poco consumo de energía, que contribuirá a enfriar la Tierra y a transformar la sociedad.

Este nuevo paradigma alimentario es claramente una propuesta factible, de la que todas y todos nos beneficiaremos, a escala global e individual, al poder alimentarnos de productos sanos y sabrosos. Pero para ello, decía, hace falta voluntad política y, en concreto, como explica el documento al que me vengo refiriendo, hoy debemos exigir “el desmantelamiento completo de las compañías de agrocombustibles, que están despojando a los pequeños productores de sus tierras, creando desastres medioambientales; el remplazo de la agricultura industrializada por la agricultura sostenible a pequeña escala, apoyada por verdaderos programas de reforma agraria; la promoción de políticas energéticas sensatas y sostenibles que parten de un menor consumo de energía y la producción de energía solar y biogás por los campesinos del lugar y, por último, la abolición total de los subsidios que llevan al dumping (competencia desleal) de comida barata en los mercados de exportación.”

* Director de Veterinarios sin Fronteras, España

 
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