Usted está aquí: jueves 6 de diciembre de 2007 Espectáculos Cunde el temor en el mundo del espectáculo por ejecución de gruperos

Por lo menos siete cantantes del género han sido asesinados de 2006 a la fecha

Cunde el temor en el mundo del espectáculo por ejecución de gruperos

Músicos de otros estilos se encuentran consternados

Haber matado a un artista con guaruras es un mensaje de que pueden llegarle a cualquiera, dice autor del libro Narcocorrido

Leonard Doyle (The Independent)

Ampliar la imagen Los casos más recientes de asesinatos de músicos gruperos han conmocionado al espectáculo nacional, inclusive a artistas que desarrollan otro género musical. En la imagen, seguidores del recién ejecutado Sergio Gómez, de la banda K-Paz de la Sierra, esperan la llegada de su cuerpo a la ciudad de México, donde fue velado Los casos más recientes de asesinatos de músicos gruperos han conmocionado al espectáculo nacional, inclusive a artistas que desarrollan otro género musical. En la imagen, seguidores del recién ejecutado Sergio Gómez, de la banda K-Paz de la Sierra, esperan la llegada de su cuerpo a la ciudad de México, donde fue velado Foto: Ap

Cuando los sicarios fueron la primera vez por la cancionera mexicana Zayda Peña, ella se relajaba después de un concierto en la población fronteriza de Matamoros, Tamaulipas. La bala que le dio en la espalda no fue fatal. Peña, de 28 años, que encabezaba el grupo Zayda y los Culpables, cantaba baladas románticas que hablan de amor y pérdida, más que de drogas y armas, como algunos narcocorridos.

Zayda fue llevada a un hospital, donde la operaron. Luego de la cirugía, varios asaltantes entraron en la sala de recuperación y le dieron muerte de un disparo a la cara. Uno de sus éxitos más populares era la canción Tiro de gracia, la cual, según algunos periódicos mexicanos, se refería a una ejecución, aunque la letra habla sólo de una relación fallida.

Dos días después, autoridades mexicanas recobraron el cuerpo mutilado y con huellas de estrangulamiento de otro cantante popular, Sergio Gómez, vocalista del grupo K-Paz de la Sierra.

Gómez fue levantado en el estado de Michoacán la noche del sábado pasado, y llevaba dos días desaparecido cuando los oficiales hallaron su cuerpo torturado.

La banda de Gómez está formada por músicos que emigraron de Durango a Chicago y tiene gran número de seguidores en ambos lados de la frontera. Su género es el duranguense, música bailable de ritmo intenso que tiene una pesada carga de tambores y sintetizadores.

Por lo menos otros siete intérpretes del género grupero, que mezcla los sonidos de acordeón del norte de México con ritmos más tropicales, han sido asesinados en los dos años pasados. La ola de violencia ha sembrado el terror en el corazón del mundo del espectáculo.

“Todos estamos en el mismo barco”

Los asesinatos de músicos sin relación con el narcocorrido, que celebra las peripecias de las bandas de narcotraficantes, han conmovido a los cantantes de otros géneros, que ahora temen haber sido atraídos, en alguna forma, hacia las interminables guerras de drogas en México.

“Estamos consternados”, comenta un representante de Los Tucanes del Norte, grupo que usa imágenes de rifles de asalto para promover sus canciones. “Todos estamos en el mismo barco.”

Gómez recibió amenazas de muerte que le advertían de no aparecerse por Morelia, Michoacán, estado donde florece el narcotráfico. Fue levantado junto con dos empresarios cuando salía de un concierto.

A los otros dos los soltaron sin exigir rescate, pero el martes se halló el cuerpo del vocalista tirado junto a una carretera, con claras huellas de tortura. “Es un mensaje muy claro: podemos llegarle a cualquiera”, declaró Elijah Wald, autor del libro Narcocorrido, a una agencia de noticias. “Acaban de secuestrar y asesinar a una importante estrella internacional, que viaja con guardaespaldas.”

Carolina Jaramillo, publicista de Gómez, declaró no conocer ningún vínculo entre las bandas del narco y el cantante. “Este año, y el pasado, hemos visto mucha violencia. No sabemos de dónde vendrá el próximo ataque.”

Algunos temen que la ola de asesinatos esté ligada a la “adopción” de cantantes por los cárteles, que luego suben a Internet videos en los cuales aparecen sicarios torturando y ejecutando rivales sobre una pista musical de canciones populares.

La ejecución audazmente pública de Zayda Peña –tan similar a las de otros prominentes artistas– apunta al involucramiento de los violentos cárteles de la droga en México.

En 2006 hubo una ola de asesinatos de intérpretes de narcocorridos, en particular el de Valentín Elizalde, conocido como el Gallo de Oro. El cártel de Sinaloa, encabezado por Joaquín Guzmán, adoptó sus baladas como himnos.

Trigo Figueroa, otro vocalista, fue asesinado el año pasado después de un concierto, al igual que Javier Morales Gómez, de Los Implacables del Norte. Luego, en febrero pasado, cuatro miembros del grupo musical Banda Fugaz fueron asesinados después de una presentación.

El estado de Michoacán, donde ocurrieron la mayoría de estos asesinatos, es la tierra natal del presidente Felipe Calderón. Macabras historias de violencia en esa entidad dominan los medios noticiosos del país, mientras los cárteles se disputan a sangre y fuego el dominio de las rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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