Usted está aquí: lunes 10 de diciembre de 2007 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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Todo en familia

G. Martínez, dirigente unigénito

Anaya, compadre en entredicho

Ugalde: tal vez hubo fraude (en 88)

Felipe Calderón al fin ha podido tomar el control formal del Partido Acción Nacional. En la presidencia del comité nacional impuso a su amigo y compañero de correrías políticas, Germán Martínez; en la secretaría general pretende instalar a su compadre Guillermo Anaya, e hizo que el aparentemente indómito Manuel Espino pronunciara políticamente de hinojos un discurso de despedida en el que llamó a cerrar filas en torno al unigénito Martínez.

Tan fuerte es el fierro de Los Pinos en la zalea política de Martínez (como en los viejos tiempos del PRI: el partido-gobierno), que el “doctrinario” Germán creyó imprescindible iniciar su gestión con alocuciones en las que quiso aparentar distancia e independencia del clarísimo dedazo felipista que al ser tan fuerte y evidente inhibió cualquier otra postulación, sabedores todos los panistas de que había un candidato oficial y que la maquinaria oficial trabajaba en su favor (aun así, en una mínima muestra de protesta anónima, 11 de 341 votos fueron anulados en la sesión electoral del consejo nacional panista). El sucesor de Manuel Espino tiene una fijación de bravuconería intelectual en presunta “defensa” de quien lo hizo secretario federal de la función pública (cargo que desempeñó con extrema improductividad), aspirante único al liderazgo panista y, ahora, secretario de Estado de acción nacional: “¡Éste es tu partido, presidente Felipe Calderón!”, dijo el día de su asunción. Además, ha llamado a recuperar la plaza pública “que algunos de nuestros adversarios han llenado de odio y demagogia”, hizo parábolas de retoños priístas que pretenden convertirse en bosque de impunidad, y criticó al partido del “tropel” en Catedral.

El dominio de Calderón sobre el “independiente” comité panista que nace se ha hecho evidente con la postulación del senador torreonense Guillermo Anaya para que ocupe la segunda posición del buró blanquiazul. Anaya es compadre de Calderón, pues éste fungió el 24 de septiembre del año pasado como padrino de bautizo de María Teresa Anaya Aguirre, hija de Maité y el mencionado senador Anaya, cuya hermana, Elsa María, está casada con Adolfo, hermano y, según eso, compañero de actividades de Sergio Villarreal Barragán, alias El grande, jefe del cártel de La Laguna, asociado al oficialista de Sinaloa. Es decir: el primer compadre de México sería cuñado de un importante capo que, según las versiones de asistentes al famoso bautizo, habría estado presente en la fiesta que fue vigilada por el Estado Mayor Presidencial en cuanto Calderón ya había sido declarado formal presidente electo en esa fecha (en diferentes medios, coahuilenses y nacionales, se han publicado denuncias en el sentido de que Villarreal es protegido también por Rosario Castro Lozano, ex presidenta municipal de Lerdo, Durango, y hermana de Juan de Dios, quien fue consejero jurídico del gobierno de Fox y actualmente es subprocurador federal de justicia. Rosario actualmente es funcionaria de la secretaría federal de gobernación).

Aparte de las sostenidas acusaciones de irregularidades a su paso por la presidencia municipal de Torreón, el compadre Anaya fue involucrado por el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, en un esquema de vinculación de panismo con el narcotráfico, junto con otro senador de aquella entidad, Enrique Saro, y el ahora ex dirigente nacional blanquiazul, Manuel Espino. Sin precisar las acusaciones, acicateado más bien por las protestas de panistas en el contexto de su segundo informe de gobierno, Moreira dijo dudar de la campaña calderonista en televisión que dice “Estamos combatiendo el crimen”: “¿Cómo lo van a combatir si hasta en los bautizos están metidos con los narcotraficantes?” El compadre Anaya ahora está en camino de ser el secretario general del comité nacional panista. Todo queda En familia, como en el programa de Chabelo.

Astillas

El todavía consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, reconoció que “hay muchas sospechas” de que “se pudo haber cometido un fraude” en una elección presidencial altamente polémica, aunque tal duda de adulteración “no se documentó, pero hubo muchas situaciones que fueron anómalas”. Ugalde se refería a los comicios de 1988, según la nota publicada el día 1 del presente en Noti-Arandas, un periódico impreso y con versión en Internet que se publica en Arandas, Jalisco, adonde fue en días pasados el funcionario electoral a una “visita de placer” a la fábrica de Tequila Espolón. Mencionó que los problemas del IFE derivaron de que en 2006 ganó “el partido en el gobierno por un margen sumamente estrecho, 11 veces menos que en 2000 y en un contexto de enorme conflicto político, que llevaba construyéndose varios años, con un candidato perdedor que denuncia fraude”. A los críticos férreos de la actuación del IFE el año pasado los caracterizó como “un segmento minoritario, políticamente activo” que ha insistido en la “mentira” del fraude que “sigue difundiéndose por cuestiones políticas”. Ugalde aseguró que se va sin agravios ni rencores, pues “cuando uno no tiene cadáveres en el clóset no hay de qué preocuparse; si hubieran descubierto urnas robadas, hubieran descubierto algún tipo de hechos irregulares, estaría muy mal, pero no hay nada, fue una elección legal”. Sin embargo, acepta que “segmentos de la población, seguidores del candidato López Obrador, siempre verán en Ugalde uno de los villanos de la historia de México”. Entrevistado por Sergio Antonio Lozano Jiménez, mencionó que ha sido “vituperado, calumniado; se han dicho muchas mentiras de mi persona; he estado en el Zócalo en pancartas como si fuera un delincuente electoral, había miles de caricaturas, cuestionamientos. Yo creo que es difícil que pueda sentir más agresiones”, pero “también he tenido mucho reconocimiento, mucho apoyo, mucha simpatía, de las dos partes, para bien y para mal”. El anfitrión de Ugalde en Arandas fue Raúl Plascencia Álvarez, propietario de Tequila Espolón y de una antigua y famosa mueblería del centro de Guadalajara, El Gallo, que tiene como lema, “el que nada debe… nada tiene”… ¡hasta mañana, ya con el puente Lupe-Reyes encima!

 
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