Usted está aquí: martes 11 de diciembre de 2007 Ciencias Llama Gore a movilización “como para una guerra” en defensa de la Tierra

En actitud protagónica, el político estadunidense recibe el Nobel de la Paz en Oslo

Llama Gore a movilización “como para una guerra” en defensa de la Tierra

Afirma que su derrota en las elecciones de EU le brindó la oportunidad de servir a sus ideales

Dpa

Ampliar la imagen Cientos se reunieron frente al Gran Hotel, en Oslo, donde se hospedan Al Gore y Rajendra Pachauri, para realizar una procesión de antorchas Cientos se reunieron frente al Gran Hotel, en Oslo, donde se hospedan Al Gore y Rajendra Pachauri, para realizar una procesión de antorchas Foto: Reuters

Oslo, 10 de diciembre. Un primer gesto dedicado a la catástrofe climática que amenaza la Tierra y al mismo tiempo un pequeño flirteo con la candidatura presidencial: el ex vicepresidente estadunidense Al Gore aprovechó hoy su protagonismo en la entrega del premio Nobel de la Paz en Oslo como hace tiempo no lo hacía otro galardonado.

Casi en el estilo de un jefe de Estado global, el político de 59 años llamó a una movilización internacional y no evitó una comparación directa con otras movilizaciones de cariz totalmente distinto. “Igual que una generación anterior encontró con la victoria sobre el fascismo la autoridad moral para solucionar esa crisis, podemos utilizar nuestras oportunidades para vencer la crisis climática”, dijo.

“Pero hay que actuar de forma rápida y decisiva como hasta ahora sólo se vio cuando las naciones se movilizaron para una guerra”, explicó Gore en el salón de actos del Ayuntamiento de Oslo, flanqueado por los científicos del consejo climático de la ONU.

Constante actividad

El Panel Intergubernamental de Naciones Unidas para el Cambio Climático recibió también el Premio Nobel de la Paz por su trabajo, quizá menos notorio que el de Gore, pero muy constante desde su fundación, en 1988, en la explicación a la opinión pública mundial del amenazante alcance del calentamiento global.

El presidente del gremio científico, Rajendra Pachauri, volvió a hacer uso, al igual que Gore, de palabras más propias de un lenguaje militar: “Los cambios climáticos pueden tener efectos desmesuradamente desestabilizadores”. La paz es también “seguridad y acceso seguro a los recursos importantes para la vida”. Pero según Pachauri, si cada vez más personas, como consecuencia del cambio climático, se ven privadas del acceso a agua limpia, alimento suficiente, suministro sanitario estable, una patria segura y un sistema ecológico en funcionamiento, habrá inevitablemente cada vez más conflictos incontrolables en lugar de estabilidad.

El tono de esas advertencias se mezcló en la capital noruega, donde reinaba un ambiente prenavideño, con mucho optimismo. “El Premio Nobel de la Paz ha reforzado una vez más enormemente la atención al problema climático”, opinó Gore, quien volará directamente de Oslo a Bali para asistir a la conferencia sobre el clima que allí se celebra. Puede esperarse un “fuerte acuerdo”, dijo.

El ex vicepresidente estadunidense comenzó su discurso de agradecimiento ante el rey noruego, Harald V, con un comentario humorístico sobre su aún relativamente joven carrera de abanderado en defensa del ambiente tras su dramática derrota en las elecciones presidenciales contra el actual presidente George W. Bush: “Hace siete años leí mi propia necrológica política”. El, en su opinión, duro, inmerecido, demasiado temprano y para nada agradable “juicio” le procuró, sin embargo, “un valioso y al mismo tiempo doloroso regalo: la oportunidad de buscar nuevos caminos para servir a mis ideales”.

No descarta lanzarse otra vez como candidato a la Presidencia

Naturalmente, a Gore se le preguntó si estaría dispuesto a presentar una eventual segunda candidatura presidencial con el Partido Demócrata. Respondió que no existen esos planes, que es poco probable, aunque tampoco quiso descartarlo.

Teniendo en cuenta las apariencias, Gore –quien casi diariamente viaja en avión, transporte para nada respetuoso con el medio ambiente– tomó, junto a su mujer Tipper y sus dos hijas, el tren para desplazarse del aeropuerto de Gardermoen, en Oslo.

Para asistir a la ceremonia en el ayuntamiento, el comité de los Nobel ofreció un autobús impulsado con etanol.

 
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