Usted está aquí: sábado 15 de diciembre de 2007 Mundo Infructuosos, los llamados de la derecha a los militares

Entrevista a Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia

Infructuosos, los llamados de la derecha a los militares

“Hay un proceso de radicalización de la violencia política”

Ante el bloqueo institucional de las fuerzas conservadoras, el presidente Evo Morales, “en lugar de caer en la provocación” y ante el atrincheramiento de la derecha, planteó el desafío de que sea el pueblo con su voto el que finalmente decida qué rumbo debe tomar el país en el futuro

Rosa Rojas (Corresponsal/II y última)

Ampliar la imagen El referendo revocatorio, para evitar el enfrentamiento político, dice el vicepresidente El referendo revocatorio, para evitar el enfrentamiento político, dice el vicepresidente Foto: Ximena Bedregal

La Paz, 14 de diciembre. En una actitud desesperada, los prefectos (gobernadores) y líderes de los comités cívicos en Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y Cochabamba utilizan “una estrategia de confrontación violenta local”, incluso algunos convocan infructuosamente a las fuerzas armadas, para provocar enfrentamientos y tensión, obligar al gobierno a reprimir y poder así “recuperar parte de la fuerza de movilización que han ido perdiendo en el último tiempo”, estimó el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera.

En entrevista con La Jornada, declaró que en el país hay un desplazamiento del antiguo bloque de poder y la consolidación de uno nuevo. Las fuerzas de derecha, el bloque antiguo, se han atrincherado en las regiones del país altiplánico, se han negado al diálogo, a la negociación, a pactar la solución de los problemas.

Frente a lo anterior, el presidente Evo Morales, “en lugar de caer en la provocación”, planteó el desafío de que sea el pueblo, con su sufragio, el que decida el rumbo a tomar.

Acerca de qué reconstitución de fuerzas busca el gobierno con su propuesta de referendo revocatorio, explicó que el surgimiento de un nuevo Estado, de una nueva estructura social, económica y política requiere de la modificación de al menos tres componentes de la vida institucional de la sociedad, y eso está pasando en la actualidad en Bolivia.

“Requiere de la modificación de la correlación de fuerzas o de los grupos con capacidad de toma de decisiones en el ámbito público y de la articulación del resto de la sociedad en torno a proyectos de un partido”, afirmó.

“Esto se ha dado en el país. Usted ve fácilmente el desplazamiento del antiguo bloque de poder, de mando, que tenía Bolivia y, a escala nacional, la consolidación de un nuevo bloque de poder compuesto por otras personas provenientes de sectores de movimientos sociales, campesinos, populares, indígenas, que han hecho una convocatoria de articulación del país en torno a un proyecto de desarrollo. Eso se ha dado gradualmente y las elecciones de 2005 fueron el momento de consolidación”, añadió.

“La segunda cosa que requiere un Estado, y eso está también pasando en Bolivia, es una modificación de los discursos que regulan el sentido común de la sociedad, de las ideas como fuerza de la sociedad. Atrás ha quedado este imaginario de inversión privada, de la globalización como gran panacea para salvar nuestros males. Y se ha consolidado (la idea) desde la izquierda hasta la derecha sobre el papel fundamental del Estado en el desarrollo de la economía nacional en una sociedad moderna.

“Otra de las ideas es la igualdad de los derechos de los pueblos indígenas. Algunos lo interpretarán más radicalmente, otros más conservadoramente, pero finalmente todos, de uno u otro modo, tienen que hablar, legitimar su discurso mediante la búsqueda de la igualdad de los derechos de los pueblos indígenas.

“Un tercer elemento es la democracia, como participación, como intervención, no como monopolio de partidos políticos. Son los tres ejes que se han consolidado en el país y eso ya va.

“Un cuarto eje de consolidación de un nuevo Estado es la estructura institucional: normas, leyes, procedimientos, eso es más gradual, más lento. En Bolivia, estos tres grandes componentes de un nuevo Estado en construcción han ido avanzando, pero las fuerzas desplazadas del viejo Estado lo que han hecho… no es ensamblarse al nuevo bloque de mando, sino atrincherarse regionalmente en sus privilegios”.

A escala local, regional, agregó García Linera, hay un desfase, no acompaña este proceso de consolidación de nuevas ideas; nuevas instituciones, nuevos proyectos y nuevos grupos de decisión estatal, y eso, finalmente, genera distorsiones en la consolidación de la estructura estatal.

Eso es lo que está pasando en Bolivia, “así leído de manera gélida si usted quiere. Ante esto, ¿qué es lo que ha hecho el presidente Evo Morales? Decir, bueno, primer paso, para que esta arquitectura estatal de dos pisos no tienda a generar más conflictos en el Estado, primero se procede a una redistribución de los recursos económicos del nivel subnacional”.

Esa redistribución que citó el vicepresidente García Linera ha provocado una fuerte reacción de los prefectos derechistas opositores, con varios cientos de personas que hacen ayunos de protesta ante el recorte de los ingresos regionales por el impuesto al gas para el pago de la pensión vitalicia de vejez a los bolivianos.

“Ya eso está hecho, ya es una ley y se tiene que cumplir, tarde o temprano. Se va a ejecutar. Pero ahí ha habido resistencia en el ámbito de la gestión de lo político. Y hay un proceso de radicalización, de endurecimiento, de violencia de la lucha política por parte de los sectores conservadores” a escala departamental.

Ante esto, apuntó, el gobierno ha tendido una serie de puentes para negociar la redistribución de los ingresos regionales, para avanzar en la Asamblea Constituyente, “ustedes saben, un conjunto de ruegos, travesías, que se tuvo que hacer para buscar el acuerdo con estos sectores conservadores, infructuoso”.

Entonces, “en vez de caer en la provocación”, el presidente Morales busca, mediante el referendo revocatorio, resolver este desfase “entre una dirección progresista en el nivel nacional general y una versión retrograda y de retroceso, conservadora en el nivel local, donde se atrincheraron las fuerzas que antes estaban aquí arriba”.

Será, pues, el voto de la población el que dirima cuál de las direcciones debe consolidarse, “si ésta a escala nacional debe tener su correlato a escala local, o si la local, conservadora, debe tener su correlato a escala nacional”.

Ésta es además una forma de rechazar la violencia como mecanismo de resolución de esa tensión política, y por último es una “reafirmación extraordinaria de la voluntad democrática del presidente”, que derrumba “todos esos discursos de autoritarismo con que se llenaba la boca la oposición en los últimos meses”, cuando en el segundo año de su mandato le dice a la población “someto mi cargo a referendo para que diga la gente si el proceso de cambio continúa o regresa el viejo Estado”.

–¿No existe la posibilidad de un empate?

–Existe esa posibilidad, por supuesto, pero uno tiene que arriesgar las vías democráticas y jugárselas plenamente.

Sin embargo, advirtió que ahora ya no opera “el viejo concepto que utilicé en 2002, del empate catastrófico, que surgía cuando había dos proyectos de país confrontados” porque ahora, en este momento, “ya no hay dos proyectos de país”.

Apuntó: “Aquí hay un proyecto de país general que tiene cuellos de botella local, es como en la Asamblea Constituyente, hay una mayoría absoluta que casi llega a los dos tercios. Entonces, ¿por qué no puede ejecutar? Porque hay un cuello de botella de una minoría que no es un peligro para un proyecto de país, pero tiene el derecho a veto de minoría.

“Lo mismo (ocurre) a escala nacional, hay un proyecto de país que incluso la propia derecha lo tiene que adoptar. La propia derecha privatizadora de hace cinco años tiene que hablar ahora de fortalecimiento del Estado, de igualdad indígena, de democracia, tiene que sumarse a este carro, a este sentido común, pero también tiene el derecho a veto de la minoría. ¿Cuál es el poder regional?”

En el ámbito regional, agregó, no se está confrontando un nuevo proyecto de país, “sino que se está verificando la capacidad de asimilación o de confrontación de este derecho de veto de las minorías.

“Tienes un proyecto de país nacional y una contramarcha local a este proyecto; estas resistencias locales, departamentales, algún rato podrán irradiarse como proyecto nacional, lo pueden hacer teóricamente, pero hoy por hoy no tienen esa fuerza ni esa vitalidad ni esa capacidad”, afirmó.

 
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